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Estiré los dedos de mis pies para calentarlos e intenté volver a taparme con la manta, con los ojos aun cerrados gruñí molesta.
Y como si me golpeara alguien con un bate de beisbol; recordé todo lo sucedido ayer, ¿Cómo puedo dormir tan tranquila?

Me senté en la cama, frunciendo el ceño por la ventana abierta y con una figura apoyada en ella, Derek.
Froté mis ojos con los nudillos y observé a la manta de flores bien doblada y puesta encima del escritorio.

Pero, cayendo en la cuenta, volví a mirar al chico de ojos bicolor; tenía un cigarro encendido en la mano.

Me puse de pie y me miró.
-Apaga eso.

Frunció el ceño y negó con la cabeza.
-¿Por qué?

Gruñí enfadada. -Porque en esta casa no se fuma -Me tapé la nariz-Apaga el maldito cigarro.

-Menuda quejica -Lo apagó con el alféizar de la ventana y lo tiró al camino de tierra.

-Me voy a desayunar.

Cuando quité el pestillo él se volteó.
Llevaba la misma ropa que ayer, sin embargo, con la luz del día pude darme cuenta de que la camiseta se ceñía a sus músculos y los vaqueros combinados con las botas le daban un aire de "chico malo".
-Tráeme algo a mí -Alcé una ceja.

La situación era extraña, un desconocido del que solo sabía su nombre y que era perseguido por la policía me acababa de pedir que le trajera algo de desayunar.
Definitivamente el que movía los hilos en el mundo quería reírse de mí.

Bajé las escaleras fingiendo tener la misma energía de siempre y fui hacia la cocina donde Logan desayunaba uno de sus paquetes de galletas con un bol de leche.
Le revolví el cabello castaño y me cogí algo ligero para comerme rápido, no me gustaba dejar solo a Derek.

Me escondí dos bolsitas de galletas de chocolate en el bolsillo y me comí una.
No era mucho, pero quizá por el "mal menú" decidiese irse.

-¿Dónde está mamá? -Le pregunté apoyándome en la encimera.

-Aquí estoy -Dijo de mala gana con el teléfono en la oreja-. Hay que conseguir que las ventas no caigan en picado, así que busca ideas.

Y colgó.

Mi madre trabajaba en una revista rosa bastante famosa, por suerte (O desgracia) trabajaba con el portátil desde casa, pocas veces tenía que ir a la sede.

-Me voy a estudiar -Susurré.

-¡Recuerda las pastillas, Samantha! -Gritó.

Subí las escaleras alborotada y nada más entrar a mi habitación cerré la puerta.

Derek estaba tumbado en la cama, con las manos sosteniendo su cabeza y los músculos marcados por culpa de la maldita camiseta que le quedaba bien.

Fruncí los labios y le tiré los paquetes de galletas al pecho.

-¿Galletas? -Alzó una ceja y abrió el paquete comiéndoselas.

Me senté en la silla con ruedines, mirando hacia el chico de mirada bicolor.
Había perdido un poco el miedo hacia él, no tenía armas ni tampoco tenía aspecto de querer matarme, lo hubiera hecho ya.

Pero, como siempre tenía que salirme algo mal; alguien abrió la puerta y Derek se sentó de golpe en la cama.

-¡Logan!- Murmuré con los ojos como platos, la única parte buena de todo esto es que al menos no había sido mi madre la que había entrado.
Soy idiota, me había olvidado de poner el pestillo.

-¿Puedes pasarme el nivel del Mario Bros? Esta Nintendo me odia.

Él se detuvo observando a Derek con sus cejas fruncidas, sus ojos marrones me miraron con duda.

-¿Quién es?- Le señaló con el lápiz del aparato.

-No es nadie, Logan -Me mordí el labio y cerré la puerta- No le digas nada a mamá, por favor.

-Eh -Se metió el pelinegro en la conversación y al mirarlo me guiñó un ojo- Yo sé jugar al Mario Bros.

Las pupilas de mi hermano se engrandecieron y parecía brillar de felicidad, corrió hacia él y se sentó a su lado.
El aparato pasó a tenerlo Derek entre sus grandes manos, toqueteó los controles y carraspeó comenzando a explicar el nivel de Logan.
La musiquita del Mario Bros sonaba de fondo en la habitación junto a la voz gruesa y grave del chico de ojos bicolor.

Un desconocido perseguido por la policía estaba jugando tan tranquilo con mi hermano, bromeando y riendo sobre cosas del videojuego.
No hacía nada para evitarlo, incluso sus sonrisas llegaron a enternecerme por un pequeño momento.

Y algo despertó en mí, seguramente la tan llamada curiosidad de saber quién era en realidad Derek.
¿De dónde venía? ¿Por qué era perseguido? ¿Y su familia?
Deseaba buscar respuestas a todas esas incógnitas.

Decidí apartar ese tema y me senté en la silla del escritorio, tomándome la pastilla para el corazón sin que nadie me viese, la tragué y me volteé con los gritos de alegría de Logan, él con la Nintendo de la mano agradeció a Derek el favor y éste con una sonrisa de autosuficiencia le sugirió continuar la partida en otro lado.

Cuando Logan se fue, cerré con el pestillo y el chico bicolor se levantó de la cama con los brazos cruzados.

-Sabe el secreto -Susurré tirando de un mechón de pelo, nerviosa.

-¿El de que tienes a un criminal en tu cuarto y no lo consigues echar?- Pregunta con sorna y divertido.

Pues no lo podría haber dicho mejor, maldito intruso.

Llámame Derek [ANULADA] Where stories live. Discover now