6. Pase lo que pase

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  'Suddenly the world seems such a perfect place, suddenly it moves with such a perfect grace, suddenly my life doesn't seem such a waste. It all revolves around you.'
Come what may - Moulin Rouge

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Después de la experiencia con la música no logro quitarme al chico de la cabeza. Sorprendentemente, llama día si y día también, haciendo de mi vida algo mas sencillo. No es que me haga falta el dinero tanto como para hacer servicios todos los días, pero el que Alexander siga requiriendo de mis servicios implica que nadie mas tenga oportunidad de contratarme... y dios, con Alexander no es que se me haga algo desagradable. ¡Si hasta parece que se preocupe por mi!

Casi se me hace costumbre cuando después de dos semanas, justo después de comer, suena la melodía en mi teléfono 'especial'. Me levanto a cogerlo con mucho mejor humor del que acostumbro a portar conmigo. - Warlock al habla, ¿qué necesitas? - Sonrío al escuchar la ya familiar voz de Alexander al otro lado de la línea. ¿Cuatro? Lo habitual es dos o tres... ¿Pero cuatro horas?¿Qué ha planeado este hombre? Lo cito bastante temprano y me apresuro a adecentarme. Estará aquí en dos horas y yo todavía parezco recién salido de la cama. ¿Desde cuando me pone nervioso ver a un cliente? Normalmente es mi personalidad pasiva la que toma el control en estas situaciones. Pero no es un cliente cualquiera... es Alexander. Es detallista, cariñoso y amable conmigo. Lleva estas compras como si se tratara de una relación... y realmente me hace sentir querido. Tanto que creo que me estoy empezando a enamorar del vivaracho y alegre moreno con ojos de cachorro abandonado bajo la lluvia. Detente, Magnus. No puedes enamorarte de alguien que te está pagando por acostarse contigo.

Alexander llega a la hora justa, con la precisión de un reloj suizo, como siempre. A las cuatro en punto está llamando a mi timbre. Abro la puerta con la mejor de mis sonrisas, pues estaba dando vueltas por la sala casi mordiéndome las uñas. ¡Mis pobres uñas! Casi me da un vuelco al corazón al verlo al otro lado de la puerta con esa sonrisa sincera y amable que lleva siempre consigo. Me da un beso en la mejilla al entrar, quitándose la cazadora de cuero que lleva hoy y que le da un toque mas rebelde. -Viniendo hacia aqui me he dado de bruces con un videoclub... -Veo que lleva sus manos a uno de los bolsillos de la cazadora, sacando cuatro DVD's- Transformers, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, Moulin Rouge o Enemigos Públicos, ¿qué prefieres? - Abre las cuatro películas en abanico sobre una de sus manos, poniendo tal cara de inocencia que logra sacar de mi una carcajada, haciendo que me acerque a él. - ¿Sabes que será la tarde de cine mas cara de la historia? - Observo las caratulas, aunque desde que las ha sacado mi vista solo se ha centrado en una. - Definitivamente, Moulin Rouge. - Asiente complacido y deja las otras tres sobre la mesa, tendiéndome la película. - El dinero nunca importa cuando la experiencia merece la pena. Siempre me ha encantado Moulin Rouge. - Sonrío inconscientemente. ¿Un chico al que le encanta Moulin Rouge? Pensaba que era el único.

Nos sentamos cómodamente en mi sofá después de que ponga la película en el reproductor y prepare un enorme bol de palomitas de microondas. Nos sentamos uno al lado del otro, sin incomodidades. Nos hemos acostado mas de una docena de veces, ¿cuál puede ser la incomodidad? Alexander es quien le da al play y permanecemos ambos con la mirada fija en la pantalla, nuestras manos tocándose ocasionalmente cuando ambos decidimos al mismo tiempo que es buen momento para llevarse otro puñado de palomitas a la boca. Siempre he amado Moulin Rouge. El amor por encima de todo. El amor y la música, todo en uno. Supongo que es el amor por los musicales y el romanticismo de película lo que hace que no sea capaz de encontrar el amor en el mundo real. La gente no es como en los musicales. No te canta para declararse, ni prepara la que sería la cita de tu vida solo para pasar un día a tu lado. Probablemente ni siquiera tenga el pensamiento de que un día a tu lado sea lo mejor que pueda tener sin dejar de ser algo ordinario.

Llegamos a la escena final de la película, una de mis favoritas. Una lágrima traviesa y solitaria se ha escapado de uno de mis ojos, pero por suerte Alexander no ha llegado a percatarse de ello y me la limpio con rapidez. Y entonces es cuando me percato. Es Alexander, él esta cantando. Come what may. Apenas es un murmullo bajo, pero esta cantando la letra de la canción. De mi canción favorita de este y muchos otros musicales. Quizá no mi favorita por encima de todas las canciones del mundo, pero podría estar en mi top 10. Y Alexander, el guapo, sincero y perfecto Alexander la esta cantando inconscientemente a apenas veinte centímetros de mi. Creo que ni él mismo se da cuenta de que la está cantando, enfrascado como está en la película. Sonrío al tiempo que otra lágrima escapa de mis ojos, emocionado al darme cuenta de que, correcto o no, este hombre ha terminado por enamorarme de verdad. Una tercera lágrima llega a mis labios y suspiro interiormente, uniéndome a él en el canto, haciendo que gire de repente la cabeza hacia mi, mirándome con esas peculiares cejas alzadas por la sorpresa. Le dedico una sonrisa mas amplia sin cesar el canto, importándome un comino que vea mis lágrimas. Su voz queda silenciada por unos segundos, pero al instante vuelve a cantar conmigo.

Ninguno de los dos observa la pantalla. Ninguno de los dos parece recordar la película. Ninguno de los dos presta atención a otra cosa que no sea el rostro del otro. Y se que este momento es de esos que por mucho que quieras jamás van a repetirse. Porque esta siendo espontáneo, natural y único. Porque es él, porque Alexander es la persona que he estado esperando desde el día que decidí que quería un hombre que me quisiera como Romeo quiere a Julieta, como Heathcliff ama a Catherine, incluso como el tonto amor crepusculiano entre Edward y Bella.

Siempre quise eso, amor incondicional, amor irrompible, amor puro y duro. Y ahora, en este mismo momento, siento que podría amar a este hombre toda la vida.

La canción acaba y la escena sigue su curso en la pantalla, pero mi vista sigue fija en el rostro del moreno, notando el sabor salado de mis lágrimas mojando mis labios. Siento uno de sus pulgares limpiando mis mejillas y sonrío todavía mas, bajando la mirada de forma avergonzada. Se que no debería, que las ordenes aquí las da el que paga y que no puedo dejarme llevar... pero lo hago y me recuesto contra él, apoyando la cabeza en su hombro. - Definitivamente ninguna película saca a Moulin Rouge del número uno de mis favoritas. - Y menos después de este momento.

Siento el brazo de Alexander rodearme los hombros, acariciando el brazo mas lejano a él al mismo tiempo que me pega mas a su cuerpo. Y joder, se siente tan cómodo que podría pasarme la vida así. - Alexander... - Se separa un poco de mi, lo justo para mirarme directamente a modo de respuesta a mi llamado - ¿Puedes dejarme tu teléfono? - Alza una ceja, extrañado, pero se incorpora un poco para llevar la mano a su bolsillo, tendiéndomelo con confianza. Sin querer pensar en lo que hago, tecleo rápidamente, devolviéndoselo con un número brillando en pantalla. - Es mi número... el de verdad. Me gusta...me gusta pasar el tiempo contigo, Alexander. No necesitas pagarme para esto.

The power of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora