CAPÍTULO 25 -DULCE PANDORA

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La brisa vespertina inundó mi pequeña habitación. Había dejado la ventana abierta después de comer, cuando fui allí para leer. Pero sin dame cuenta acabé quedándome dormida, como me suele pasar. Temblé, aún estaba tumbada sobre mi cama. Miré al reloj que tenía junto a mi cama, eran las siete y cuarto.  En cualquier otro momento habría cerrado la ventana y me hubiera quedado tumbada en la cama, sin importarme nada más que mi confort. Sin embargo, hoy tenía algo que hacer, pues los planes de ir a cenar con Evan seguían en pie. Y así fue como me levanté de mi cómodo catre para ir a darme una buena ducha.

Aunque no tenía muchas ganas de ir a cenar a ningún sitio y con nadie, ya estaba hecho, no podía dejar a Evan plantado por varios motivos. El primero porque no era mi estilo ir quedando con gente para luego quedarme en casa dándole plantón. La segunda y más importante el hecho de que Evan es el hijo de mi jefe. No me gusta hacerle la pelota a nadie, y menos aún a mi jefe. Eso sí, lo que no debía hacer es cualquier cosa que pueda mosquear a mi jefe y le pueda dar razones para despedirme. Lo que menos necesitaba en este momento era otro despido, encima por idiota.

Una vez acabé mi fase de discernimiento y ducha, fui a la sala de estar, donde se encontraba Sarah. Por su aspecto parecía haber llegado hace unos pocos minutos, seguramente cuando estaba en la ducha. La miré durante unos pocos segundos, pues había algo en ella que me parecía distinto. Tal vez no eran más que meras suposiciones mías, pero notaba a Sarah algo más, ¿feliz? De cualquier modo, me acerqué a ella, ya casi preparada para la velada, dispuesta a hablar con mi gran amiga. Nos sentamos en el sofá frente a frente y comenzamos con nuestra tan esperada charla diaria.

—Ya me parecía a mí raro que no estuvieras por el salón cuando llegué. Tú has quedado con un hombre, ¿me equivoco? —me miró con gesto pícaro, acompañado de un leve codazo que me hizo estremecer.

—Sí, he quedado con Evan.

—¿El chico de la empresa? Ahora que lo recuerdo, ¿qué tal la entrevista?

—Genial, mañana empiezo a trabajar. Lo más gracioso del asunto es que Evan es el hijo de mi jefe —comenté riendo.

—Vaya vaya, no llevas ni un día en la empresa y ya quedas para cenar con el jefe. Muy astuta Mandy —me volvió a mirar con el mismo gesto.

—¡No digas tonterías! Voy por compromiso, en realidad me iba a quedar tumbada en la cama.

—Ya ya, pero bueno, no te vendrá nada mal divertirte un poco, ¿no?

—En eso tienes razón, supongo —sonreí de lado, justo cuando empezó a sonar el teléfono.

—¿Te importaría contestar tú? Voy a cambiarme de ropa.

—Está bien.

Me levanté del sofá y fui hacia el teléfono. Tomé el auricular y contesté.

—¿Sí? —pregunté.

—Mandy, soy yo, Billy —una gran sonrisa se formó en mi rostro al escuchar esas cuatro palabras.

—¡Billy! ¿Qué tal está mi zanahoria preferida?

—Estupendamente, aunque ayer en un recital casi acabo a golpes con el dueño de un bar. ¿Y tú? ¿Algo nuevo en tu vida?

—Sí, bueno, ayer me despidieron del Margot pero hoy encontré un trabajo nuevo —contesté casi riendo, algo que me hubiera parecido impensable hace justo veinticuatro horas.

—Espera, ¿qué? ¿Te han despedido? —preguntó con tono de incredulidad.

—Sí, así, sin más.

—Bueno, ¿y tu trabajo nuevo de qué es?

—Empleada en el departamento de ventas de una corporación. No está mal, ¿no crees?

It's So Izzy |Guns N' Roses|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora