Capítulo 8: III

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Estaba nerviosa.  Mauro estaba furioso.  Hasta acá afuera se oía como reclamaba a su madre el haberlo operado o haber dado la orden para que lo operaran.

Su madre estaba también furiosa.

-¡No! ¡No tenías derecho a hacerlo!- gritaba.

-¡Tengo todo el derecho que me da ser tu madre y déjame decirte que no voy a perder a mi hijo!- gritó furiosa. Nina estaba a mi lado. Parecía avergonzada.

-Y si yo ya...- no terminó de hablar porque se escuchó un golpe.

-¡Cállate de una buena vez!- gritó su madre. Sentí mucha tristeza.  Yo hubiera hecho lo mismo si la vida de Andrea estuviera en riesgo.

No lo hubiera pensado dos veces.

Ella sólo no quería perder a su hijo.

-Apenas salga de aquí quiero que sepas que no pienso volver a trabajar en tu clínica y me voy a ir de tu casa- declaró.

-Estas siendo inmaduro. ¿Sólo por operarte? - escuché su risa.

Estaba cabreado.

-La operación es la punta del iceberg.  ¿Cuántas veces te he pedido que saques a Lucía Fernanda del hospital? - Nina parecía preocupada.  Yo no entendía nada -. ¿Cuantos reportes por su acoso hacia mi persona has ignorado? - su hermana asintió aquí a mi lado.

-Mauro le ha pedido muchas veces a mamá que la aleje. Esa mujer está obsesionada con él.  Ayer se metió en la habitación y de no ser por Valdirene y toda la discusión que causó Mauro esa tipa se habría aprovechado de él. 
Sentí tanta indignación. 

Yo sabía de primera mano qué era sentirse impotente ante una situación de esas. Era horrible.

Humillante.

-También estuvo por acá Abril- comentó Nina.

-Sabes que no podemos echarla, su padre es un socio muy importante del hospital y... - Mauro no la dejó terminar de hablar.

-Ya me hubiera sorprendido que hubieras pensado en mi primero que en tu amado hospital- negué con la cabeza. Me sentía fuera de lugar escuchando esta conversación desde acá afuera-. Ya no importa... igual no pienso seguir trabajando aquí.  Quédate con tú hospital y con esa acosadora. Ahora vete- su madre salió momentos después.  Estaba destrozada.  Cuando me vio, me abrazó. Había empezado a tolerar el toque de los demás, razón por la cual no me oponía a las muestras de afecto.  Eliza era una muy buena psicóloga.

-Habla con él y convence a Mauro de que no se vaya del hospital ni de la casa- desvié la mirada cuando nos separamos del abrazo.

-No puedo prometerle nada. Además quizá no quiera verme- ella negó con la cabeza.

-Entra... él te necesita ahora- Nina asintió con la cabeza y yo animada por ellas, entré.

Lo vi recostado en esa cama King size. Estaba vestido con una pijama de dos piezas.

Esta no era una habitación de hospital normal. Éste era el ático del hospital y aquí había un apartamento perteneciente a los padres y familia Barbosa.

La recámara principal en donde se encontraba Mauro,  sólo contaba con una cama enorme blanca totalmente,  dos mesitas Sania de noche y dos puertas. Una a cada lado de la mesa de noche. Había sillas, sillones y poltronas en la habitación por las visitas y demás,  pero el minimalismo era lo que predominaba la estancia.  No olvidar el piso de madera de caoba roja y las paredes pintadas de blanco.

-No quiero hablar con... Amelia... viniste- quedé sorprendida al saber que me reconoció aún sin verme.

-¿Cómo supiste que era yo?- pregunté acercándome lentamente.

Serie Inocente #3: Inocencia Oculta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora