02. La Obediencia es el camino de los hijos

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Lo obediencia es el camino que los hijos deben seguir.

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Los ojos verdes miraban con atención detallada hacia la pared de la biblioteca, las flores que había pintado lucían hermosas, había dado con el color y sus expectativas habían sido complacidas.

Gentiles lirios púrpuras se unían para dar forma al emblema de su reino en aquella amplia pared.

—Madre, he terminado —dijo la castaña de pronto.

Elena dio un salto en su sitio, había sostenido que su hija no había percibido su llegada. Había estado ahí por más de cinco minutos, y en ese lapso de tiempo, Rapunzel no había dicho nada de saber que se encontraba ahí.

—¿Crees que a Papá le guste? —la expresión de su rostro era de pura ilusión.

—Sabes que le va a encantar —la reina besó la frente de su hija.

De pronto un hombre interrumpió en la sala —Majestad, el Rey ya ha arribado —informó de manera ceremoniosa.

—Le agradezco, Buen hombre—respondió la reina con los hombros tensos.

La reina tomó de la mano a su hija y siguieron al hombre.

Estando en el salón del trono no tuvieron que esperar mucho.
Las puertas se abrieron de par en par para recibir al Rey Viktor y a la comitiva de DumBroch que habían venido de tan lejos, luciendo exhaustos y ansiosos por tomar un descanso confortable.

La reina Elena se aclaró la garganta antes de expresar su cálida bienvenida.

—Es un honor recibirlos en nuestra casa. Sé que ha sido un viaje largo —miró a su esposo quien había estado lejos por mucho tiempo y dijo—: Por eso... me place invitarlos a una celebración con motivo de su llegada a salvo.

El tono de la mujer fue calmo, nada altivo o egocéntrico. 

una característica bastante marcada de la Reina Elena era su infinita amabilidad y bondad.

—El honor es nuestro por ser bien recibidos por su gracia —dijo Elinor.

El tono de la Reina del Oeste en cambio era solemne.

—Adelfried las encaminará a sus aposentos para que puedan descansar adecuadamente y estén bien para esta noche.

—Majestad, ¿qué podemos decir de los acuerdos? —Mérida había tomado la palabra por su cuenta. Elinor torció los labios en disgusto pero no dijo nada al ver a Elena tan tranquila.

La joven princesa imponía con su presencia, fácilmente aparentaba ser alguien que podía cuidarse sola pero la valentía era de imprudentes.

—Cariño, pensé que sería adecuado que esos asuntos sean tratados el día de mañana una vez que hayan...— Profirió un suspiro ante la mirada insistente de la pelirroja. —Bien, si gustan podemos reunirnos en una hora para hablar sobre los acuerdos.

—Que así sea —sentenció la pelirroja ganándose una mirada severa por parte de su madre.

...

El oso y El sol [Meripunzel] #EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora