Capítulo 1: Sorpresas.

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—Veo que te acuerdas de mi nombre.

—¿Cómo olvidarlo? Es la primera vez que alguien se ha inventado tal historia para ligar conmigo —continuó hablando sin mirarla, y volvió a intentar lo de golpear su carro, logrando que, esa vez, sus ojos conectasen. Vio que su labio temblaba ligeramente, seguro que estaba conteniendo una sonrisa.

—Puedo ser muy insistente y, créeme, Alexa Woods obtiene siempre lo que quiere... Y me apuesto a que ese ceño fruncido —pasó su índice por él sin cortarse— necesita un poco de relajación.

—Que vayan de chulitas conmigo no funciona; y tu cara bonita no te va a ayudar tampoco —ladeó su cabeza, acercándose a ella. Dejó que lo hiciera, pero no esperó que la empujase, haciendo que su espalda quedase contra una columna de cemento que había allí.

—¿Te gusta duro, nena? —alzó ambas cejas, sorprendida.

—Hasta nunca, Alex —tras decir eso, avanzó por el pasillo hasta desaparecer de su vista.

"Alex", ¿eh? Era hora de estrenar su cama con alguien, y había sido una jodida casualidad que viviese también en ese estado, y en la misma ciudad. Quizás era una señal.

X X X

Paula Brown, Dorothy Rorschard, Patrick Port y Bella Watson; o, lo que era lo mismo, sus compañeros de trabajo en el Máster. Paula estaba casada, tenía treinta años y era fisioterapeuta. Dorothy tenía cincuenta, divorciada y era psicóloga, especializada en las emociones y trastornos del estado de ánimo y de ansiedad. Patrick se especializó en medicina física y rehabilitación, una persona importante dentro de ese ámbito a sus cuarenta y tres años. Bella tenía veintisiete y se había graduado en actividad física y deporte, combinándolo con fisioterapia deportiva; algo parecido a lo que ella misma había hecho.

Con Bella había trabajado antes, se conocieron en el doctorado y acabaron juntas investigando cuando acabaron contratadas como docentes en la misma universidad donde se formaron, en Princeton. Tras varios artículos y estudios, consiguieron formular una terapia para realizar una rehabilitación completa en cualquier deporte, que funcionaba, uniendo varias ramas dentro de lo sanitario. Tuvo mucho éxito el artículo en cuestión, por eso no pudieron decir que no cuando le ofrecieron enseñar sus conocimientos en un Máster, aunque fuese a impartirse en la otra punta del país; pero eso no les importó, porque probablemente empezaría a extenderse y, al fin y al cabo, iba a llevar sus nombres.

—Taco-Bell —llamó a su amiga y compañera, que rodó los ojos antes de dejar de mirar la pantalla de su ordenador y enfocarla a ella. Estaban todos trabajando juntos en la sala que habían acondicionado para ellos en un aulario para preparar las presentaciones del primer día.

—¿Vas a decir algo o no? —preguntó tras su silencio— Estoy trabajando —la morena rio ante el tono de su amiga, y se percató de que estaban todos pendiente a su conversación. Ya iban captando cómo era Alexa Woods.

—Me pones mucho cuando te pones borde —acarició uno de sus rizos color cobre, y la chica le dio un manotazo divertida, escuchándose unas carcajadas de Paula, con la que mejor había congeniado en esas semanas de sus nuevos compañeros. Quizás fue más por un tema de edad.

—Alex, hay gente en el mundo que es heterosexual —explicó mirándola fijamente a los ojos.

—No puedo creer que aún existan, en serio —bufó—. ¿No tienes curiosidad siquiera?

—No, Alex, pero agradezco tu interés, no sabes cómo alimentas mi ego —acarició su mejilla mientras ella fruncía los labios haciéndose la molesta—. Además, David de momento no me ha dejado insatisfecha.

Nuestro momentoWhere stories live. Discover now