Capítulo 8: Malditas mudanzas.

5.2K 255 50
                                    

Tras la cena, intenté llegar lo más rápido posible a casa. Ya recogería mañana las cosas, me daba un poco de vergüenza volver allí a recoger todo con Benji allí, le acababa de besar y por su cara parecía bastante sorprendido..

Aparqué el coche en medio de ambas casas, interrumpiendo el camino. A decir verdad, me daba realmente igual que molestara o cualquier mierda, si alguien quería pasar, que lo rodeara. Bajé del coche, cerré con llave y caminé, rebuscando en el bolsillo las llaves, hasta la puerta. Mi padre ya estaría dormido así que no podría abrirme.

-¿¡Por qué me haces esto!?.- Preguntó gritando Benji, acercándose a las escaleras del porche. Me giré algo sorprendido y le miré ladeando la cabeza brevemente, intentando esconder una sonrisa que inevitablemente salió al verle.

-¿El qué?.- Pregunté confuso.

-Confundirme.- Respondió firmemente. Caminé un par de pasos hacia él pero este se apartó un par de pasos hacia atrás. Rodé los ojos y me coloqué al final de las escaleras.

-No entiendo.- Respondí encogiéndome de hombros. Benji soltó un pequeño suspiro y me miró directamente a los ojos.

-Nunca había deseado a alguien. Llegas tú y te deseo a ti..- Respondió llevándose las manos a la cabeza mientras yo sonreía triunfal y alegremente al escuchar sus palabras.- Siento unas tremendas ganas de besarte pero no puedo..

-¿Quién te lo impide?.- Me crucé de brazos y le miré, alzando una de mis cejas.

-Tú.- Respondió tragando saliva. Rodé los ojos y apreté los puños, comenzando a caminar hacia él. Paso que daba yo hacia delante, paso que daba Benji hacia atrás ; caminé hacia delante hasta dejarle arrinconado contra el coche. Una vez ahí, acerqué mis labios a los suyos y le planté un beso, saboreando con ganas sus labios por unos segundos. Me separé un par de milímetros y le miré a los ojos.

-No veo que te lo impida.- Respondí sonriendo pícaramente. Benji sonrió débilmente pero en seguida la borró. Puso sus manos en mi pecho y me empujó hacia atrás.

-¿¡Pero que haces!? ¿¡Estás loco!? ¡¡Podrían vernos!!.- Exclamó Benji apartándose poco a poco hacia un lado sin despegar su mirada de la mía.

-Anda ya Benji, si están todos durmiendo.- Respondí agarrándole de las manos, acercándole a mi de nuevo. Acerqué mis labios a los suyos de nuevo y con delicadeza, comencé a besarle con ganas, soltando sus manos y rodeando su cintura con las mías, acariciándola con suavidad. Poco a poco Benji comenzó a corresponder el beso y sonreí sobre sus labios disimuladamente, bajando poco a poco, con cuidado, una de mis manos a su culo, acariciándoselo con ganas. Al principio Benji se dejó mientras ambos nos besábamos apasionadamente, incluso puedo decir que soltó una pequeña risa pícara que me dejó hechizado ; pero terminó por separarse, poniendo de nuevo sus manos en mi pecho.

-¡Que me dejes!.- Exclamó apartándome de él de un empujón, haciendo que me quedara completamente sorprendido. Nunca le había visto hablar de esa forma, ni mirarme tan mal como lo estaba haciendo. Tan pronto como me empujó, se dio la vuelta y corrió hasta su casa, adentrándose en ella.

Me quedé bastante perplejo ante aquella situación pero lo importante es que por fin había probado sus labios, esos que, en secreto, había anhelado tanto tiempo. Pasé mi lengua por mi labio inferior, haciendo lo mismo por el superior, que aún guardaba una pizca del sabor de sus labios. Sonreí pícaramente pensando en todo lo que había pasado y caminé hasta la puerta. Me adentré en la casa y subí las escaleras procurando hacer el menor ruido posible hasta llegar a mi habitación. Una vez allí, me desvestí y me tumbé en la cama, colocando mis manos en mi nuca mientras observaba al techo, cayendo poco a poco en las garras de morfeo.

El AmishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora