14. Un rincón no secreto

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  Look into my eyes, you will see what you mean to me. Search your heart, search your soul.
And when you find me there you'll search no more.  
(Everything I do) I do it for you - Bryan Adams

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Los días en Europa pasan mas rápidos y amenos de lo que jamás habría pensado. Los padres de Alec son una maravilla de suegros, o bueno, al menos su madre, que es tan dicharachera que podría ocupar el lugar de diez madres. Alec me repite continuamente que cuando me agobie o me canse de ella simplemente se lo diga, que a veces se hace muy pesada... pero a mi me parece encantadora. Su padre en cambio es mucho mas formal, pero aun así es fácil ver que de tanto en tanto se le escapa una sonrisa de complicidad ante los locos comentarios de su esposa.

Despierto el tercer día que pasamos aquí, notando uno de los brazos de Alec apoyado en mi abdomen. Siempre duermo con la espalda en el colchón, pero él en cambio tiende a dormir boca abajo. Giro la cabeza hacia él, sonriendo al verlo completamente dormido. Es extraño como me siento mas cómodo contra mas sabe de mi, contra mas me abro. Normalmente eso no ocurre. Siento que si la gente sabe de mi va a juzgarme o a observarme de otra manera. Alec simplemente sigue siendo Alec. Como si nada de lo que pudiera decirle o contarle, por horrible que sea, fuera a hacerle cambiar la opinión que tiene sobre mi.

Acaricio los mechones de su cabello con mi mano, viendo como arruga la nariz la segunda vez que repaso su cabeza. No quiero despertarlo. De común siempre acostumbro a dormir mas tiempo que él y no es habitual que pueda verlo así, tan relajado y expuesto. Voy a levantarme para darme una ducha rápida cuando su brazo sobre mi abdomen me impide moverme, al contrario, me atrae hacia su cuerpo, pegándome a él, quien se abraza a mi espalda, rodeándome esta vez con ambos brazos. 

-¿Dónde vas? Es temprano. - Su voz apenas es un murmuro, pero me hace sonreír. Ni siquiera ha abierto los ojos. Suspiro completamente relajado y los cierro de nuevo. - A ninguna parte...tienes razón, es temprano y tu eres demasiado cómodo.- Me acurruco mas contra su cuerpo, sintiéndolo cálido a mi espalda, sus brazos alrededor de mi cintura parecen brasas que me mantienen cálido y anclado a este mundo.

 Siento sus labios en mi hombro depositando un casto beso y sonrío, sabiendo que estar con Alec es como estar en casa... y hacía tanto que nada me transmitía esa sensación que casi se me había olvidado lo bien que se siente.

Cuando vuelvo a abrir los ojos la luz inunda la habitación por completo y algo me hace cosquillas en el costado. Parpadeo confuso y me giro, viendo a Alec pasear sus dedos por mi piel, semi incorporado sobre uno de sus brazos. - Buenos días - Me dedica una de esas encantadoras sonrisas y no puedo hacer otra cosa que no sea responderla. ¿Dónde demonios crean a los ángeles? Se les ha escapado uno, maldita sea. - Buenos días Alexander... - me estiro un poco, tapándome la boca al soltar un matutino bostezo, rodeando su torso con mis brazos antes de acurrucarme contra él, sintiendo su brazo acariciar mi espalda. - Me encanta despertar a tu lado...¿puede ser así para siempre? - Me mira con esos ojos que irradian ternura y simplemente se inclina a besar mis labios, provocando que me acurruque mas contra él.

Bajo a desayunar después de darme una ducha relajante, pero en la cocina únicamente se encuentra Maryse canturreando mientras prepara lo que parece ser masa de pizza. - ¡Magnus! Alec a salido a pasear a Rod... cuando era mas joven salía siempre a correr con él, pero desde que no está ese perro destroza todas mis plantas porque nadie se encarga de cansarlo... a ver si estos días que estáis aquí deja que crezca algún brote... - Me sonríe del mismo modo cálido que lo hace su hijo y yo solo asiento, sirviéndome algo de café. - ¿Vas a preparar pizza? En casa la comíamos todos los viernes por la noche.. a mi hermano le encanta la pizza. - Asiente, sin perder esa sonrisa. - ¿Quieres ayudarme? A veces cuesta hacer volver a Rod a casa. Alec puede tardar.

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