Capítulo VIII

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~"Órdenes"~

"Echarle la culpa de tus errores a tu naturaleza no cambia la naturaleza de tus errores."

—Thomas Harris.

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No quería saber la agonía que le esperaba afuera. Con tan sólo escuchar los ruidos que emergían de las gargantas de los herejes, cuando oía a los soldados gritar o cuando ponía atención a los mandatos de ellos, se le erizaba la piel hasta quedar completamente congelado. Se quedaba ahí en su cama, cubriéndose con las últimas fuerzas que tenía acumuladas, se cubría con los lamentos de todas las noches, se cubría con la culpa que sentía reposar sobre sus hombros al ver a su madre llorar o verla distraída, pensando en alguna solución distante o en un futuro utópico para todos.

A veces, cuando se despertaba en las noches, caminaba por la cabaña, pasando a través de los pasillos, tocando las murallas de madera barnizadas, rozando con su nariz la aspereza de las sillas y oliendo ese aroma a encierro. Cuando se aburría de recorrer la cabaña una y otra vez, salía y miraba la construcción que se alzaba sobre su cabeza, odiándola y temiéndole. Sintiendo respeto hacia ella pero también pavor; era un respeto temeroso, uno del cual no sabes como salir y ni siquiera sabes como entraste. Tomaba piedras y las lanzaba, éstas, torpemente chocaban con la reja produciendo un olor a quemado y un sonido chispeante.

Nunca se había sentido tan miserable, tan idiota, tan culpable. Nunca quiso que aquello pasara, nunca pensó que lo descubrirían, creyó que lo hacía todo bien y ahora, todo sale mal. Todo.

•••

—Kyle, tu comida, se enfría —le dijo su madre en un pobre intento por hacerlo comer, pues no lo ha hecho en días.

Su apetito disminuye con cada pestañeo y duda si podrá llegar al final del túnel si continúa así.

—No tengo hambre.

—Tienes que comer para que vayas a dejar a Ike a la escuela.

—¿Qué? —eso lo tomó por sorpresa.

Sabía que había una torpe escuela en ese "campamento", oculta detrás de las cabañas, casi al final del lugar de tierra. La había visto en una de sus expediciones pero nunca pensó que su hermanito se interesara en ir. Y obviamente, él no iría.

Miró curioso a Ike, para confirmar aquello que su mamá le había dicho, aunque no cabía en su cabeza que su hermano se interese por ir a la escuela estando en una situación así. Le resultaba inverosímil. Mantenía su mirada verdosa sobre los negruzcos cabellos de Ike y el menor sólo se preocupaba de comer, sin apartar sus ojos del plato.

—Sí quiero ir Kyle —comentó Ike cuando los iris de Kyle no se despegaban de él.

Suspiró acostándose sobre la mesa, recibiendo un regaño por parte de su progenitora.

Al terminar el almuerzo, Kyle vio como su hermano se colocaba una pequeña mochila y un uniforme verde opaco, el cual hacía contraste con su rosada piel. Le daba asco ver a Ike vestido como los soldados que rondaban por el lugar, se lo imaginaba matando a sangre fría y haciendo cosas horribles a las personas que probablemente fueron sus amigos. Cuando ya estaba listo lo tomó del brazo hacia afuera y caminó rápido para alejarse de la cabaña, la cual ya quedaba atrás.

Ambos zapatos resonaban contra las piedras, uno pisaba con rapidez y el otro sonido intentaba imitar al primero, pero se le era inútil. Kyle caminaba bastante veloz.

"El Levantamiento"《Kyman》Where stories live. Discover now