The sentence

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La sentencia





Ahí estaba Castiel, frente a sus hermanos en el cielo. Todos lo veían y apuntaban con sus dedos acusadores. Ahora era un traidor, todo por el peor de los castigos. Estaba amarrado a una silla con esposas especiales para ángeles, esperando su sentencia.

—Hemos hablado, Castiel, y estamos de acuerdo en el castigo. No se te quitará tu gracia, aún serás un ángel, pero dudo que puedas usar tus poderes al lugar donde serás llevado—habló duro Miguel, el encargado del cielo. Castiel miró a todos lados con miedo y confusión. ¿A dónde lo enviarían?—Tu sentencia será el infierno, junto a Lucifer—

Y entonces se esfumó. Lo último que vió fue a sus hermanos viéndolo con desagrado. Jamás volvería a ser uno de ellos.

Sintió como caía y al detenerse pudo observar donde estaba. Un lugar oscuro y algo húmedo, olía a decadencia y pecado.

Era el infierno.

Se levantó del piso con ansiedad y observo bien a su alrededor. Caminó unos metros y se encontró con una puerta, con incertidumbre la abrió. Parecía una especie de trono pero no había nadie en la gran sala. Caminó con cautela hacia el salón, se acercó al trono y pudo leer la inscripción de este.

Angelus throni

El pánico se instaló en él en ese instante. Ese era el trono del ángel, el ángel caído. Su hermano, Lucifer.

—Hola, Castiel—

Volteó al escuchar esa voz tranquila y filosa. Ahí, frente a él, en toda su gloria, el ángel caído. El mismo diablo en persona. Lucifer.

—Hablemos— pidió al tiempo que le pasaba por un lado y se sentaba en su trono.

Castiel no decía ni una palabra.

—Se dice allá arriba que hiciste algo muy malo —se burló con una sonrisa —Pero sé como son de aguafiestas y sé que aquí tendrás más libertad, claro si haces lo que se te ordena, justo como en el cielo. No lo veas como algo malo, si no como un nuevo aire. Ya verás que te gustará —

Lucifer le giño un ojo al terminar su bienvenida y le sonrió del lado. Castiel se sentía ansioso y fuera de lugar en ese momento. No se creía​ que él estuviera en el infierno, parecía irreal. Pero ahí estaba, con el mismísimo diablo en persona, dándole la bienvenida a su reino.

Castiel asintió y preguntó lo único que pensaba en ese momento.

—¿Qué se supone debo hacer ahora?—

—Buena pregunta —parecía que la sonrisa juguetona no abandonaba el rostro del ángel caído. Trono los dedos y un demonio apareció frente a él —Él es Crowley, él te dirá que debes hacer cuando yo no te lo solicite personalmente. Por ahora relájate, busca un lugar para quedarte y te llamaré cuando sea necesario —

El demonio Crowley lo tomó del brazo y lo sacó de ahí, entonces se dió cuenta que en todo el rato que Lucifer le hablaba no quitó la mirada de él. Tenía miedo, si, pero trataba de mostrarse fuerte. Para él, digan lo que digan, no cometió ningún pecado, sólo se enamoró. ¿Qué hay de degradante en eso?

Siguió a el demonio por más pasillos oscuros iluminados por antorchas, las cuales le daban cierto aire tenebroso. Iba a preguntar a donde iban cuando el demonio se detuvo y habló.

—Eres el primer ángel que viene aquí, todos le temen a Lucifer— habló con un extraño acento.

Castiel entrecerró los ojos examinando al demonio frente a él. Si todos le tenían miedo, ¿por qué el no lo parecía tenerlo?

—Como sea, no sé porque estás aquí pero si se que harás —continuó — Este será tu lugar, por así decirlo ya que no necesitamos dormir. Cuándo se necesite algo de ti, te avisaré, si no es que viene el mismo Lucifer en persona. Cuando sea así ten por seguro que es para algo muy grande —

Miró la puerta de madera vieja frente a él, asintió a lo que le dijo el demonio y este se retiró, tal vez tenía más cosas que hacer. En realidad no sabía que hacía un demonio, tenía el básico conocimiento de que buscaban almas por medios ilícitos, pero fuera de eso no sabía que hacían en general con su día. ¿Qué haría él? ¿Lo pondrían a buscar almas como vil demonio, a él, un ángel del señor?

Llevó sus manos a su cabeza mientras se sentaba en la cama. Su cabeza era un lío con esas nuevas dudas y pensamientos sobre su humano favorito. ¿Cómo estará él? ¿Se llegaría a enterar de su destino o pensará que lo abandonó a su suerte? Millones de pensamientos por minutos llegaban, todos sin respuestas.

Oh, padre. ¿Fue tan grande mi crimen? ¿Fue malo el enamorarme? Y lo más importante, ¿seguiré hablándote cuando sé que no me escucharás?

Y es que Castiel aún tenía fé en la humanidad, y en su padre. Sólo era cuestión de tiempo para perderla gracias a el lugar donde estaba ahora.

Era necesario sacrificar todo por él, padre, pero tengo miedo de lo que viene a continuación.



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Les informo que contendrá muchas escenas zhuculentas y m-preg 7u7

Viviendo con el diablo ✡ LustielWhere stories live. Discover now