Capítulo 7: Escoltas

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Capítulo 7:

Escoltas

Escoltas

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Dess

Reviso la nevera. No hay nada que pueda ingerir que no sea agua y... Que desagradable. La vitamina de Romina. Debí desviarme hacia el comedor antes de regresar a mi habitación. Estoy famélica.

—Ya regreso —grito.

La vampira se encuentra en el baño aseándose. No quiso decirme que estuvo haciendo para que su ropa fuera un desastre. Tuvo que haber sido algo externo a la academia. Algo que me están ocultando.

—¿A dónde vas? —grita en respuesta.

—Por algo de comer.

Abro la puerta y casi choco contra Santiago y la bandeja de alimentos que sostiene, pero él se las ingenia muy bien para evitar que no se derrame nada.

—¿Ibas a alguna parte? —pregunta con picardía.

Mi corazón se acelera cuando siento sus labios sobre los míos. Es increíble.

—Parece que ya no.

Lo dejo entrar.

Él hace que me siente a desayunar de inmediato. Mueve la decoración de la mesa para dejar la bandeja frente a mí. Hinco con el cubierto un trozo de fruta. Tengo la leve sensación de que no me quieren dejar salir de entre estas cuatro paredes.

—¿Dormiste bien? —Dice Santiago mientras vacía una botella de jugo en un vaso—. No tienes buena cara.

Un par de horas muerta hizo mella en mi rostro, me faltan más horas de sueño para que las sutiles sombras debajo de mis ojos desaparezcan por completo.

—Dormí muy tarde y desperté muy temprano —llevo otro trozo de fruta a mis labios.

Él traza pasos hasta sentarse a mi lado y dejar el vaso a un lado de la bandeja.

—Fui por ti a la enfermería, pero parece que eres muy testaruda y te dejaron salir.

Sonrió al recordar la conversación con Mary, al final tuve que rogar para que me permitiera salir de allí. Con la condición de que permanecería en mi habitación.

—Y se supone que ella no debe salir de aquí —interviene Romina desde su habitación—. Oye Santiago, ¿tú no deberías estar con los de primer año?

—Ya estoy con ellos —responde mi novio—. Te comes todo y duerme un par de horas más.

Asiento y lo ve partir. Obedezco y me termino tono en los siguientes minutos. Tiene razón, me falta dormir un poco más ya siento el peso del cansancio.

—Nunca en tu vida vuelvas a tomar una decisión a la ligera sin antes haber consultado —dice Romina desde su habitación. Se le estaba haciendo tarde que tocará ese tema—. Como si dar tu alma al príncipe de las tinieblas fuera como dar un paseo. Además ese idiota que tienes por hermano no es como si agradeciera tu sacrificio.

Celestial. Luz de Medianoche (libro 2)Where stories live. Discover now