CAPÍTULO 20.

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Un intenso pitido zumba en mi cabeza, haciéndome apretar los dientes y llevarme una mano a la frente. Abro lentamente los ojos, pues la luz de la habitación me hace daño a la vista. Me incorporo un poco  y noto presión en el brazo izquierdo, impidiendo que lo mueva. Consigo enfocar bien, y para mi sorpresa, tengo una vía en el brazo. Levanto un poco la cabeza, y veo que está conectada a un suero justo encima de la camilla en la que estoy.

El zumbido desaparece lentamente, y puedo escuchar una televisión encendida, a bajo volumen. La habitación del hospital es de tonos claros, y la camilla bastante incómoda. Oigo el abrir de una puerta y unos pasos que parecen adentrarse en la habitación. Tras una cortinilla blanca que separa mi camilla de la puerta, aparece Ally.

-¡Pero si estás despierta! -sonríe y viene corriendo a abrazarme-. Por fin, vaya siesta te has dado mija. -se separa y descuelga el bolso de su hombro. Me entrega mi teléfono-. Te lo guardé, creo que tienes mensajes -dice, y me guiña un ojo. Yo, confusa, lo cojo y lo enciendo-.

Lo primero que aparecen son mensajes de Camila, y eso me saca una sonrisa tonta.

Camz: ¿Lauren?

Camz: Espero que estés bien.

Camz: No sé por qué te escribo si el móvil lo tiene Ally jajajaja

Camz: Te quiero, Lolo.

Una pequeña lágrima se escapa y cae sobre mi mejilla. Miro a Ally y ella sonríe, empática.

-¿Dónde está? -pregunto, con voz ronca-.

Mi amiga hace una señal con la cabeza, hacia la puerta. En ese momento me giré y juro que no había mejor momento en mi vida, que en el momento en que ella entró a la habitación. Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad y mi corazón latía tan rápido que temía que se desbocara. Ella se llevó las manos a la boca en gesto de absoluta sorpresa, y vino corriendo hacia mí. Se abalanzó, literalmente, contra mí. La abracé con todas mis fuerzas, y oí como ella lloraba en mi hombro.

-Lauren... estás bien. Te has curado Lauren -susurró entre sollozos, y como yo odiaba verla llorar, lo hice también. Se acurrucó en mi cuello y yo en el suyo, y nos abrazábamos tan fuerte que parecía que estábamos a punto de fusionarnos. Nos separamos y la miré a los ojos. A sus preciosos ojos castaños-.

-Te quiero, Camz. Te quiero. -Y se lo repetí tres veces más, pues dos me parecían muy pocas-.


Hasta que la última Rosa muera. (CAMREN)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum