Capítulo 9: Yo te protegeré

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Los labios rosados de Changkyun danzaron por su cuello, y el modo en el que Wonho sintió su peso contra su entrepierna hizo que su cerebro dejase de funcionar.

—Chang- Ah... Changkyun —le llamó, tratando de luchar contra el fuego que se había despertado en su interior y que le estaba empezando a consumir. Pero el pequeño chico no le escuchó, así que lo intentó de nuevo con una voz temblorosa, cerrando los ojos cuando Changkyun se presionó suavemente contra él—. Joder... Por favor, Changkyun... ¡ah! —Justo entonces, el pelinegro le dio un tímido mordisco en su lóbulo perforado y soltó un pequeño gemido, agarrando su delgada cintura y temblando por la sensación placentera que se extendió por su oreja y cuello.

Se estaba volviendo loco.

Pero entonces, Changkyun se rio sin dejar de besarle el cuello y Wonho volvió a la realidad, abriendo los ojos de golpe: ¿qué demonios estaban haciendo?

Le cogió por los hombros y le apartó con delicadeza. El pelinegro le miró con el ceño fruncido y haciendo un puchero, sin entender por qué le había alejado.

El más mayor suspiró y cerró los párpados con fuerza; si Changkyun seguía poniendo esa cara, tenía miedo de volver a ceder y dejarse arrastrar por él. Así que lo mejor era no mirarle para poder pensar con claridad.

—Changkyun... —murmuró a duras penas, volviendo a establecer contacto visual—... vuelve a tu asiento.

El aludido ladeó la cabeza confuso, como si no comprendiese lo que acababa de decirle.

—¿Por qué?

Porque si no te bajas ahora mismo de mi regazo, voy a empezar a besarte y no pararé.

Esa era la principal razón, pero ¿cómo iba a decir eso en voz alta?

—Porque ya es muy tarde y nos tenemos que ir, venga, vuelve a tu asiento.

Changkyun no hizo caso al razonamiento y alzó las manos hasta las respingonas orejas de Wonho, toqueteando sus piercings.

—No quiero —declaró convencido, ensimismado en los numerosos pendientes que tenía entre sus dedos.

—Changkyun —insistió el castaño con paciencia, sosteniendo las manos del pianista entre las suyas para que dejase de tocarle—, es hora de irnos a casa.

La seriedad que empleó en sus palabras hizo que el menor le mirase con una mezcla de tristeza y aturdimiento.

—¿A... casa? —repitió en un murmullo—Wonho asintió con una sonrisa cansada—. ¿De verdad me puedo ir a casa?

Por cómo tembló su voz al decir esto último, Hoseok supo que algo no estaba bien. Perdió la sonrisa y le miró preocupado, sin dejar de sostener sus pequeñas manos.

—¿Qué ocurre?

Changkyun de repente parecía asustado y apartó la mirada; tardó unos segundos en contestar.

—Me...me quiero ir a casa... pero no quiero que esa gente me encuentre y me haga daño.

¿Esa gente? ¿Alguien le había hecho daño?

El pensamiento de Changkyun sufriendo hizo que Wonho se enfadase, pero la preocupación superaba con creces al otro sentimiento.

—¿Quiénes? —inquirió el mayor con el corazón encogido, acariciándole una mejilla para que volviese a mirarle—, ¿quiénes te hicieron daño?

Changkyun negó con la cabeza y, con el cuerpo tembloroso, la apoyó contra su pecho y se aferró a su chaqueta.

—Wonho... llévame a casa.

A dos notas de tu corazón [WonKyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora