5. Encantado

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Ese día fue mejor de lo que Magnus había soñado. Resultó que todo lo que Magnus tenía que hacer era para superar las barreras era bajarle al coqueteo y ser un poco mas genuino, lo que le pareció perfecto a Magnus. Besar a Alec fue mucho mejor que coquetear con el, aunque definitivamente también lo había disfrutado.

Magnus estaba enfrente de Alec. Estaban sentados cerca de la ventada, dándoles una hermosa vista del océano, con el sol reflejándose en las olas del mar. La atmosfera del restaurante era acogedora. El olor a sal del mar in el aire era menor adentro, pero aun así, cada vez que se abría la puerta, se colaba un poco de la brisa. Además del eso, el olor de la comida que llenaba el aire era delicioso. Magnus no estaba sorprendido de que este fuera uno de los lugares favoritos de Alec.

– Esto es muy bonito, – dijo Magnus. Ambos estaban sentados siendo alumbrados por una lámpara azul con verde. Magnus sospechó que el color de esa paleta fue elegido para similar el color del océano. Había un ramo de flores blancas con rosa en la mesa. Los largos tallos le impedían una mejor vista de Alec.

– Es solo el océano, – le restó importancia Alec, mientras se encogía de hombros.

– Eso lo dices porque lo ves todos los días, – argumentó Magnus mientras movía las flores hacia la ventada para tener una mejor vista de Alexander. La luz del sol que entraba por la ventana le daba justa en la cara a Alec, haciendo que sus ojos fueran aun mas hermosos por los rayos de sol que causaban que el azul brillara.

– Todo por aquí es acerca del océano, – Alec se quejó mientras apuntaba a las decoraciones como el pez espada que colgaban sobre nuestras cabezas.

– Cierto, – rió – incluso el puesto parece de pescados. –

– Si recibiera un dólar cada vez que alguien dice eso, podría dejar mi trabajo, – Alec se burló.

– ¿No te gustan los juegos de palabras? – le preguntó Magnus.

– Cuando digas algo que no haya escuchado ya, hablamos. – Alec replicó. Magnus no pudo evitar más que reír. Aparte de la suave risa, solo unas pocas conversaciones de otras personas y el sonido de los platos, se escuchaban. A pesar de estar en un restaurante público, Magnus tenia cierta privacidad con Alexander. Ambos estaban sentados en una esquina, apartados de los otros clientes. La parte de atrás del restaurante no hacia menor la conversación, al contrario, la animaba. Magnus estaba feliz de eso; el quería poder conversar con Alexander.

– Alexander, – Magnus habló suavemente. – ¿Qué te gusta hacer cuando no estás trabajando? –

– No mucho, – dijo Alec, encogiéndose de hombros. Magnus no se rendía fácilmente, pero la mesera apareció para llevarles sus bebidas. Parecía estar en sus veintes, y tenia un cabello café natural con rayos rojos. Usaba lentes que enmarcaban su cara en forma de corazón. Tenia cabello largo amarrado en una coleta que le llegaba a los hombros. Era guapa, pero no se podía comparar con Alec. Ojos verdes no eran tan gloriosos como los azules, en la opinión de Magnus.

– Okey, entonces, – la mesera dijo. – Agua para Alec, pero ¿tu que deseas? – Magnus buscó su nombre en su gafete del uniforme pero no lo pudo encontrar. Sospechó que todos en el pequeño nombre lo conocían. Los pueblos pequeños eran extraños.

– ¿Qué tal si Alec no quiere agua? – replicó Magnus. – Ni siquiera le preguntaste, – Alec rió mientras miraba al menú. La mesera sonrió también y Magnus se sintió el centro de una broma.

– No es de por aquí ¿verdad? – la mesera le preguntó a Alec.

– Nop, – respondió Alec – Karla, creo que él es de otro mundo. –

Elusive Love (Malec)Where stories live. Discover now