Inhalé profundamente su particular y única fragancia, la que lo identifica, ese ya familiar aroma que me trasmite paz y que, acompañada de los círculos que comenzó a trazar en mi espalda con las palmas de sus manos, se convirtió en un calmante infalible. Sus palabras, su auxilio, había obtenido el resultado esperado, me hizo sentir preciada, logró que yo misma comprendiera que debo valorarme. Tranquilizó mi alma.

Apoya su mentón en mi frente con suma delicadeza y yo sólo procuro mantenerme aferrada a su calor. Lo más probable es que parezcamos una pareja de idiotas enamorados, algo probablemente envidiable por los nulos espectadores de nuestra escena, no obstante, aun sabiendo que a nosotros no podría unirnos un lazo que no fuera otro que el de la amistad, creo que este abrazo es igual o más efectivo para mitigar el sufrimiento que el de un novio ya que es uno que te obsequia una persona que cumple con toda la definición de la palabra amigo.

—No voy a preguntar el motivo que te llevó a llorar, As, pero espero que en algún momento seas tú quien decida abrirse conmigo. —Suspira—. Sólo supondré que Alan o el desconocido no tuvieron que ver en esto... ¿No?

Ya estaba olvidando el porqué de mi llanto.

—No es por ellos, no te preocupes. Te lo diré pero no ahora, primero deja meditarlo. Encontraré el día y el momento adecuado para hacerlo.

—Está bien, As —susurró acariciando mi cabeza—. Te besaría para distraerte de tu dolor pero sería un trauma insuperable. —Reí contra su plano pecho.

—Tú te lo pierdes— dije sin más. Luego nos invadió un cómodo silencio.

La fuerte brisa nocturna nos sacó brutalmente de nuestro arrobamiento luego de haber desatado mi tormenta de emociones. He de admitir que me siento realmente bien entre los brazos de mi amigo, y que, la verdad, no quiero alejarme de la calidez y protección que me otorga cariñosamente, pero, tristemente, no se puede luchar contra el tiempo. Es hora de marcharnos.

—Estás loca si crees que dejaré que te vayas a tu casa, As —murmuró mientras se ponía de pie, luego, me ayudó a incorporarme también—. ¡Hoy habrá una pijamada de a dos en mi departamento y debes venir! —Siempre me pregunto de dónde saca tanto entusiasmo este chico, si logro descubrir la fuente de ésta se la robaré porque necesito un poco.

—¡Claro! Si no, no sería de a dos —contesté obviando.

Acepté gustosa, notando sus intenciones. Él de seguro ha deducido que mis padres se preocuparían al verme la cara y que demandarían muy buenas respuestas que avalaran el llegar a casa a estas alturas de la noche, intranquilidades con las que de por sí no sabría cómo lidiar ni excusar.

Llamé a mis padres, y fingí felicidad para preguntarles si podría quedarme en casa de Dylan. Sé de antemano que ellos se espantarían de sólo saber que pernoctaría en los aposentos de un chico, la cosa es, conocen y confían lo suficiente en mi embelesador amigo, y en sus gustos, así es que tan sólo debí aplacar un pequeño regaño culpando a mi distraída mente y ellos accedieron a mi petición.

Al finalizar la llamada, me fijé en la hora en mi celular: 2:46 a.m.

Me sorprendí de no sentir a mi cuerpo rogar por la comodidad de mi cama ya que yo no acostumbro dormirme tarde, de hecho, soy de las personas que respeta las sagradas horas de sueño. Pero hoy era un día de esos, así que lo pasé por alto.

Tenía notificaciones en el aparato en mi mano, mensajes que provenían de esa aplicación, aquella que utilicé para buscar un hombre dispuesto a cumplir con un irracional cometido, y de la cual me extraño no haber desinstalado de mi móvil. No lo haré ahora tampoco, así es que decido ignorar tal conversación. No necesito leer lo que dicen los avisos para saber quién me habla y de qué quiere hablar. De inmediato viene a mi mente la imagen de sus ojos volviendo a conectarse con los míos, hoy por la tarde. Imagino que el contenido de sus insistentes mensajes tiene que ver con ese embarazoso reencuentro, pero decido ignorarlos, después de todo ya habíamos acordado no contactarnos.

El llanto de una Azucena© | Actualizaciones lentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora