TERCERA PARTE: LA GUERRA SANGRIENTA DE LOS MIL AÑOS

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Después de 900 años, su corazón

Después de 90 años, su intelecto.

Después de 9 años, su poder.

Después de 9 días, el mundo


BYAKUYA.-

Las hojas de los árboles se tiñeron de colores cálidos. Ya era otoño.

Me encontraba mirando mi estanque de peces, anoche no había dormido, tampoco ayer, ni antes de ayer. Estaba en un estado de vigilia constante, atento a cualquier situación que pudiera presentarse, pero en realidad solo estaba esperando una cosa. Ya había pasado una estación completa desde que Aizen fue encarcelado y condenado a 20.000 años en el Muken, era algo que él mismo se había ganado con sus actos. En 20.000 años tal vez ninguno estaría ya, él no volvería a encontrar a ________ nunca más.

La había dejado bastante mal, prácticamente le destrozó todos los órganos del abdomen, creí que iba a morir, de hecho lo hizo más de una vez, había sido necesario reanimarla varias veces, además Unohana había descubierto que tenía heridas internas antiguas y eso no había hecho más que empeorar su condición. No permitían a nadie verla las primeras semanas, estaba en cuidados intensivos, recientemente había salido, pero su condición era delicada. Solo sabía de lo que me informaban, pues no había podido verla más de una única vez, estaba arrestada, ni siquiera le permitieron reaccionar o acabar de curarse, habían todos los días siempre dos shinigamis de la Primera División haciendo guardia fuera de donde estaba, por órdenes del Capitán Comandante.

Todo era monótono en aquellos días, al menos así me lo parecía a mí.

AIZEN.-

El tiempo pasaba más rápido de lo que parecía, al menos así era hasta hacia poco, pero últimamente sentía que los días se alargaban demás, era una monotonía extraña que no tenía nada que ver con el hecho que estuviera en prisión. 20.000 años para alguien como yo que había alcanzado la inmortalidad eran un tiempo corto, pero algo estaba haciendo que los días se tornaran más pesados.

Ella no había muerto aún.

La monotonía de estos últimos días estaba siendo cargosa incluso para mí, los shinigamis de fuera debían sentirse igual, pero ellos no serían capaces de deducir el por qué. El tiempo era diferente para todos, pasaba lento o muy rápido dependiendo de la perspectiva, pero esta vez los días eran monótonos para todos, los shinigami ya habrían hecho comentarios sobre lo aburridos que eran los días últimamente, pero no se paraban a pensar en el motivo del por qué absolutamente todos los sentían así.

El equilibrio se estaba rompiendo.

Tenía un par de ideas en mente para eso, pero no tenía por qué compartirlas con nadie, de todas formas no era importante, o tal vez simplemente ni siquiera yo mismo creía que una cosa tuviera que ver con la otra, aun sonaba increíble e inverosímil cuando lo pensaba.

________ no había muerto aún. Si no había muerto hasta ahora, no iba a hacerlo más adelante. Ahora ella me parecía una persona más que interesante, mi interés había aumentado, podría subir a buscarla después, para que pudiéramos charlar sobre lo que acababa de descubrir.

Los sellos no podían detenerme, no eternamente.

BYAKUYA.-

"¡Nii-sama!" Rukia entró a mi despacho sin anunciarse primero. Era temprano esa mañana, hacia bastante frio, yo estaba trabajando en la sexta división, Rukia debía estar en la Treceava, se suponía, pero había aparecido frente a mí con las mejillas rojas, como si hubiera venido corriendo a la carrera.

HEARTH OF DESTRUCTION (Aizen-- Byakuya)Where stories live. Discover now