Capitulo 1

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Hoy estaba muy nervioso. Tengo veintidós años y empezaba un nuevo semestre en la universidad. Voy en octavo de finanzas, mi padre quiso que estudiara esa carrera para quedarme a cargo de la empresa familiar y yo no me opuse, en realidad me ha gustado.

Mi amigo Pablo me dijo hace unas horas que su padre, el director, le había comentado que muchos profesores fueron despedidos y remplazados, pero eso no me importaba, lo que me tenía nervioso y ansioso era que al fin, después de dos meses de vacaciones, iba a verla de nuevo.

La tendría de nuevo frente a mí, vería su hermoso rostro, escucharía su voz rasposa y autoritaria voz que me encantaba, estaría nuevamente en su presencia por todo el semestre, sería feliz otra vez contemplándola desde lejos.

Ella me conoce, sabe quién soy, sabe mi nombre pero nunca he logrado acercarme y hablarle de cualquier cosa para conocerla, saber sus gustos, sus miedos, sus manías, su color favorito. Soy demasiado tímido, es un defecto que odio de mi porque no me permite hacer lo que quiero.

Mis vacaciones no fueron aburridas. Salí con amigos de la carrera, Luis, Pablo, Fabián, Claudia novia de este último, Jason y otros más. Hice viajes con mi familia, asistí a un concierto de uno de mis cantantes favoritos y los momentos que estaba solo se los dedique a ella. Nunca supe cuando empezó a ser parte importante de mi vida, solo estaba un día en mi habitación acostado en la cama y llego a mí un pensamiento "Creo que me gusta". Desde ese momento supe porque la pensaba tanto, supe porque quería llamar su atención siempre, supe porque me ponía ansioso cuando sabía que ella estaba cerca.

Recuerdo la primera vez que la vi. Estaba tomando el almuerzo con mis amigos y ella paso justo al lado de nosotros, golpee fuertemente en el hombro a Pablo que estaba a mi lado por algo estúpido que dijo sobre mí y este como defensa me propino un empujón que me llevo al piso boca abajo. Al tratar de levantarme divise una mano extendida frente a mí, la tome. Cuando alce mi mirada choque con unos ojos verdes intenso que me veían preocupados. ¿Estás bien? Fue lo primero que me dijo, para después darle una mirada desaprobatoria a Pablo quien alzo las manos inocentemente.

Yo no le respondí, solo la mire embobado. Era la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Su cabello brillante y ondulado, su piel blanca pálida, su nariz mediana, sus labios carnosos, su cuerpo con curvas muy bien repartidas y finalmente esos preciosos ojos verdes. Ella me miro y sonrió luego de decirle algo a Pablo, después solo se fue y no la vi más durante ese día.

Con el pasar de los días, la veía disimuladamente junto a sus compañeros, los profesores. Descubrí que me gustaba verla reír, me gusta el hoyuelo que aparece cuando lo hace, me gustaba el brillo que hay en sus ojos cuando le dicen algo que le agrada. Me gustaba todo de ella. No sabía con exactitud su edad pero sé que de los treinta y tres no pasa.

Aquí estaba yo, sentado en el capo de mi BMW X6 negro en el parqueadero de mi universidad, rodeado de muchos estudiantes que hablaban entre ellos, supuestamente esperando a mis amigos pero en realidad la estaba esperando a ella. Quería verla para que mi día fuera bien.

-¿Diego?-escuche detrás de mí. ¡Dios! Esa voz.

-Profesora Leardi ¿Cómo está?-pregunte nervioso bajándome rápidamente del capo intentando no caerme de boca.

-Te juro, he estado mejor-respondió mientras cerraba la puerta de su audi a5 plateado. Estaba tan metido en mis pensamientos que no me di cuenta cuando ella aparco a mi lado.

-¿Por qué? ¿Qué le ha pasado profesora?-pregunte preocupado viendo cómo se acercaba a mi caminando elegantemente con su bolso y sus libros de trabajo en sus brazos.

-Nada importante, no te preocupes-respondió con una leve sonrisa.

