Cap 9

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El trabajo del día estaba terminado, y Sakura deseaba descansar en su jergón. El calor intenso del día la había agotado, y además tenía que soportar el calor del hogar, cerca del cual estaba encadenada, y donde no corría la más mínima brisa.

Habría podido besar a Nadine cuando la anciana se inclinó para retirar la nueva cadena que Sakura tenía que usar, pero se contuvo. Nadine continuaba mostrándose hosca a causa de la brusquedad que Sakura le había mostrado varios días atrás. Sakura ya se había disculpado, pero eso no había contribuido mucho a suavizar a la anciana. Y su malhumor agravaba la carga de Sakura, pues Nadine era la única con quien ella podía hablar. Si la anciana la trataba con frío silencio, el día de Sakura era en verdad muy tedioso.

Nadine se llevó a Sakura, pero no la empujó hacia la escalera, el camino que solía seguir a la hora de acostarse. Le dijo secamente que debía darse un baño. A pesar de su cansancio, Sakura no estaba dispuesta a quejarse por eso. Sería apenas el segundo baño desde que la habían llevado a la casa. Sabía que Meiling se bañaba con bastante frecuencia durante la semana, y que otro tanto hacía Syaoran, pero los criados rara vez tomaban baños. Acostumbrada a la limpieza, como era el caso de Sakura, el pequeño cubo lleno de agua que le entregaban diariamente para higienizarse, sencillamente no era apropiado.

La idea de que volvería a lavarse de la cabeza a los pies levantó su ánimo. Pero no fue un baño cómodo, pues los restantes criados estaban esperando con el propósito de utilizar la misma agua. De todos modos, ella fue la primera que entró a la bañera, de modo que su situación fue muy distinta. Esta vez el agua estaba tibia, limpiaba, y en el cuartito sólo la acompañaba Nadine.

Mientras Sakura se bañaba y se lavaba de prisa el cabello, Nadine procedía a lavar las únicas prendas que la joven usaba. Se le entregó una túnica sin forma, de lana delgada y tosca, con el propósito de que la usara durante la noche, mientras se secaban sus prendas. No era más que un largo rectángulo de lienzo gris, con un círculo recortado en el centro para permitir el paso de la cabeza. Ajustado a los costados con un cinturón era suficiente para cubrirla, aunque por supuesto, como todas las restantes prendas, era demasiado corta para ella. Pero abajo no llevaba nada, y se sentía desnuda. La única razón por la cual no protestó ante la exigencia de usar una prenda sin costuras laterales era que después del baño debía ir directamente a su dormitorio.

Pero contrariamente a lo que había supuesto Sakura, no debía ir directamente a su cuarto. Una vez arriba, Nadine la obligó a seguir caminando, después de pasar frente a la puerta del cuartito, y la anciana no se detuvo hasta que llegó al final de un corredor, donde estaba la habitación del señor. Sakura retrocedió cautelosamente.

- ¿Por qué? – preguntó cuando Nadine llamó a la puerta.

Nadine no se molestó en mirarla, pero Sakura vio que se encogía de hombros.

- Hago lo que me ordenan. No me explican las razones. -

- ¿El dijo que deseaba verme? -

- El dijo que te trajese aquí. Y aquí estás. -

Nadine abrió la puerta y esperó a que Sakura entrara. La joven vikinga vaciló, pero sólo un instante. No temía, pero no veía por qué la llevaban allí de noche. Si Syaoran deseaba interrogarla otra vez, lo habría hecho durante el día.

Entró a la habitación, por la fuerza de la costumbre dando pasitos cortos, pese a que después del baño Nadine no le había puesto los hierros. Como la última vez que la habían llevado allí después del baño, Nadine traía los anillos y las cadenas, y lo mismo que la vez anterior depositó todo sobre la mesa de Syaoran y salió de la habitación, cerrando tras ella la puerta.

Syaoran estaba de pie junto a una de las ventanas abiertas, de frente a Sakura. Ella ya estaba familiarizada con esa habitación, de modo que no paseó la mirada por el lugar, y en cambio observó directamente a Syaoran, esperando enterarse de la razón por la cual la habían llevado allí. La túnica que usaba la avergonzaba un poco. Debería haberse negado a recibir esa prenda. Si se aflojaba el cinturón, prácticamente estaría desnuda. No era modo de comparecer ante un hombre. Pocos días antes quizás ella hubiera contemplado una táctica parecida para quebrar el control de Syaoran, pero ahora no estaba segura de que aún lo deseaba. No, eso no era cierto. Todavía lo deseaba. De lo que no estaba segura era de que fuese buena idea conseguir lo que quería.

corazon salvajeWhere stories live. Discover now