Capítulo 11: Lobo feroz

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La mejilla de Wonho rozaba con la suya, y su cálido aliento se depositó en su cuello, erizándole la piel en el proceso. Aquello le recordó a algo... algo que sucedió más concretamente en un coche, hacía tres días.

De repente, Changkyun se vio a sí mismo sentado en el regazo de Hoseok, besándole el cuello y riéndose infantilmente.

El mundo parecía haberse parado. Ningún ruido de la guardería podía ser escuchado por el pelinegro: ni los gritos ni las risas de los niños, ni las quejas de la monitora por el calor que hacía en la estancia; ni siquiera los sonidos extraños que hacía Minhyuk imitando a un cachorro para hacer reír a una niña llegaron a sus oídos. Solo era consciente de los latidos frenéticos de su corazón.

Dios... ¿pero qué hice?

El mayor se separó por fin de él con una discreta sonrisa y Changkyun fue incapaz de proferir palabra o moverse. Se quedó mirándolo durante unos segundos con los ojos como platos y la boca entreabierta; Wonho alzó una ceja, esperando una reacción de su parte.

Si Changkyun decía algo ahora, lo más probable es que solo fuese capaz de tartamudear un par de cosas incoherentes. Finalmente, el menor se levantó en silencio y se dirigió a una esquina de la guardería. Se sentó en el suelo mirando hacia la pared y alcanzó un pequeño piano de juguete que estaba a su izquierda.

Wonho le observó desde el mismo sitio y suspiró: tal vez había sido tan directo que le había asustado.

Pero no desistiría. Estaba decidido a que Changkyun fuese suyo, aunque aquello significase reunir toda la paciencia de la que disponía.

Una chica de su club que se acercó al castaño le sacó de sus pensamientos y le prestó toda su atención: al parecer, tenía problemas con un niño que no paraba de llorar. Mientras tanto, Changkyun miraba a la nada a la vez que pulsaba con el dedo índice dos teclas en bucle.

Ni siquiera se inmutó cuando una niña se aproximó a él y se sentó a su lado, cogiéndole de la tela de su sudadera.

—Oppa, ¿sabes tocar el piano? —preguntó animadamente. Changkyun no dijo nada y siguió apretando las dos teclas. La pequeña arrugó el ceño y le zarandeó ligeramente el brazo para que le hiciese caso—. ¿Puedes tocar la canción de la estrellita? —insistió un poco enfurruñada.

Como seguía sin haber respuesta, la niña bufó y se cruzó de brazos. Otro crío se acercó a ellos y estudió detenidamente la cara de Changkyun.

—¿Qué le pasa a este hyung? —inquirió extrañado—. Su cara parece un tomate.

Changkyun hacía todo lo posible por respirar con normalidad, pero no logró calmar su desbocado pulso y sentía que sus mejillas estaban ardiendo: solo podía pensar en lo que hizo el viernes... y en la invitación de Wonho para volver a morderle.

—No lo sé... vámonos. Este oppa es muy extraño —dijo la niña antes de irse y dejarle solo.

No me importaría que me volvieses a morder... No me importaría... No me importaría...

Esa frase se repetía una y otra vez en su cabeza y no se iba. No quería darle importancia a lo que acababa de suceder, quería ignorar a su corazón y a cómo se estaba sintiendo es este momento. Sin embargo, una pregunta se abrió paso en su mente e hizo que por fin dejase de tocar el piano de juguete.

¿Me gusta... Wonho?

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Changkyun observó el disfraz que yacía encima del banco del centro de la estancia y el cual debía ponerse para la actuación. Estaba en la pequeña habitación que servía de vestuarios en los bastidores, y apenas quedaban unos minutos para la representación de la obra. Suspiró resignado: esta vez, Kihyun se había pasado con el favor que le pidió.

A dos notas de tu corazón [WonKyun]Where stories live. Discover now