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A la mañana siguiente, la primera cosa que hago es salir de los brazos de Michael y caminar hasta mi escritorio donde mi libreta descansa. Aún está rota por la mitad, ya que cuando interrumpí a Michael no hace mucho en el trabajo de repararla, no pudo llegar a hacer mucho.


Me volteo fugazmente y noto como Michael duerme, su nariz pálida y una tranquilidad que sólo muestra cuando dormidos en la misma cama desde que eramos niños, que se vio interrumpido unos años, y que retomamos no de hace mucho.


Mi atención otra vez cae en la libreta y con tranquilidad leo:


Piedras en tu nombre,

me llaman cada noche.

Soledad me acompaña cada tarde.

Mis abrazos por su hogar arden.


Tu fantasma estaba en mi ventana,

tus ojos me buscaban,

tus susurros se escuchaban

y el remordimiento te atacaba.


Me he cansado de esperarte,

de perdonarte.

Me agota ser yo quién esté ahí siempre,

quien te recupere.


¿Por qué nunca aprendes?


//


Tengo un lugar secreto donde correr.

Nubes, granizos y tormentas lo rodean,

rojos ojos lo custodian

y lamentos viven en el.


Suspiros se escapan de mi boca al correr,

desesperación presente en todo mi ser.

Necesito llegar a ti,

mostrarte lo que tu corazón refugia sin querer.


Prometo soplar las nubes y que el sol ilumine.

Prometo espantar las tormentas y reemplazarlas con estrellas.

Prometo limpiar esas lágrimas y que esos ojos brillen.

Prometo ahuyentar cada lamento que te embargue.


Todo eso, si tu eres solo para mí.

¿Es Verdad lo que Sentimos? 》MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora