El sonido de botas volvió a sonar y el oficial se alejaba lentamente e insatisfecho.

Con toda la culpa del mundo sobre sus hombros, Tweek ayudó a Craig a levantarse, el cual mascullaba pequeños gemidos de dolor, sin embargo no dejaría que nadie los oyera.

—P-perdón, soy un bobo —se disculpaba Tweek, repetidas veces, entre sollozos mínimos.

—Lo haría otra vez pero tú no vuelvas a tirar el carro —concluía Craig mientras ayudaba a su amigo a levantar las rocas.

•••

—¿Qué te pasó en la cara Craig? —le preguntaba Stan mientras jugaba con su comida ya que era prácticamente imposible digerirla.

—Tuve problemas —concluyó directamente sin apartar la vista de la bandeja.

—Pues yo no te creo —Cartman exclamó frunciendo el ceño.

Se mantuvieron en silencio durante media hora, cada uno sacando sus conclusiones y aciertos, sin embargo ninguno daba con la realidad de los hechos.

—Fue mi culpa —Tweek abrió la boca.

—¿Qué hiciste? —Cartman nuevamente pedía explicaciones, pero Tweek no volvió a hablar.

Hipocresía. Pensaba Stan, al ver a sus amigos tener que mentirse y guardarse cosas siendo que en estos momentos tienen que estar más unidos que nunca; en cambio, cada uno se va por su camino, dejando un trazo con cada pisada y tú decides a cuál seguir o si vale la pena hacerlo. Stan veía que se rompían los lazos, como también veía cobardía en los ojos de algunos y petulancia en los iris de otros. No sabía que podía hacer, que poder hacer para terminar con las divisiones o con los malos ratos, los golpes, los retos, los castigos; que hacer para acabar con la mísera vida que poseen ahora. Si tan sólo surgiera un cambio, una salvación, una ayuda.

—¡Eh, tú! ¡Ven acá!

Todo el salón quedó sumido en tortuosa mudez. Las cabezas diminutas y frágiles se voltearon para ver la escena principal, el climax, la catarsis. Un crío, temblando, llorando, pidiendo, rogándole perdón a una persona que no se lo merece. Un crío desmoronado, siendo golpeado con brutalidad, salpicando su esencia de vida, importándole poco a quien le llegase. Un crío, escupiendo sus lágrimas, sacudiendo su espina dorsal y apretando sus pulmones. Un crío desenvainando sus dientes, moliendo sus ojos y aferrándose a su cruel destino. Un crío, moreno, conocido por sus pares, amado hijo, hermano, sobrino, nieto. Un crío, un conocido, un Token.

Ahogándose.

«Se ahoga... » piensa Stan inocentemente, al verlo contraerse, al ver su cuerpo dar espasmos, sobre un lago bermellón.

Se levanta, camina, avanza sin miedo, pero con una sensación de ausencia en su pecho. Nadie lo sigue, mas todos lo miran.

«Tengo que sacarlo» porque se asfixiaba.

Aunque todos lo ven, nadie lo detiene, dejan que siga su paso, dejan que se una con el cuerpo ya sin vida, dejan que se funda, lo dejan, pero siguen mirándolo.

—Oye... Token —dice.

Siente los ojos clavándose en ellos, siente algo pesado en su espalda, siente líquido desprenderse de su rostro, siente dolor, pena, angustia, odio.

"El Levantamiento"《Kyman》Where stories live. Discover now