Siempre

7.1K 1K 785
                                    

El clima era más que perfecto en Hasetsu. 

Después de que había ganado la plata en el GPF, y después de que la gente se había enterado de donde era el campeón de la plata; los turistas habían comenzado a llegar al pequeño lugar en masa, llenando los pocos hostales que se mantenían abiertos. Su padre había dicho que sería una buena temporada, tendrían buenas ganancias para cuando la temporada de turistas bajara en totalidad.  

Cuando Yuuri llegó a su hogar después de un largo viaje en avión, no se esperó ver el hostal tan lleno de gente, y mucha de la cual le reconoció, pidió su autógrafo y una foto con él. Muchos, muchos de ellos le preguntaron que se sintió haber compartido podía con el gran Viktor Nikiforov, si es que había hablado con él, si se había hecho cerca o amigo del campeón.

Si supieran que se hizo más que su amigo...

Yuuri respondió a cada uno con una sonrisa y un muy pequeño "si, lo siento, debo irme", antes de escapar de sus garras e ir a la cocina, donde su madre lo llamaba y sabía que podía resguardarse.

Ese día en que llegó, solo descansó por un par de minutos que los dedicó a ordenar la ropa de su maleta y cambiarse por algo más cómodo, el resto del tiempo se fue en ayudar a sus padres con el hostal. Ir de un lado a otro, ayudar a su madre en la cocina y quedarse ahí, resguardado de todas las preguntas.

O eso creía.

—¿Pudiste conocer a Viktor? —preguntó su madre cuando le estuvo ayudando en la cocina—. ¡Qué emoción! Él siempre fue tu ídolo, es una suerte poder conocerlo.

—Si, una suerte... 

Yuuri sonrió, una sonrisa forzada que dirigió a su madre.

Con toda la nueva y desconocida información que tenía en su cabeza, no sabía como manejar la situación y los pensamientos que le embargaban cuando estaba alrededor de sus padre o hermana. Ellos lo sabían, sabían perfectamente que Viktor no solo era su "ídolo en el patinaje", sabían del pasado donde Viktor estuvo. 

Yuuri se dio cuenta de que habían estado fingiendo desde hace años. Ahora podía comprender el asombro de su madre cuando él, con doce años, le mostró un vídeo de Viktor y le dijo que él era su ídolo, que quería conocerlo y ser cómo él. 

Al menos Hiroko jamás le dijo que no podía o iba a conocerlo...

Pero, en ese momento, mientras ayudaba a su madre a cortar algunas verduras y echarlas al agua caliente, pudo notar como su madre titubeaba en sus movimientos, en especial después de que respondió, frente a todos, que había conocido a Viktor. Aun cuando no había dicho que tan cercano era al ruso en ese momento, Yuuri supuso que el instinto de madre estaba latente, y Hiroko podía saber que eran más que solo conocidos.

Tal vez porque no volvió con Masao, porque volvió diferente. Algo había cambiado en él, tal vez había terminado de madurar al fin. No lo sabía, pero Yuuri si sentía que algo había cambiado en él.

Y todo era gracias a Viktor. 

—¿Y cómo es Rusia? —preguntó descuidadamente—. ¿Hace mucho frío? ¿No tuviste algún resfriado mientra estuviste ahí? 

Yuuri se encogió de hombros, suspiró, y decidió que no valía la pena ignorar el tema principal por el cual había regresado.

—No lo sé —respondió—. Dímelo tu, después de todo hace casi veinte años vivíamos en Rusia. 

Hiroko detuvo todos sus movimientos. Casi dejó caer un plato repleto de comida, pero Yuuri fue más rápido y se lo quitó, lo dejó en la mesa y miró a su madre a ese rostro que tan similar era al suyo. 

Al pasar de los añosWhere stories live. Discover now