Capitulo 3

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Ya eran las cinco de la mañana, ¿y a divinen qué me despertó? Sí, aquella maldita alarma, que bella sería la vida sin ese aparato ruidoso.

Me levanté de la cama perezosa, casi como un zombi. Caminé hacia al baño, sepille mis dientes y me lavé la cara, después al salir busque la ropa que me pondría.

Unos jeans azules rotos en las rodillas, una remera blanca, tengo que admitir que me gusten los colores pasteles y sobre todo el blanco tiene su lado negativo ya qué
corria el riesgo de que de macharla con cualquier cosa.

Y me ha pasado varias veces por torpe, pero en fin.

Y como abrigo me puse un bonito buzo color marino.

A lo que me encuentro a mi padre desayunando unas galletas y un café.

—  Justo a tiempo querida...

— Buen día pa... — Dije aún un poco a dormilada y me senté en la mesa y comencé a desayunar ya que había otra taza con café y un platito con galletas de chocolate ¡Mis favoritas!

El día había comenzado bien.

Mientras desayunaba, tomé el celular y procedí a llamar a Mérida, ya qué ella me acompañaría.

¡Sopresa!

Le había preguntado a mi padre si podía llevar a una amiga, ya que cuando les comenté que no iba a poder hacer la fiesta por ese viaje, Mérida me preguntó si podía ir e incluso Jack pero el tuvo otros asuntos que atender (era muy temprano y se le fueron las ganas)
Así que cuando mi padre dijo que no habría problema, casi me quedo sorda cuando se lo dije por teléfono a la noche, había chillado de emoción.

Así que ahora la estaba llamando por tercera vez pensando que se arrepintió y prefirió seguir durmiendo.

No la culparia tampoco.

Si voy a ir Elsa, es más estoy llegando a tu casa.

— ¡Oye, ¿cómo sabías que preguntaría eso?!

—  ¡Puff, no es obvio tonta! estate atenta que estoy por llegar, ¿okay?

— Okay, ¡nos vemos!— Y corté la llamada, no voy a negar que me puso feliz eso, no hago mucho estos viajes y tampoco es que sea demasiado fanática de salir así en el medio de la naturaleza.

A lo mejor está vez será distinto.

De repente escuché el timbre y fruncí el seño extrañada, lo cual voy a abrir la puerta y era Merida con una sonrísa victoriosa cruzada de brazos.

— Y yo que pensaba que estás roncando en tu casa aún.

—  Acéptalo, cada día te sorprendo más. —  Hice que pase y caminamos juntas a la sala en donde estaba mi padre.

—  ¿Están emocionadas chicas? — Dijo en un tono emocionado.

— ¡Sí! —  Sonrío Merida, fue la primera en contestar rápido y emocionado lo cual la miré extrañada. — ¿Qué?, a mí me encantan estos viajes, lo hacemos seguido con mi familia...

—  En mi familia el alma de la fiesta son mi papá y Anna ya que en los viajes me quejo de todo como mi mamá. —  Aunque me cueste admitirlo eso es algo que tenemos en común.

—  ¿No les gusta caminar?

—  Odio la naturaleza.

—  Elsa, no la desprestigies, ¿cuántas veces te lo he dicho? —  Oh, no aquí viene el sermón de padre explorador científico y biólogo. — La naturaleza nos dió todo lo que tenemos ahora, sin ella no somos nada.

¿Quien eres tú? | En edición Where stories live. Discover now