CAPÍTULO 44 -APETITO POR LA DESTRUCCIÓN

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A estas alturas se me hacía muy raro pensar que mis amigos, aquellos con los que había pasado mis mejores y peores momentos, eran famosos. No, ya no eran famosos, ya eran casi estrellas. Esos dos chicos rebeldes de Lafayette ya no eran mediocres, pertenecían al estrellato de la música actual. Obviamente no estaban a la talla de los Rolling o mis siempre admirados Aerosmith, al menos por ahora. Guns N' Roses por el momento se había embarcado en su primera gira conjunta con otras grandes bandas para las cuales abría el show. No podían pedir más siendo unos debutantes, al contrario, le debían su fama al buen ojo de la discográfica Geffen Records.

Gracias a ese buen ojo, aquella tarde de agosto de 1987 pude disfrutar de su música en directo en mi predilecta San Diego. Los chicos me habían regalado entradas VIP tanto para mí como para Tremor, por lo que Tracey también vino. Y solo digo Tracey porque él es el problemático. Por algún extraño motivo el cual se me escapa a la mente no le caían muy bien mis amigos, a los que nunca antes había visto. ¿Sentido? No trates de buscarlo, pues no lo tiene. Por ese motivo me costó horrores arrastrarle hasta el estadio donde se celebraba el concierto. Incluso la ayuda de Robert y Emmanuel era inútil.

—¿Cuándo dejarás de ser tan tozudo? —pregunté mientras buscaba un aparcamiento en el ya saturado barrio donde se encontraba el estadio.

—Esos tíos no me caen bien —contestó mirándome de reojo.

—Pero si no les conoces —respondió Robert desde el asiento trasero.

—¿Y? No me caen bien y punto. Además, no tengo por qué dar explicaciones, no sois mis padres.

—Mira majo, paso de discutir contigo. Aquí tienes tu entrada, haz lo que quieras con ella, como si la vendes. Nosotros vamos a saludar antes del concierto —dije muy seria tras aparcar.

Tracey ni siquiera contestó. Tomó su entrada y salió del coche sin decir una sola palabra. Ya estábamos más que acostumbrados a sus rabietas aunque hay veces en las que son más insoportables de lo normal. Su carácter es así de duro y cambiante, no podemos calcular cuándo nos la va a liar. Robert y Emmanuel se miraron sin saber qué hacer, lo que pasa cada vez que Tracey y yo discutimos y él sale por su cuenta. Yo me limité a respirar hondo y cambiar mi expresión furiosa por otra alegre, al fin y al cabo estaba allí por un concierto.

—¿Quieres que vaya a por Tracey? —preguntó Emmanuel.

—No, déjale, él se lo pierde. Vamos al backstage antes de que se nos haga tarde —respondí sonriente.

Los tres caminamos hacia la puerta que me indicó Billy por teléfono. La gente esperaba ahí tal vez a que un guardia muy serio les dejase pasar a ver a los músicos.
Ese guardia, al vernos, nos quiso echar. Robert y Emmanuel se miraron confundidos, sin entender la situación. Como siempre, me quedé al frente para tratar de resolver el asunto.

—Aquí no se puede pasar, qué manía tenéis todos de venir a babear con los famosos —protestó el malhumorado guardia.

—¿Perdón? Estamos autorizados por los músicos —les mostramos nuestras acreditaciones.

El guardia, al ver nuestras acreditaciones refunfuñó y nos dejó pasar. La gente me miraba con envidia, sobre todo las mujeres jóvenes que allí había. Tal vez se pensaban que era una groupie o algo por el estilo.

—Pensaba que ese guardia te iba a morder —bromeó Robert.

—Es lo único que le falta, conozco perros guardianes menos feroces que él —respondí mientras caminaba con paso ligero.

Aquel largo pasillo conducía a los camerinos, uno para la banda principal y otra para los teloneros. En esta última se encontraban los Guns N' Roses. Toqué a la puerta y en cuanto vi asomar la cabellera azabache de Jeff me tiré encima suya sin tan siquiera pensarlo dos veces.

It's So Izzy |Guns N' Roses|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora