capitulo catorce parte 1

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Lauren

Despertar por el constante sonido del celular de Camila no era nada agradable.
Gemí en frustración, ya no había poder humano que me permitiera volver a dormirme.
Sin embargo la morena seguía entre las sábanas, con sus piernas envueltas entre las mías, sonreí satisfecha de la noche anterior.
-Es la alarma, cielo.-la escuche murmurar con la voz ronca.
-No es nada agradable el tono.
La abrace a la espalda, pegando mis labios en su piel, haciéndola temblar entre mis brazos.
Otra vez ese estúpido sonido constante. Camila rió extendiendo su mano hacia el celular que había dejado en el buró.
-Prometo que hoy si te hago pasta.
-Ya no le creo nada, señorita Cabello.
La ví ponerse de pie, jalando con ella una de las sábanas blancas, abriéndose en la parte de su muslo, dejando mucho a la vista. Se volteó con una sonrisa socarrona.
Recordé cada acto de la noche anterior, como me deleite con cada uno de sus lunares. Como fue que me perdí en las curvas de su cintura.
Mire el techo con una sonrisa.

Llegamos al trabajo de ella, no sabía cuánto tiempo duraría aquí. Y lo que depararía el destino sí Camila y yo no funcionabamos.
La agencia estaba a cargo de Lucy, pero no podía dejarle todo ese peso a ella.
Y lo peor del caso es que tampoco sabría que hacer si ésto funcionaba.
Me refiero a "esto" sin ponerle nombre , ni etiqueta. Ya que ni yo sabía lo que éramos.
La presión de mi agencia comenzó a preocuparme, ¿Que sucedería con La vie en Rose? O ¿Mi agencia?
¿Quien de las dos sería capaz de renunciar a algo por la otra?
A renunciar a uno de nuestros sueños, solo por estar con la otra chica.
No había sigo consciente de la penetrante mirada de la castaña en mí hasta este momento. Me alzaba una ceja preocupada.
Necesitaba hablar con ella de este tema.
Ya me había ausentado tanto con las modelos, que podía apostar que Lucy estaba perdiendo los estribos con ellas.
Eran tan ególatras, vanidosas, y mi amiga no soportaba de ello.
-¿Lauren?
Camila había salido de su oficina, estaba de pie frente a mí con una mano en el escritorio de la secretaria, una pierna detrás de la otra en señal de inseguridad.
Me hice hacia atrás en el sofá de la sala de espera. Sentí los ojos de la secretaria que presenciaba la tensión que se estaba creando.
Tendió su mano hacia a mi, con sus perfectas uñas al estilo francés.
Era Camila, y no comprendía porque me hacia sentir miedo, no me asustaba ella. Sino lo que pudiera ocurrir.
Con su mano aferrada a la mía en perfecta sintonía, entramos a su oficina, cerrando la puerta con su mano libre.
-¿Que sucede Lau?
Culpaba a mis padres por jamás enseñarme cariño, a no poder expresarme . Calle todo lo que me preocupaba, no podía expresarme fácilmente y eso me frustraba.
-¿Cielo?
Con su dedo índice alzó mi mentón, me perdí en el infinito color chocolate que me abrazaba con cariño con solo una mirada.
Le sonríe, no porque todo estuviera bien, sino porque la quería.
Llevé mi mano hacia su cintura, en esa pequeña parte donde se alzaba su blusa, enseñando la tersa piel.
Deslice mis dedos a lo largo de su abdomen.
-Me fascinas Cami.
Se sentó sobre el escritorio, con mi cuerpo entre sus piernas.
Una de mis manos jugo con su cabello que estaba en un moño, con los dedos lo deshice, atrapando mechones en estos y tirando del cabello hacia atrás, entre abrió los labios en sorpresa, con una última sonrisa tome sus labios.
Todavía no me acostumbraba al calor con el que me acogía la lengua, con la dulzura que sus labios me trataban.
Me tomo de la cintura , jalandome más cerca, nuestros cuerpos chocaron , suspiré en sus labios.
-Daré una vuelta por la ciudad, ¿Te alcanzó al rato?- Tire de su labio superior con los dientes, haciéndola gruñir.
-De acuerdo.

