Capitulo once

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~Miami, Florida~
Camila

Seguía los pasos de la señorita Richard, mis pies estaban cansados, era más agotador caminar con la nieve en el camino.
En la casa de los Richard, los sirvientes removían la nieve con las palas, despejando el camino.
Había regresado a mi ciudad en menos de dos días.
-Este es un camino.-dijo la rubia atrayendo mi atención.-Solo que la nieve lo oculta, me gustaría poner en el camino flores, para cuando entre del brazo de papá.
Le sonreí por cortesía, aunque últimamente mis sonrisas no me llegaban a los ojos.
-Quería ponerme de acuerdo con usted sobre algo.
-Claro, ¿De que trata?-giro sobre su cuerpo para mirarme.
-Aun no decide, ¿Qué tipo de canapés le gustaría?
-Mi prometido prefiere salados.
Mire mis manos que estaban perdiendo el color de mi piel con el frío, las metí a los bolsillos de mi abrigo para calentarlas.
-¿Donde se encuentra su secretaria?
Fruncí el entrecejo.
-Allyson, está en otro preparativo más importante. -di unos pasos llegando a su lado.-Además Ally, es la segunda dueña de La vie en Rose, es más que una secretaria.

El chófer me esperaba en el auto con las ventanillas cerradas para que no se colara el aire frío.
Subí al asiento delantero, tenía la radio encendida.
-¿A donde señorita cabello​?
-Al trabajo.
No me gustaba que manejaran lento, pero la situación lo ameritaba. Las llantas podían derrapar.
Terminé llegando a una reunión media hora tarde, lo bueno es que tenía a Maya, se hacía cargo de situaciones como está, cuando Allyson y yo no estábamos.
Me quité el abrigo dejándolo sobre mi silla, esperaba ver un café al entrar a mi oficina. Pero no, no había nada.
-¿Quieres esto?
Esa voz. Gire sobre mis botines, viendo a Allyson con dos tazas de café en las manos.
-Ally.-le ayude quitándole los cafés y poniéndolos en mi escritorio, para después tomarla en un fuerte abrazo.
-Llegue hoy.-dijo riendo.- sabía que no podía venir a verte sin café, y estarías de malas sino lo tienes.
-Por eso eres mi favorita.
-¿Que harías sin mi Cami?
Reí.
-Probablemente perder la cabeza.
Cuando las risas se detuvieron, vino el silencio y después un suspiro de mi amiga.
-Camila, ¿Sabes que debemos hablar, verdad?
Relamí mis labios nerviosa, negué levemente con la cabeza en una batalla interna.
-Dejalo así Ally.
-Cuando quieras hablar, aquí estoy Camila.
Tomó la taza, llevándosela a sus labios.
-Sarah quiere que nos hagamos cargo de la entrada de su casa.
-Lo apuntaré después.
Tomé mi iPad, viendo las diferentes flores que podría arma para poner en la entrada.
Se revolvió mi estómago cuando ví el mensaje entrante en mi correo de mi ex novio.

De: Michael
Cami, ¿aun tienes ese anillo que pertenecía a mi tatarabuela?
Ya sabes, lo necesito .

Con la sangre hirviendo, tome el iPad entre mis manos y teclee rápidamente.

Para: Michael
¿y tú tienes mis dos millones?
Ya sabes, los necesito.

Alce la mirada encontrándome con los ojos de la rubia. Tenía su expresión preocupada.
-Te ves pálida Mila.
Le extendí el aparato para que lo tomara, preocupa miro la pantalla.
Sus labios hicieron una "o" en silencio, sentí sus ojos cuando yo mire hacia la ventana viendo el horizonte. Queriendo perderme.

La semana no fue difícil, regresamos al ritmo del trabajo. Todo era fácil con el apoyo de Allyson.
Las llamadas constantes de Dinah quejándose de que probablemente ya subió kilos de los nervios por la boda.
O de Normani, afirmando que Dinah subió dos kilos y el vestido ya lo tenía ajustado a la medida de hace unas semanas atrás.
Parecía que estaba tomando mi vida de vuelta, pero un jueves al medio día todo cayó en picada con una visita despreciable.

