Capítulo 2: Improvisación

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Changkyun no sabía qué decir o hacer; deseaba con todas sus fuerzas salir corriendo de allí, pero la intensa mirada de aquel chico de desordenados cabellos castaños le estaba poniendo tan nervioso que le fue imposible reaccionar.

—Perdona si te he sorprendido —se disculpó el muchacho—, pero escuché a alguien tocar y me pudo la curiosidad. Y lo que dijiste... de verdad fue adorable.

Debido a la expresión amable y sincera con la que el extraño dijo esto último, Changkyun no sabía si le estaba tomando el pelo o no; lo único que tenía claro es que hacía tiempo que no se sentía tan avergonzado. Bajó la vista hacia sus piernas y apretó con fuerza las mangas de su chaqueta vaquera, viéndose incapaz de seguir manteniendo el contacto visual.

El desconocido, al ver que el pelinegro parecía incómodo por el comentario, se mordió el labio con apuro: no era su intención molestarle. Finalmente, se subió ágilmente al escenario y caminó hacia el piano; a medida que se acercaba a Changkyun, este se encogía más y más en el sitio, como un cachorro asustado.

El castaño se detuvo a una distancia segura para no invadir el espacio personal del pequeño chico y señaló con la barbilla al instrumento.

—Tocas muy bien el piano —indicó con una sonrisa afable, tratando de darle tema de conversación y que se abriese a él—, ¿estás en el club de música?

Changkyun dudó momentáneamente antes de asentir levemente con la cabeza.

—Lo suponía... ¿y en qué curso estás?

Pasados unos segundos, el menor se atrevió a alzar la vista hacia el chico, y esta vez pudo analizarlo más de cerca. Lo primero que le llamó la atención fue su vestimenta: la chaqueta de cuero negra y los vaqueros rotos le hacían parecer un modelo de revista; sus ligeramente respingonas orejas estaban cubiertas por numerosos piercings y llevaba una gargantilla en el cuello.

Sus rosados labios eran carnosos y sus ojos oscuros estaban prácticamente tapados por su cabello castaño: Changkyun se preguntó cómo podía caminar sin darse contra las paredes llevando el pelo así.

Seguramente se trataba de una persona popular en el campus: en conclusión, era el tipo de gente con la que no quería involucrarse.

Wonho alzó las cejas, esperando pacientemente por una respuesta; fue entonces cuando Changkyun se dio cuenta de que llevaba demasiado rato mirándolo.

—En... primero.

Su voz normalmente era grave, pero esta vez pareció el quejido lastimero de un animalillo indefenso. Odiaba ser así, pero su fuerte no era entablar conversación con completos desconocidos, y menos cuando le había oído recitar unas líneas de guion vergonzosas.

—Oh, ya veo —murmuró frunciendo los labios pensativo—. Yo estoy en cuarto año, me llamo Shin Hoseok, por cierto —añadió con una risita, dándose cuenta de que todavía no se había presentado—, pero prefiero Wonho.

Changkyun sabía que lo socialmente correcto sería decirle su nombre, pero en lugar de luchar contra sus inseguridades, optó por quedarse callado. Wonho carraspeó por su silencio, empezando a darse cuenta de la clase de persona con la que estaba tratando.

—¿Y... cuál es tu nombre? —inquirió cuidadosamente, dando dos pasos hacia el menor. El acercamiento crispó al pelinegro, que se levantó de golpe del asiento sorprendiendo al otro en el proceso.

—Yo m...me tengo que ir —tartamudeó casi inaudiblemente. Acto seguido, cogió torpemente las partituras y pasó al lado del castaño casi corriendo.

—Oye, ¡espera! —exclamó Hoseok por la repentina huida. Cogió del brazo a Changkyun y, debido al tirón, sus gafas se cayeron al suelo. El sonido de cristales rompiéndose hizo que ambos se quedasen petrificados, mirando las lentes con los ojos muy abiertos.

A dos notas de tu corazón [WonKyun]Where stories live. Discover now