Capítulo VII

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~"Fe"~

"La finalidad del castigo es asegurarse de que el culpable no reincidirá en el delito."

—Cesare Beccaria.

*Advertencia: contenido fuerte.*

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No entendía porqué tenía que llevar utensilios de metal hacia la fundidora, para que con el paso de las horas cada cuchara, olla, sartén y lo que contenga este elemento resistente y a la vez moldeable no lo vuelva a ver nunca más y se convierta, al fin y al cabo, en algo mucho peor que un cuchillo o el mismísimo diablo. Craig sentía las uñas salirse de sus dedos cada vez que levantaba algo pesado o cuando escarbaba en la tierra para conseguir piedras grandes, a su vez, Tweek lo ayudaba a cargar las rocas más pesadas aunque esta tarea se le dificulte un poco más por culpa de su contextura delgada y pequeña, muy parecida a la de Butters; y hablando de él, nadie lo ha visto, nadie ha hablado con él y nadie sabe en dónde está, pero cada niño que lo recuerda sabe que está bien y que aún vive, porque aunque no lo parezca y cueste creerlo, Butters es más fuerte de lo que aparenta.

Tucker se quejaba al tratar de levantar una piedra, la cual estaba enterrada por completo bajo el fango. Sus dedos, aunque no son delicados sino fuertes, se doblaban ante la presión que ejercían sobre la tierra húmeda después de la lluvia que emergió en la mañana. Cuando por fin logró sacarla, —una roca de gran tamaño— la aventó al carro que Tweek sostenía y la torpeza del rubio ocasionó que la carretilla se ladeará, asustando al pobre bastardo.

—Ngh... No —fue lo único que dijo cuando un oficial se acerba a él.

Con sus ojos cristalizados sabiendo lo que vendría, sujetó sus cabellos y jaló de ellos temeroso, con el pavor salir de sus poros de tan sólo imaginar que su destino sería igual que el de su padre. No quería morir a manos de judíos malvados; y aunque intente mostrar un semblante serio como el de Craig, sus sentimientos se escapaban y ahora lloraba sin darse cuenta alguna.

Veía las botas grandes partir el suelo con cada pisada, aquellas piedras que estaban debajo de las suelas se partían en dos y Tweek imagina su cráneo siendo rebanado. El soldado se posicionó delante de él, sentía el respirar pesado y la ira escapando por los ojos rojos del oficial; tenía miedo y sus cuencas sólo podían mirar la carretilla aún tumbada, con un montón de piedras y rocas desparramadas. Una brisa cruzó su rostro y sabía que el golpe no tardaría en llegar. Cerró los ojos, apretando con fuerza, sintiendo sus pestañas quebrarse, sus dientes molerse y sus uñas enterrándose en las palmas. Esperó, mas el golpe nunca llegó, sin embargo resonó en el lugar. Escuchándose una y otra vez, piel contra piel, repitiéndose el sonido sordo de una cachetada bien dada, con toda la mano y con cada uno de los dedos extendidos.

Al abrir sus ojos, el oficial lo miraba con desagrado y furia. La mano le palpitaba, y el entrecejo se le marcaba mucho más que antes.

—Recoge eso y sigue con tu labor hereje mediocre —dijo apuntando con su dedo a la carretilla.

Tardó en moverse pero lo hizo, sin apartar la mirada sumisa de su superior. El oficial asintió y luego le dio una patada al chico de cabello azabache que se quejaba en el suelo con anterioridad. Fue ahí que Tweek lo vio, con líquido carmesí brotando de su labio y una gran mancha roja en su mejilla izquierda.

"El Levantamiento"《Kyman》Where stories live. Discover now