Capítulo 41

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POV Sucrette.

Antes.

Respiro pesadamente, cerrando los ojos y apretando los labios para que ningún vergonzoso sonido pueda salir de mi boca. Puedo sentir la sonrisa de Castiel en mi cuello mientras va besando, dejando marcas de las cuales me tendré que preocupar más tarde mientras yo me afirmo de los bordes de su chaqueta para no perder el equilibrio.

Se siente tan bien, casi correcto. Una de sus manos está en mi cintura mientras la otra se acomoda en mi nuca, enredando los dedos en mi cabello, haciendo que la poca cordura que me queda se deslice fuera de mis zapatos, dejandome algo atontada.

—Cas…Castiel…—llamo a su nombre en voz baja, suave, como si fuera algo tan frágil y puro; y vuelo a sentir su sonrisa.

—¿Qué pasa? —pregunta él también en un tono suave, no queriendo romper el momento. Detiene sus besos pero sigue con el rostro escondido en la curva de mi cuello, sosteniendome fuerte, estrechandome hacia él.

No teniendolo besandome el cuello me hace recobrar un poco la compostura; sin embargo, no quiero apartarme de él, solo quiero que nos quedemos así por siempre, si es posible. Estoy apoyada en la pared de mi cuarto, lo que me ayuda a mantener el equilibrio y con una mano acaricio comienzo a acariciar su cabello.

Todo era tan perfecto, tan utópico e increible que por momento parecia irreal, un sueño, una ilusión, algo que podría romperse con el más leve movimiento, con el más fragil viento.

Jamás quería dejarle, si hubiese alguna manera de poder fundirnos juntos lo haría. Apartarme de él parecía una muy mala idea, sin él siempre estaba muy solitaria. Pero aún así siempre había ideas rondando en mi cabeza, cada ve que le veía podía imaginar cientos de maneras en las que podriamos terminar, ciento de situaciones  que podrian dañarnos, con él siempre estaba al filo de todo, tratando de evitar aquellas situaciones, parecía que continuamente estabamos caminando en una cuerda floja.

Pero lo valía.

—Deberiamos…¿Bajar, tal vez? Esto está un poco…—dije despues de soltar una pequeña sonrisa. Aún tratando de tranquilizar mi respiración.

—¿Un poco qué? —preguntó él de vuelta, enderezandose para mirarme a la cara. Apoyé la cabeza en la muralla mirandolo también.

Iba a responder su pregunta pero sus labios me detuvieron antes que pudiera decir si quiera una palabra, atrapando mi boca y yo no pude hacer más que corresponder, no quería hacer más que corresponder.

Cada beso era como el primero, se sentía igual, la extraña sensación en el estomago, el rubor pintando todo mi rostro, los fuegos artificiales que solian aparecer en mi cabeza cada vez que lo hacia. No podía ser mejor.

Solo me concentré en él, en sus brazos envolviendome, en sus suaves labios y aquel olor a menta, en como su lengua se abria paso por mi boca haciando que mi cuerpo comenzara a sentirse débil.

Teniamos que parar, las cosas entre nosotros subian rapidamente de tono y no es que no quisiera estar con él, era solo que no quería complicar así las cosas entre nosotros, quería ir con calma y no dejarme llevar por impulsos, Castiel no era algo del momento, no fue algo que logre con dejarme llevar, y quería mantenerlo así.

—Castiel —suspiré su nombre cuando nos separamos en busca de aire.

—Bien, vamos abajo —respondió él sin borrar aquella aprticular sonrisa de su rostro y me tomó de la mano, arrastrandome hacia el primer piso donde nos tumbamos en un sofa.

—¿Debería encender el televisor? —pregunté tomando el control y acomodandome junto a él.

—Como sea —se encogió de hombro y con una mano suavemente tomó mi mentón acercandome a él para volverme a besar. Correspondí al beso mientras apretaba los botones del control tratando de prenderlo.

Corazón de melón: La sombra del pasado [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora