~Una Última Vez~ <Finalizada>

Capítulo 22

La habitación de aquel niño era innecesariamente espaciosa para una sola persona. La ventana daba una vista certera, la cama se encontraba en el centro, al lado una mesa de noche, frente a ésta el closset,y justo al lado de éste, se encontraba otra puerta a lo que el visitante imaginaba, sería la entrada al cuarto de baño.

Sobre la cama, el cuerpo del conde tirado, la respiración acompasada y totalmente relajado. Vulnerable ante todo aquel que quisiera hacerle daño. Con una sonrisa maldosa en su rostro, y logrando abrir la ventana desde fuera, entró en completo silencio. No tenía pensado despertarle, se quedó sentado en la cama viéndole dormir. Podría hacerle tantas cosas ahora, mientras dormía así, tan ajeno a su alrededor. Sus labios estaban ligeramente abiertos, con un rostro tan angelical y las mejillas ligeramente coloreadas. Por primera vez en su vida, entendió por qué Sebastian se había enamorado de él. Su mano se movió por sí misma y acabó en la mejilla del menor, acariciándolo como si fuera a romperse.

-Ciel Phantomhive, el noble del mal...- suspiró aún sin quitar su mano.- Un alma inundada de oscuridad, pero que en la oscuridad encontró un amor tan fuerte que nada  ni nadie logró romperlo. Ni siquiera yo, uno de los demonios más fuertes de todo el averno.- El menor soltó un suspiro y luke alejó su mano, Se aclaró la garganta y decidió despertarle.-Ciel... Despierta, necesito hablarte.- Se puso de pie y esperó a que despertara completamente. El menor se removió un poco, soltando otro suspiro y se sentó en la cama, tallándose los ojos.

-¿Sebastian..?- murmuró aún con los ojos entreabiertos, con una ternura tan propia. Luke apretó los puños.

-No, no soy él, pero vengo a hablarte sobre él.- Ciel abrió los sorprendido y se alejó un poco de él.- No seas idiota, si quisiera hacerte algo,lo hubiese hecho mientras dormías ¿no lo crees?- Lo miró de reojo y relajó su cuerpo, dejándose caer de nuevo a la cama mientras cruzaba las piernas. -Vamos, hablo en serio. No puedo hacerte daño por que eso implicaría dañar a Sebastian.- el menor se acercó con un poco de desconfianza.

-¿Vienes a abogar por él?-

-No. Vengo a darte explicaciones del por qué de su comportamiento. Es tu decisión darle o no la oportunidad que busca, pero al menos así, él no estaría peleando con una versión cerrada de ti. Por eso, creo que debes conocer toda la historia a fondo.-

-No quiero escuch-

-Me importa una mierda si quieres o no escuchar. Esto no se trata de querer tú me vas a escuchar, ¿lo entendiste o lo hago más gráfico?- el menor no tuvo más remedio que asentir.-Bien, nos estamos entendiendo.- Tomó un largo respiró y prosiguió.- Tengo entendido que decidiste suicidarte por que Sebastian "no pudo" corresponderte, ¿me equivoco?-Ciel negó.- Eso, joven conde, fue algo sumamente idiota de su parte, ¿no lo cree así?- se burló en su cara.- ah veamos... Si lo comparamos con el resto de la escoria humana, tú no te quedas atrás Phantomhive. Tú no te suicidaste por que él no te amara, tú realmente no querías hacerlo, en el fondo creías que él te quitaría el arma, ¿No es así? pero no salió como querías, por que el contrato ya estaba disuelto- el menor abrió la boca para decir algo, más sin embargo, no le fue permitido decir palabra alguna.- Shhhs no es necesario negarlo, yo sé que fue así. En fin, Sebastian desde un comienzo estaba enamorado de ti, pero fuiste tan tonto como para dejarte llevar y no permitirle darse cuenta de esto sino hasta después de tu muerte. Él realmente te mintió muy bien ¿eh? con eso de "No puedo sentir amor"- rió- El causante de esos pensamientos fui yo. Cuando era un poco mayor que tú, y recién llegaba al averno, yo fui su primer amigo. Amistad que luego de varios meses, pasó a ser una relación, pero como en todas las buenas historias de amor, uno de los dos tenía que salir herido y en esta historia, fue él. Estúpido, ¿no? romperle el corazón a la persona que amas sólo por un buen par de tetas.- Soltó un suspiro y se levantó de la cama, caminando por la habitación.- Lo dejé tan jodido Ciel, que cuando me di cuenta, se había convertido en un negro abismo de dolor y venganza. Aún me arrepiento de eso, pero lo hecho, hecho está. Años después a eso, él te encontró... nunca había visto en sus ojos ese brillo que tuvo al verte en medio de aquel lugar, pidiendo ayuda y créeme que lo había visto firmar contratos anteriormente. ¿No te parece lógico que haya sido él quien se acercó a ti? había muchísimos demonios esa noche, ¿sabes?.. Creo que fue eso que ustedes llaman destino.-Volvió a sentarse, esta vez más cerca del otro.- Ciel, piénsalo correctamente, ¿Vas a renunciar a la persona por la que tanto tiempo has estado esperando, sólo por que hizo lo mismo que un idiota como yo le hizo a él? No estoy diciendo que se lo hagas fácil, claro que no. Me refiero a que al menos, dejes que lo intente. Deja que te enamore como hizo hace algún tiempo, y si no funciona, al menos le dejas la certeza de haber luchado por algo que de verdad ama...-

-Pero, ¿qué hay sobre ti? ¿me lo harás fácil? por que supongo que aún sientes algo por él ¿me equivoco?- Se miraron a los ojos, Luke sonrió y negó.

-No. No te equivocas, pero puedes estar tranquilo... Yo decidí renunciar a él.-

-¿Porqué?-

-Oye niño, eso no es asunto tuyo pero ya que estamos, te lo diré; Después de que se corriera gritando tu nombre en mi primera vez, me di cuenta de que nunca volvería a ser mío.- un sonrojo coloreó las mejillas del menor y Luke sonrió satisfecho.- Me molesté mucho con él y luego lo estaba conmigo mismo por haber creído que lograría enamorarlo de nuevo.- Su mirada se iba apagando, bajó la cabeza y suspiró- Uno aprende a dejar ir a quien realmente ama si la otra persona ha encontrado a alguien que valga la pena. 

-Eso... ¿quiere decir que me apruebas?-

-Sí, niño. Aunque me duela, eres el destino de Sebastian. Ustedes están destinados a ser, lo vi en sus ojos cuando sus miradas se cruzaron.- se levantó de la cama por última vez.- Como sea, más te vale que lo cuides.- Despeinó ligeramente la cabellera azulina y salió por la ventana. Aún tenía cosas que hacer, entre ellas una última despedida.