-Tal vez pueda ayudarla-insistí tomando inconscientemente de sus brazos los libros que llevaba.

-¿Conoces a algún mecánico?-pregunto ella mientras yo bajaba la cabeza para organizar los libros en mis brazos para que no se cayeran.

-¿Está mal su auto?-pregunte levantado mis ojos y fijándolos en los suyos. Mi corazón dio un vuelco cuando la vi analizándome sin disimulo.

-Creo que sí. Puso algo de problema para encender. Te juro que venía por todo el camino rezando para que no se apagara y me hiciera pasar una vergüenza-me dijo sonriendo viéndome a los ojos. ¡Estoy muy nervioso! ¡Ya! ¡Contrólate, no hagas el ridículo!

-Puedo pasarle un numero para que la ayuden con el problema-sugerí intentando esconder los nervios en mi voz.

-Eso sería muy amable de tu parte-dijo volviendo a sonreír, luego miro alrededor del lugar y fijo sus ojos otra vez en mi-Te parece si me acompañas a mi salón, ya todos han entrado-abrí los ojos sorprendido y confundido.

-¿Qué hora es?-pregunte intentado ver el reloj que llevaba en mi muñeca derecha pero los libros no me lo permitían.

-8:30-repondio la profesora Leardi, alce mi mirada y me encontré con que me veía divertida, le sonreí involuntariamente.

-Mi primera clase comenzaba a las 8. ¡Dios! Voy tarde-hable desesperado viendo como la profesora empezaba a caminar con una sonrisa en el rostro.

-Es el primer día. Relájate-la vi sorprendido mientras tomaba camino a su lado entrando a la universidad. ¿Ella en serio había dicho eso?

-¿En serio dijo eso?-pregunte incrédulo.

-¿Qué cosa?-pregunto confundida.

-Que me relaje porque es el primer día- ella volvió a sonreír.

-¿No son ustedes los que siempre dicen que el primer día no importa porque lo único que hacemos nosotros los profesores es hablar y hablar de la materia o cualquier otra cosa para no dar clases?-dijo en un tono burlón.

-Yo no digo eso-negué rápidamente.

-Si claro, como tú digas-dijo sarcásticamente al momento que llegamos a la puerta del salón donde iba a dar clases y ella sacaba las llaves para abrirla.

-Es cierto, yo no digo esa cosas profesora-insistí, no podía permitir que ella pensara eso de mí, yo no era de los que decían eso.

-Relájate Diego, solo estaba bromeando-abrió la puerta dándome espacio para pasar-Déjalos encima de mi escritorio-así lo hice. Su escritorio estaba en el lado derecho de adelante-Gracias Diego-me di la vuelta, trague saliva pesadamente cuando la vi apoyada en el marco de la puerta viéndome seria.

-De nada profesora Leardi-dije nerviosamente-¿Quiere que le pase el número del mecánico?-pregunte para acabar con el silencio incómodo.

-Oh si claro-levanto un dedo frente a mi rostro-Espera un segundo-me rodeo para llegar a su escritorio, tomo un bolígrafo y un pequeña libreta, camino hacia mí y me los extendió, yo los tome rozando levemente su mano con la acción, esto me hiso retener el aire por unos segundos, ella pareció no notar nada. Busque en mi celular el número y luego lo escribí en una de las hojas de la pequeña libreta, todo esto bajo la atenta mirada de mi profesora, al terminar de anotar se la pase y ella me sonrió-Gracias Diego.

-De nada profesora-le devolví la sonrisa-Creo que es mejor que me valla a clase o a lo que resta de ella-dije sin ganas, la verdad era que quería estar con ellas unos momentos más, esta era la primera vez que mantenía una conversación con ella que no fuera sobre su materia.

-Sí, deberías irte a clases, lamento haberte retrasado-dijo apenada.

-No se preocupe, no perderé el semestre por llegar tarde a mi primera clase-ella sonrió levemente-Adiós profesora Leardi-me despedí mientras dirigía mis pasos afuera del salón.

-Adiós Diego-contesto ella.

Tu mi amor, tu mi profesoraWhere stories live. Discover now