Capítulo 1: Sorpresas.

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—¿Sigues con él? —se sorprendió alzando las cejas, y la chica negó, dándola por imposible.

—Sí, después de ocho años, sigo con él.

—Uff... Qué horror —más risas—. En fin —se dirigió a todos—, ¿os apetece salir esta noche? No conozco aún muy bien la ciudad y me gustaría ir conociendo lugares donde ir a mover el esqueleto —movió los hombros con gracia.

—Conozco el sitio ideal —dijo Paula decidida, moviendo sus manos, y Alexa le sonrió.

—Me apunto —participó ahora Patrick—. Necesito desconectar un poco, últimamente estoy nada más encerrado en mi piso centrado en la presentación.

—¿Quieres buscarte unos pechitos —apretó varias veces con sus dedos el aire— que te calienten la noche?

—No hables así, Woods —la regañó bromeando.

El hombre era apuesto, no iba a negarlo, incluso para una bollera como ella. Según comentó una vez, tenía ascendencia italiana, lo cual era un plus para que las tías se volviesen loca. Ojalá ella tuviese genes italianos. Irresistible. Además, Patrick era un hombre que se cuidaba mucho, su piel estaba bronceada, posiblemente por la época del año, y portaba una barba que se había dejado crecer tan solo unos días; tenía cara de ir de flor en flor, a ella no la engañaba. Quizás podía ser ella, con pene, y unos años mayor. Debería entablar más contacto con él e ir a capturar juntos presas. Podría ser una especie de guardián de conquistas.

—¿Tú vienes, Taco-Bell? —se dirigió a su amiga, que se volvió a centrar en la pantalla del ordenador, y asintió despacio, dándole otro manotazo cuando se puso a acariciarle el muslo— Uf... menudo control —se quejó, porque ese había picado.

—¿Y tú Dorothy? ¿Te animas? —preguntó Paula a la mujer más mayor, que levantó la vista de sus papeles, observándola sorprendida. Quizás ni se esperaba que la invitasen.

—¿Yo? Oh, no, no creo que esté para esos trotes —sonrió amable, levantándose las gafas de pasta roja con un dedo.

—¡Claro que sí, Dor-Dor! —exclamó Alex, levantándose para pasar un brazo por sus anchos hombros— La noche es joven, y nosotros también. Te buscaremos un buen hombre que te caliente el colchón también.

—No, eso de bailar, con mi cuerpo...

—¿Qué cuerpo? —frunció el ceño Alex.

—Alex, por favor... —habló desanimada la mujer— No hace falta que mientas, eres muy amable —sonrió apesadumbrada.

—Bueno, Dor-Dor, eres una mujer con curvas, más donde agarrar —comentó apretando en sus costados, haciéndola reír—. Decidido, esta noche nos vemos todos donde... —se percató de que no lo sabía, así que miró a la de treinta años, señalándola—... diga Paula.

X X X

—Sí, bebé, no te preocupes —habló mientras se subía el pantalón con esfuerzo tras haberse duchado—. No tengo ya doce años —frunció el ceño inclinándose para mirar a su reflejo en la pantalla del ordenador. Su gemela se había vuelto un poco "madre" desde que se fue a hacer el doctorado, y cada vez que salía empezaba siempre el mismo discurso: "llámame cuando llegues a casa. No quiero que te secuestren, no saber dónde estás y no poder ir a por ti a tiempo por estar a kilómetros de distancia de aquí".

—Encima, en unos meses, cumplimos los veintiocho, y no vas a estar aquí... Otra vez.

—Bebé —se sentó en la silla para poder mirarla fijamente—, dijimos que nada de ponernos melancólicas si estamos en la distancia —la vio asentir antes de levantar el rostro para verla—. Ya sabes que si cae en fin de semana voy en una visita exprés, pero soy la profesora, no puedo faltar a clase.

Nuestro momentoWhere stories live. Discover now