Salí del edificio con un suspiro de alivio, me sentía tan oprimida estaba demasiado segura de lo que sentía por la castaña, quería estar con ella.
Pero la fotografía era mi vida, yo ya tenía un departamento en Francia, años atrás comencé una vida nueva llevándome a mi mejor amiga, antes de comenzar a ganar bien, pasamos por carencias.
Que me entristecía con solo pensar en volver a pasar por ello.
Saque el cigarrillo de mi abrigo, llevándolo a mis labios.
Palpee buscando el mechero,desesperada no di con el.
-¿Señorita, le ayudo?-Gire hacia la voz de un hombre que estaba a mi lado, con un cigarro en sus labios, pero eso lo quitaba su sonrisa.
Llevaba una barba de varios días, con un tatuaje extendiéndose por su cuello.
-Por favor.
Acercó su mechero, haciendo que mis manos lo cubrieran para que encendiera.
-¿Es nueva aqui?
Relamí la comisura de mi labio.
-He viajado varias veces aqui, pero tuve una razón importante para quedarme.
-El amor siempre es una buena razón.-rio.- Mi prometida está adentro, y estoy calado hasta los huesos, me aterra, pero la amo demasiado.
Expulse el aire con una sonrisa, con voz suaje le dije:
-Todo saldrá bien.
-Me aterran los padres de mi novia.-rio provocando que saliera el humo por su nariz, gesto que me hizo reír.-Disculpa, necesito regresar.
Con sus pulgares señaló el lugar.
-Claro.

Estuve toda la tarde dando vueltas por toda la ciudad, y hablando por celular con Lucy, había terminando con su novia y estaba devastada.
Se la paso llorando en toda la llamada, me sentía tan mal el no poder estar con ella, la culpa me comía.
Me aseguro que se encontraría bien, pero que no se haría responsable si se metía con alguna modelo.
Lucy era una parte muy importante en mi vida, me apoyo en los momentos más difíciles cuando mis padres no creyeron en mi.
Nos ayudamos mutuamente a salir adelante. Y ahora que estábamos en la cima...
Le platique de todo, las inseguridades, mis miedos, sobre todo mi carrera.
Trato de tranquilizarme diciendo que todo a su tiempo. Que mi corazón y mente ya sabrían que hacer cuando llegara el momento.
Sin darme cuenta la noche se hacía presente, aunque con las luces de la cuidad no podía disfrutarse bien de las estrellas y la luna.
Camine de regreso con Camila, la hora de salida ya había pasado, de seguro estaba estresada esperando.
Mi celular se apagó con la intensa llamada de Lucy, dejándome sin pila.
Cuando doble la esquina para llegar al edificio, Camila estaba de brazos cruzados mirando hacia el cielo.
-Mi amor.-la tome entre mis brazos por detrás, hundiendo mi nariz en esa parte que me fascinaba de su cuello.
Al principio se tensó, cuando escucho mi voz se deshizo en mis brazos.
-¿Donde andabas Lau?
-Perdiendome Mila.
Suspiro.
-¿por qué siento que no eres feliz acá?
Mordí mi labio ansiosa, pero las palabras no salían .  Cuando hizo el ademán de quitar mis brazos.
Le di la vuelta, tenía el entrecejo fruncido.
-Es complicado, Cielo.-alce la mirada al cielo por un momento, intentando encontrar las palabras.-Quiero que confíes en mí ¿De acuerdo? Te quiero Mila.-Suspire.- pero también quiero a mi carrera.
Abrió los labios sorprendida, dándose cuenta por primera vez , que yo no era simplemente Lauren.
Mi nombre venía con un alto cargo de reconocimiento.
-No podremos Funcionar, ¿eh?-Soltó una suave risa que estaba rota.
Fingi una sonrisa ante su intento de broma de muy mal gusto.-¿Cuando Regresaras ?
-Aun no quiero dejarte Camila. Pero mientras más tiempo pase contigo, más difícil será alejarme.
-Entiendo.

La ida a su departamento era demasiado silencioso, esta vez ella manejaba con la vista al frente y la mandíbula tensa.
De seguro estaba perdida en sus pensamientos.
-¿Hoy si habrá pasta?
Se quedó confundida, hasta que recordó nuestro chiste secreto.
Una sonrisa se asomó por sus labios, no fue suficiente.
Camila bajo la ventanilla para que el portero le viera el rostro y la dejara pasar.
Se bajó sin esperar a que yo hiciera lo mismo. Suspirando apresure el paso para alcanzarla en el lobby.
Coloque su mano alrededor de su cintura , haciendo que disminuyera el paso, una de las recepcionistas de la noche  le brillaron los ojos al verme y corrió hacia nosotras.
-Señorita Jauregui, ¿Puedo tomarme una foto con usted?
Bajo mi brazo, sentí claramente la tensión de la morena. Esto era mi trabajo, mi vida.
Tenía que aceptarme así.
-Por supuesto.-aparte mi brazo de la cintura de Camila.
Le sonreí a la chica cuando coloco el celular frente a nuestros rostros.
Cuando se alejó la chica no sin antes dejarme un beso en la mejilla.
Camila ya no estaba.

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