Y allí estaba lo que había esperado durante tanto tiempo, una disculpa. Una disculpa que sonaba realmente vacía. No dije nada. Mamá se acercó a mí y tomó mi mano para arrastrarme hasta el sofá y sentarme junto a ella.

―Queríamos darte un buen futuro, por eso nos quedamos allá. Las cosas han salido mal ¿Sabes? Pero nos alegra ver que ahora podras formar tu vida al lado de alguien como Viktor…

―¿Qué? ―pregunté sin entender nada mientras papá se sentaba junto a nosotras.

―Hicimos algunas inversiones y perdimos todo. Solo nos queda la casa, por ahora.

―¿De qué hablas? ―me solté del agarre de mamá y los miré confundida, rezando para que todo esto no fuera lo que estaba pensando―. ¿Han vuelto por eso?

―Sabemos que como padres te fallamos pero ahora queremos estar aquí para ti. Somos familia. Esperamos que puedas perdonarnos y darnos otra oportunidad, y puedas ayudarnos…

―¿Ayudarles a qué? ―pregunté temiendole a la respuesta.

―Ahora que te casarás con Viktor…

Y cada pieza del rompecabezas encajó. Ellos no estaban aquí porque quisieran estar en mi boda, ni en mi vida, no estaban aquí ni siquiera por amor o cariño hacia mí. Volvieron solo por ellos, solo por interes ¿Qué estaban esperando? ¿Qué me casara con Viktor y les entregara a ellos todo su dinero? ¿Qué clase de personas eran?

Podría decir que estaba desilucionada o que me dolía todo esto pero la verdad es que no, ya no me sorprendía, de todas formas ya no estaba esperando nada de ellos. Como dije, eran solo dos desconocidos. Cuando dos desconocidos te hacen algo así no duele ¿Verdad?

Estas personas, estaban muertas para mí.

Me puse de pie sintiendo sus miradas en mi espalda.

―Si estan aquí porque esperan tener parte del dinero de Viktor…lamento decepcionarlos pero no me voy a casar, he cacelado hoy el matrimonio así que pueden buscar alguna solución a sus problemas en otro lado porque conmigo no la tendrán.

Escuché como papá se ahogaba con su té e ignorando sus gritos subí rapidamente a mi habitación, cerrando la puerta con seguro.

―Maldición, maldición…―mascullé pasando las manos por mi rostro, algo desespereada, sin saber con certeza que hacer ahora.

―¡Sucrette, sal en este momento! ―gritaba mamá al otro lado de la puerta, dándole golpes y moviendo la manilla para tratar de abrirla―. ¡No puedes comportarte así, estás en nuestra casa!

Miré la puerta sin responder a sus amenazas mientras una idea cruzaba por mi cabeza. Me moví y fui hasta la ventana, corriendo la cortina lentamente para si Castiel aún estaba allí. Él aún estaba allí.

No podía seguir en esta casa y eso era un hecho. Estaban molestos conmigo y ya tenía porque aguantar a mis padres, no tengo ni las ganas ni las suficientes fuerzas para seguir aquí con ellos.

No sé como Castiel podría tomarse todo esto, ni siquiera estaba segura de que eramos nosotros ahora, él y yo, todo ha pasado tan rapido que aún se ve como una utopía para mí. Está vez me arriesgaría, no tenía nada que perder ahora.

Busqué un bolso rapidamente mientras los golpes y los gritos de mamá seguian. Metí en él toda la ropa que pude y las fotos con Castiel que tenía escondidas en una caja de zapato al fondo de mi ropero.

En menos de diez minutos estuve lista. Al parecer mamá ya se había cansado, o al menos eso parecía ya que había dejado de gritar en la puerta de mi habitación. Caminé hasta la puerta y le di un vistazo a mi cuarto, esperando que está fuera la última vez. Acomodé el bolso en mi espalda y bajé rapidamente, caminando directamente a la puerta principal.

―¿Qué estas haciendo? ―soltó mamá apenas me vio.

―Me voy. Y ni siquiera intenten impedirlo. Soy mayor de edad y puedo hacerlo. Me voy.

Giré el pomo de la puerta y antes de que pudieran siquiera responder salí y corrí hasta el auto de Castiel, subiendo rapidamente al asiento del copiloto y cerrando la puerta.

―Creí que ya no saldrías ―dijo, mirando el bolso y luego a mí―. ¿Qué pasó?

―¿Podemos irnos primero? ―dije algo agitada, viendo como mis padres miraban desde la puerta. No quería estar un segundo más aquí, cerca de ellos.

Castiel no contestó, solo echo a andar el auto y nos alejamos de allí.

―¿Qué fue lo que pasó? ―volvió a preguntar una vez que ya estabamos en la carretera.
―¿Puedo quedarme contigo? ―solté en voz temblorosa―. Por unos días al menos…hasta ver que hacer…

―Claro que puedes quedarte conmigo ―respondió él en su voz ronca y estacionó el auto a un lado de la carretera.

Y allí nos besamos una vez más, casi como cerrando un pacto, y mi corazón latía muy rápido. Y por primera vez no tenía miedo, por primera vez me sentía suficiente. Quizá las cosas podía salir bien está vez.

**

Como dije antes queda pocos capítulos para que la historia termine pero he estado pensando en hacer una segunda parte, la cual seria mucha más corta que esta historia. Me gustaría hacerla pero no estoy segura, me gustaría saber que opinan ^^

Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Место, где живут истории. Откройте их для себя