La promesa

3.8K 185 20
                                    

Inhalo nuevamente el aire de una nueva vida, una nueva etapa. Me había preparado mentalmente todos estos meses para poder comenzar una vida diferente a la de antes, puesto que he tenido que dejar todo atrás. Mis padres y yo tuvimos varias discusiones pero han terminado aceptando que me vaya a Filadelfia para poder seguir mis estudios. Tengo una tía viviendo aquí así que tenía lugar donde hospedarme, además la vida urbana que llevaba en Nueva York me estaba sobrecargando de trabajos desesperantes. Me sentía fuera de sí, completamente estresada. Así que al dejar la preparatoria decidí ir a un lugar más tranquilo pero similar a la vida que llevaba, lo que quiero decir es que no me mude en el medio del campo pero tampoco a una ciudad llena de autos donde el único sonido que escuchas son bocinas y quejas.

Me acomode la blusa azul como décima vez y comencé a avanzar sintiéndome como la protagonista de una película. Estaba cien por ciento segura que esto es lo que quería, ir a la Universidad y convertirme en Arquitecta como lo es mi madre. Siempre he visto a mi madre hacer planos, armar maquetas y soñar con diseños. Me costó tiempo pensarlo, no estaba segura qué camino tomar pero al final el tiempo se me agotaba y tenía que elegir uno, y cuando vi el folleto de ésta universidad me acorde a mi yo de la infancia, a la Mia Soñadora. Pero, no quise dejar todo en el pasado, aún recordaba momentos importantes de mi vida. Un ejemplo seria Elisa y como no, a Dylan.

Aunque si me traje algo conmigo.

— ¿No crees que en esta universidad todos tienen cara de aburridos?—Allí está lo que decía— Sip, todos con caras de Reyes del Aburrimiento.

Sonreí para mis adentros. Intente decirle que tome su camino en la vida y que decida lo que ella quiera estudiar, pero a pesar de todo no pude dejarla ni ella a mí. Sus padres aceptaron inmediatamente a que venga a vivir conmigo a Filadelfia pero con la condición que de verdad estudie y dentro de unos años venga con un título legal.

—Victoria, ¿tú no cambiaras, verdad?

—Lo siento informarte pero no pienso hacerlo. ¡Además mira sus rostros, parecen zombis del estudio!

Me mordí el labio para no reír pero no lo logre, una risilla se me escapo y más de una mirada se dirigió a mí. Pero me fue imposible, Toria había señalado a un chico de gafas que caminaba encorvado y con unas ojeras como las de un panda. Punto para ella.

Eso es lo que necesitaba. Un respiro de una vieja preparatoria y junto con ello traerme a lo más preciado para mí: a una verdadera amiga. Victoria piensa estudiar algo diferente a mí por lo que no estaremos todo el día juntas pero sí nos veremos algunos minutos, y no olvidemos que ella vive conmigo.

—Hoy estas más eufórica de lo normal, ¿pasó algo? —digo al verle sonreír sin razón.

Ella niega con la cabeza— Solo te parece, soy la misma Victoria feliz de dejar a idiotas atrás.

No, conozco a esta Victoria: La chica feliz que planea algo entre manos. Eso lo describe mejor pero es bueno no preguntar, luego seguramente me contara.

Observo como el verano ha comenzado ya. Hace bastante calor por lo que hoy medio mundo lleva short más o menos cortos, o algunas faldas. Desde que él se fue no dejo de pensar en lo que estará haciendo o que pasó del él. Solía hablar con Dylan a través del móvil pero de un día a otro me dejó de hablar. Ya no contestaba mis mensajes ni siquiera le llegaba uno, llegue a pensar que me había bloqueado. Lo deje pasar y seguí adelante. En algunos momentos me sentía decepcionada de su decisión pero luego Elisa me dijo que él también la ignoraba y a una chispa de esperanza nació en mí. ¿Pero qué más da? Han pasado casi ocho meses desde que no hablamos y ya he perdido todo tipo de esperanza.

— ¿De nuevo pensando en él?—asiento con la cabeza y desvío la mirada a su rostro— Tranquila, todo estará bien. Lo prometo.

—Basta de promesas. Ya ni creo en ellas.

Conviviendo con mi pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora