The power of love

16. Epílogo

  'Through the hourglass I saw you, in time you slipped away. When the mirror crashed
 I called you, and turned to hear you say if only for today I am unafraid'
Take my breath away - Berlin

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Se podría decir que muchas cosas han cambiado en mi vida desde que Alec apareció en ella. 

Antes de conocerlo mi vida era complicada. La prostitución había conseguido volverme alguien despreciable. No hacia los demás, sino hacia uno mismo. Autodestructivo quizá sería mas acertado como forma de describirme. Me humillaba a mi mismo mentalmente, recordandome a diario que no era mas que un desecho, una basura que nunca nadie jamás iba a querer tras haberse vendido en multiples ocasiones. Mi cuerpo no presentaba marcas ni signo alguno de dedicarme a eso, no por algo había tenido un buen iniciador en ese mundillo y había sabido como venderme correctamente. Como evitar ser un puto de esquina y lograr que me trataran como un prostituto de lujo. Un 'acompañante', como querían llamarlo normalmente. Suena menos grotesco y supongo que les ayudaría a dormir mejor. Yo prefiero llamar a las cosas por su nombre.

Y justo cuando mas hondo había caído, cuando ya no me quedaba nada, cuando mis sueños estaban apagándose... apareció él como la luz del alba devuelve el día al mundo tras una noche oscura y tormentosa. Volvió mi vida patas abajo. Me sacó de aquel agujero de tortura en el que yo mismo me había metido. Me protegió entre sus brazos como a un cachorro herido que encuentras en mitad de la calle y logra ablandarte el corazón.

Las cosas fueron sucediéndose una tras otra, poco a poco y en su forma correcta. Pude dedicar de nuevo el cien por cien de mi tiempo y esfuerzo a lo que realmente amaba: la magia y los espectáculos. Las melodías de Alec sonaban de fondo cada vez que practicaba mis movimientos, dándole mas vida a mis actuaciones. Él solía decir que sus composiciones habían cobrado vida desde que yo era su inspiración.

Casi al mismo tiempo que yo lograba graduarme, Alec recibió una invitación para el concierto de primavera de Julliard, una importante reunión en la que un solo alumno por año era invitado a participar. Le ofrecieron el acto de cierre y creó para ello la mas grande de sus obras, recibiendo la mayor ovación que jamás se haya oído en Central Park. Como solo viniendo de Alec podía suceder, él todavía se sonroja cuando recibe algún halago por aquella admirable obra. Yo, en cambio, mantengo a salvo la partitura original como el valioso tesoro que es.

Un año mas tarde también Alec se graduó con honores. Meses mas tarde se estrenaba un nuevo espectáculo fijo en la ciudad y había logrado tener un puesto en ella, tras una docena de audiciones llenas de nervios, estrés y posteriores abrazos de mi magnifico novio prometiéndome que todo estaría bien, recordándome que estarían locos si no me ofrecían un hueco. Recordándome que él nunca sería tan tonto como para dejarme escapar. Ese tipo de cosas eran las que, día a día, me recordaban lo mucho que amaba a Alec. Esa habilidad para, en cualquier momento, cambiar la dirección de sus palabras para recordarme lo que sentía por mi.

Tal y como le prometí una vez, le recordé que debía pedirme matrimonio. Fue una noche, así sin mas. Alec se había pasado el día encerrado en su estudio. Yo estaba libre de ocupaciones a la espera de que me llamaran de alguno de los dos últimos castings a los que había acudido, uno para un espectáculo de ilusionismo y otro para una gira internacional. Me había pasado el día recogiendo el apartamento, limpiando por aquí y por allá para matar el tiempo, canturreando sin querer molestarlo demasiado. 

Había horneado galletas y a media tarde mientras hacía la compra para reponer las cosas faltantes en la alacena había comprado también una pequeña rosa roja con un largo tallo, acariciando su mejilla con los suaves pétalos, guiñándole un ojo al tiempo que había dirigido sus dulces ojos hacia mi. No tenía motivos para dejar de sonreír... al contrario.