Escuche la voz de Maya discutir con alguien, atrajó mi atenciones desde la oficina.
Era inusual en ella pelear con alguien.
Me puse de pie y camine hacia la puerta, la morena tenía sus manos en el brazo de un hombre deteniendo su paso.
-Camila, este hombre quiere pasar, le dije que no se puede.
Ojos azules, cabello rubio, barba de tres días. ¡Joder, no!
-Hola Cami.-dijo Michael con su sonrisa diplomática.
Di la vuelta, regresando a mi oficina. Me hacía falta el aire, y necesitaba sentarme antes de que mis piernas me fallaran.
Necesitaba a Allyson, pero la pequeña había salido a comprar el almuerzo.
-Camila, necesitamos hablar.
Seguí escuchando el parloteo que tenía con Maya.
Cuando llegue a mi oficina y Levante el teléfono para marcar a seguridad, Michael ya estaba a mi lado, quitandome el aparato de las manos.
Tomé una fuerte bocanada de aire, y poniéndome derecha lo mire.
La secretaria estaba en la puerta esperando a que le diera órdenes.
Le hice un movimiento de mano asegurándole que podía manejarlo.
-¿Que quieres?
Podía jurar que mis palabras se sentían como veneno, me estaban quemando por dentro, y verlo solo me confirmaba cuanto lo detestaba.
-El anillo.
-Claro.-reí sarcástica.-¿Para cuando lo quieres querido?
Escuche de nuevo los gritos histéricos de Maya. La puerta se abrió de un movimiento brusco.
Gire el rostro, para encontrarme con unos ojos verdes. Eso sí que no lo esperaba.
¿Acaso esto era una reunión de Ex's?
Aunque Lauren, nunca fue nada mío.
Entonces, era reunión de "Personas que le han roto el corazón a Camila".
La morena se quedó viendo la escena sin entender que sucedía.
Michael frunció el ceño, tal vez confundiendola con alguien del trabajo.
La ignoró, regresando su atención en mi.
-Vamos Camila.
Aparte la mirada de la chica, con el enojo creciendo más.
-Lárgate Michael.
-Pensándolo bien, tú y yo podríamos intentarlo de nuevo.
Dió un paso hacia adelante, yo retrocedí uno.
-Has cambiado mucho Camila.
Lauren salió de su estado de shock, comprendiendo la situación.
Asqueada cerré los ojos cuando él me tomo del mentón.
-Ya bajaste de peso Camila, eso me gusta.
-Aparta tus manos de ella.-oímos hablar a Lauren.
Abrí los ojos sorprendida de que aún no se haya ido.
Maya irrumpió el lugar con dos guardias, señalando a Lauren.
-Es ella.
La tomaron de los brazos queriendo sacarla.
-Esperen.-logre detenerlos antes de que se llevarán a la chica.-Llevenselo a él.
Soltaron a Lauren, cuando los guardias hicieron el ademán de querer agarrar a Michael este levanto las palmas de las manos en rendimiento.
-Me iré por mi propio pie, pero regresaré Camila.
Los vimos salir de mi oficina. Llevé mi mano al puente de mi nariz sintiéndome mal.
Maya me señaló con una mirada a la chica que estaba a mi lado.
-Ella es Lauren, por el momento puede pasar sin necesidad de cita.
Asintió con la cabeza, no tardo en desaparecer.
Ahora a lidiar con la chica de ojos esmeraldas.
-¿sucede algo Lauren?-Tome asiento en la silla queriendo detener el temblor en mis piernas.-¿Quieres que organice tu boda?
-A no ser que pienses casarte conmigo, me encantaría que la organizaras.
Puso sus manos en mi escritorio, inclinándose hacia el frente.
La mire esperando.
-Lo siento tanto Camila, quería venir desde el momento en el que te fuiste.
-Al contrario de eso, tardaste días Lauren.
-Necesitaba ponerme en orden.
-¿Y ahora quien dice que yo quiero?
Me fijé en cada detalle de la chica.
Bolsa bajo los ojos, sonrisa rota, y sus ojos ya no tenían ese brillo que te retaba.
La piel pálida, casi enfermiza.
-Si necesitas que te a corteje, lo haré Mila.- seguí de vista el movimiento de su lengua al mojar sus labios.
Lauren era seducción. Hacia cosas sin que ella se diera cuenta.
-Te necesito, más de lo que tú a mí.
-¿Puedo confiar el ti Lauren?
-¡Maldición! ¡si!
-Esfuérzate.
Sonrió por primera vez, podía apostar que su primera sonrisa real en días.
Mostró sus dientes y con una suave voz dijo:
-Cariño, soy Lauren.

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