CAPÍTULO 43 -ESTRENO

424 48 24
                                    

En todo el tiempo que llevo en San Diego he logrado muchas cosas, no materiales claro está, sino más bien espirituales. Entre ellas no podía faltar el logro de algo de estabilidad en mi vida. Tal vez no había logrado ser rica o famosa pero sí estar tranquila durante al menos unos pocos meses. Tenía un sitio al que llamar hogar y al que acudir después de una larga y ardua jornada laboral. ¿No era eso suficiente estabilidad y tranquilidad para mi vida? Lo primero está claro que sí pero lo segundo no tanto pues una serie de acontecimientos no parecían querer permitirlo.

Hace ya un mes tomé una extraña decisión, una decisión que al principio parecía una locura pero con el tiempo se tornó como algo normal. Tracey, el arrogante cantante de la banda que gestiono, se mudó a mi casa. Fue algo simple, sus padres no le querían más en casa y mi alma caritativa no le podía dejar en la calle. Además de poderle tener un poco más centrado en la música me sirvió para conocerle mejor. Y tan bien le conocí pues de llevarnos mal pasamos a tener una especie de relación de amor-amistad que ni nosotros sabíamos lo que era. Básicamente actuábamos como amigos aunque teníamos momentos cariñosos. Lo nuestro era una simple muestra de cariño pero nada serio, no buscábamos ese tipo de estabilidad y mucho menos íbamos a estar tranquilos siendo dos torbellinos con patas.

Aún así no dejaba de ser feliz. Lo que tenía claro es una cosa, no necesitaba ninguna relación sería después de los batacazos sentimentales con Drake y Evan. ¿De qué me servía una relación si a quien más quiero no puedo tener? A quién iba a mentir, en este momento y en cualquier otro solo tendría algo con Jeff. No podía engañarme a mí misma con cenefas amorosas que tapen la cruda realidad, esa en la que otra mujer que no soy yo está en los brazos de mi amado, pero no me podía dejar vencer por los obstáculos.

Sin una relación propiamente dicha pero con éxito laboral podía ser feliz. La banda había crecido mucho en estos meses a tal punto de que ahora sus recitales por bares de la zona son frecuentes. Había logrado enderezar a Tracey, el mayor responsable de la pasividad de Tremor. Con eso logré que los chicos se pusieran de acuerdo para grabar una extensa colección de covers de algunas famosas canciones e incluso sus propios temas, algunos de los cuales ayudé a componer. Aunque la banda era cosa de ellos tres estaba tan implicada como ellos en Tremor. Ayudaba en la composición de la letra, en la creación de los ritmos y acordes e incluso toqué en algún bar cuando necesitaban otra guitarra o ayuda con el bajo. Me costaba creerlo pero yo también estaba dentro del mundo de la música.

Ese día los chicos tenían un recital en uno de los garitos del barrio. No era un cuchitril pero sí un bar cutre que salvaba su debacle gracias a los conciertos que daba varios días a la semana. Por suerte, al ser un local pequeño, no tendría que tocar como apoyo. Aún así debía ayudarles a practicar y a poner a punto los instrumentos. El primer paso sería convencer a Tracey quien parecía estar mucho más centrado en la VH1, donde estaban pasando un concierto viejo que de su propio recital. Así era Tracey Spencer, pasivo como él solo pero al mismo tiempo un volcán en plena erupción.

—Tracey —le llamé.

—¿Qué te pasa? No paras de dar vueltas por el piso, me vas a marear —protestó.

—Son las cinco y media y el recital es a las ocho. Tenéis que decidir el repertorio de esta noche y practicar.

—Bah, ¿para qué practicar? Anda, ven aquí un rato, cuando te estresas estás muy fea —contestó riendo.

—Haz lo que te dé la gana pero yo me voy. Eso sí, te advierto de que como no aparezcas a tiempo te expulso
de la banda y de la casa.

Tracey me miró molesto pero siguió con la televisión. En cambio yo me fui, tenía mucho que hacer para tratar de montar el mejor recital posible para Tremor. Su pasividad me ponía enferma pero no podía hacer nada por acabar con ella mas que irme y esperar a que viniese a tiempo. Al salir a la calle una ola de calor me dio de lleno en la cara. Era de esperar a finales de julio en la calurosa San Diego. No había nadie por la calle, parecía estar desierta. Era extraño pasear por la mayor avenida de la ciudad sin chocar con nadie ni sumergirse en un tumulto de voces y transeúntes.

It's So Izzy |Guns N' Roses|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora