Capítulo 6: Un simple tacto

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"Si no quieres, no pasa nada 😊"

Aquello le quitó presión de encima; en el poco tiempo que pudo hablar con el mayor, Changkyun se dio cuenta de que era una persona comprensiva. Y eso lo agradecía enormemente, ya que no le gustaba que le forzasen a hacer cosas con las que no se sentía cómodo. Sin embargo, un nuevo mensaje saltó en el chat.

"Pero... me haría ilusión que vinieras"

Su corazón empezó a latir más rápido de lo normal y se imaginó el rostro de Wonho diciéndole aquellas palabras; de repente la idea de salir con él y sus amigos se volvió mucho más atractiva.

Pensó que ver a Wonho fuera de la universidad podría resultar agradable... Sería como una especie de cambio de aires.

"De acuerdo"

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Tras tomar una ducha, Changkyun se vistió con unos pantalones y una camisa; no se abrochó los botones de las mangas ya que le gustaba que las prendas le cubrieran el dorso de las manos.

Salió del cuarto de baño y sacó de su armario un jersey rojo holgado, colocándoselo por encima de la camisa y sintiéndose protegido y cómodo. Se dirigió hacia su cama e hizo a un lado varios de sus cómics y partituras que descansaban sobre el colchón para poder sentarse y así anudar cómodamente los cordones de sus botas.

—¿Vas a salir?

La voz de su compañero de habitación atrajo su atención y le miró. Kihyun estaba apoyado en el marco de la puerta; parecía cansado, seguramente acababa de llegar de los ensayos del club de teatro.

—Sí —respondió el pelinegro antes de terminar de atar sus zapatos y ponerse en pie. Miró el reloj de su mesita de noche y comprobó que eran las nueve menos diez: faltaban pocos minutos para que Wonho llegase a la residencia para venir a recogerle.

—¿Y eso? ¿Por fin has hecho amigos en tu clase?

La pregunta no era malintencionada: Kihyun en verdad se preocupaba de que el pianista todavía no hubiese podido congeniar con nadie de su edad. Los únicos amigos de la universidad que Changkyun tenía eran Hyunwoo y el mismo Kihyun.

Changkyun rebuscó en su armario en busca de su chaqueta vaquera, evitando intencionalmente mirar a su amigo a los ojos: no quería decirle que iba a salir con Wonho, pues sabía de sobra la poca estima que le tenía al chico de cuarto curso.

—Eh... sí.

Su titubeo no pasó inadvertido por el de cabellos rosas. El mayor lo observó unos segundos, pero finalmente suspiró y se echó encima de su cama.

—Me alegro... si vuelves tarde, haz el favor de no hacer mucho ruido.

Acto seguido, cogió unas hojas de guion de su mesita de noche y empezó a leerlas con concentración; el pelinegro le miró sorprendido: no se esperaba que Kihyun no le sometiese a ninguno de sus interrogatorios propios de una madre. Changkyun asintió con poco convencimiento a la petición de su amigo y, una vez habiéndose puesto la chaqueta, salió de la habitación con el móvil en la mano.

Decidió bajar a la entrada de la residencia y esperar allí por Wonho; se sentía muy inquieto por salir con sus amigos... ¿o era por estar más tiempo con el castaño? No estaba del todo seguro, pero los nervios hacían que su estómago se encogiese de una manera dolorosa.

Ya en la puerta del edificio, el pequeño chico esperó pacientemente; pero cuando Hoseok llevaba cinco minutos de retraso, empezó a encontrar maneras de distraerse y así matar el tiempo.

Jugó con las mangas de su camisa que sobresalían del resto de las prendas, giró sobre sí mismo unas cuantas veces hasta marearse; incluso intentó caminar en línea recta con los ojos cerrados, fallando estrepitosamente en el proceso, por supuesto.

Como Wonho no llegaba, el muchacho hizo un puchero y se puso de puntillas, intentando avistarle a lo lejos, pero no fue capaz de ver a nadie. Tal vez porque estaba empezando a anochecer, o tal vez porque no llevaba las gafas puestas.

De repente, sintió que alguien le daba unos toquecitos en el hombro y se giró sobresaltado. Wonho le observó con una sonrisa radiante.

—No quería asustarte —aclaró divertido por su reacción.

A Changkyun le resultó obvio que esa era precisamente su intención, y una parte de su interior quiso golpearle por ello. Sin embargo, se contuvo y en su lugar se quedó quieto, analizando al chico que tenía delante. Los rumores no mentían: Wonho era bastante guapo, pero aquella noche el mayor estaba aún más atractivo de lo normal.

Tal vez fuese la gargantilla que se ajustaba perfectamente a su cuello, o los vaqueros rotos que dejaban a la vista la piel blanquecina de sus musculadas piernas. Puede que se tratase de la bonita sonrisa de dientes perfectos que decoraba su angelical rostro.

Parecía un muñeco de porcelana.

Wonho comenzó a sentirse nervioso por la atenta examinación a la que estaba siendo sometido y soltó una risita.

—¿Tengo algo en la cara? —preguntó llevándose una mano a la mejilla.

Como el más bajo no respondió, Hoseok se lo tomó como un sí y sacó su móvil del bolsillo trasero de sus pantalones negros con preocupación. Miró su reflejo de la pantalla y se tocó la cara en busca de un rastro de comida o pasta de dientes. Changkyun reprimió una sonrisa ante aquello: al parecer, su aspecto era algo muy importante para él.

A pesar de que Wonho no tenía nada que manchase su perfecto rostro, un impulso desconocido tomó el control del cuerpo de Changkyun y dio un paso hacia él, alzando una mano hasta su mejilla.

Cuando sus yemas entraron en contacto con la piel del castaño, este abrió mucho los ojos y le observó sorprendido. En el momento en que sus miradas se encontraron, Changkyun se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se sonrojó sobremanera, apartando rápidamente la mano y bajando la vista al suelo.

—Ya... ya te lo quité —masculló el menor avergonzado.

—Gracias, ¿vamos?

Wonho se dio media vuelta y comenzó a avanzar en dirección a su coche, sin esperar a que el contrario le alcanzara. A pesar de haberle dado las gracias en un tono desenfadado, su corazón latía frenéticamente por el simple tacto. No quería que Changkyun viese sus enrojecidas orejas y por eso caminaba tan apresurado.

El castaño deseaba volver a sentir la suavidad de la pequeña mano contra su piel de nuevo; en realidad, anhelaba hacer mil y una cosas con esas manos inocentes. Cosas que, si decía en alto, corría el riesgo de espantar al menor y perder la amistad que poco a poco estaba consiguiendo labrar con él.

El pianista caminó detrás de él con la cabeza gacha, preguntándose qué demonios le había poseído como para hacer esa estupidez. La suavidad de la mejilla de Wonho todavía estaba grabada en sus dedos...

Y deseó en silencio poder volvérsela a acariciar.

A dos notas de tu corazón [WonKyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora