LA ESPERANZA QUE SE ROMPE

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"Por fin estas en mis manos... y voy hacerte pagar."

Esa amenaza me heló la sangre ¿qué iba a hacerme? Seguía encima mío, respirando en mi cuello, moví las piernas como último esfuerzo para empujarlo, no sirvió de mucho, más bien sentí como se reía contra la piel de mi cuello, mientras yo estaba aterrorizada, él se divertía. Su risa fue extraña, apenas una carcajada en voz baja.

Ni siquiera pude hablar o quejarme, aparte de estar siendo sometida por él, mis músculos no me respondían, no se movían un milímetro para obedecerme. Era el miedo, yo siempre le había temido a Aizen, era el monstruo en mis pesadillas, aquel que había transformado a mis amigos en monstruos también, él que me perseguía y me vigilaba desde la oscuridad.

Lo sentí suspirar contra mi garganta y mi cuerpo entero se puso tieso, como si estuviera muerta, tenía tanto miedo de él y de lo que pudiera hacerme en aquel momento. Una de sus manos me soltó un brazo y aun así no me moví, tenía la esperanza de que me dejara de una vez cuando lo hizo, pero en cambio su mano bajó hasta mi obi y se posó en mi cintura, luego empezó a bajar lentamente, mientras yo no podía siquiera temblar, acariciando encima del vestido hasta que llegó a mi muslo.

"Patético" dijo Aizen repentinamente y se levantó de la cama, dejándome libre. Aun así no me moví, seguí con los brazos doblados hacia arriba a los costados de mi cuerpo, mirando al techo y con el pecho subiendo y bajando por el miedo. Estaba completamente paralizada, mis pensamientos no iban a la velocidad normal.

"Cualquier cosa sospechosa que perciba en ti, por más insignificante que sea, será una gran razón para matarte con mis propias manos. Así que no-intentes-nada" enfatizó sus últimas palabras. Con eso se fue y escuché la puerta cerrarse.

Sentía mucho calor en mis mejillas y mi cuerpo seguía sin responderme, así estuvo durante un buen rato, me quedé contemplando el frío techo pintado de amarillo, en la habitación a oscuras. De repente sentí una energía muy leve, solo entonces mi cabeza se movió buscando con los ojos alguien dentro de la habitación en penumbras, pero no había nadie. Aquella energía se sentía muy cerca de mí.

Mi mano automáticamente voló hasta mi obi, para tocar la zanpakutó de Urahara enfundada en ella; la energía provenía de Benihime. Me senté en la cama y saqué la zanpakutó sosteniéndola con las dos manos frente a mí, efectivamente la energía salía de ella, era extraña, como si estuviera molesta, a punto de atacar, pero al mismo tiempo era solo como una amenaza. Una zanpakutó no se libera sin la orden de su maestro y eso era lo que Benihime estaba esperando.

Quería a su maestro.

"Benihime..."hice el intento de hablarle "Perdóname, volverás con Urahara, no será muy pronto, pero te regresaré a él, lo prometo. Mientras tanto necesito que te quedes tranquila, o podrían robarte."

No estaba segura de si Benihime me escucharía o no, pero para mi sorpresa, su energía empezó a apagarse cuando dije la última palabra, se extinguía poco a poco, como si estuviera quedándose dormida. De alguna forma, me alegró que Benihime estuviera conmigo, aunque no compartíamos un vínculo, al menos tenía una especie de compañera en ese lugar, pero era mejor que ella se quedara dormida hasta que terminara esta pesadilla.

"Volveremos a casa, Benihime"

BYAKUYA.-

"Desháganse de esto también" señalé un pequeño lugar en el estante de libros de la biblioteca, todos ellos pertenecían a _________. Los sirvientes se apresuraron en recogerlo todo.

Rukia estaba mirando la escena desde un rincón. Pasé por su lado rápidamente y me puse a caminar en círculos por la sala, como un animal furioso, y vaya que yo estaba furioso, sería capaz de cualquier cosa en ese momento.

HEARTH OF DESTRUCTION (Aizen-- Byakuya)Where stories live. Discover now