6. Surfeando

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Magnus se levantó por su alarma de reloj, sabiendo completamente el porque la había puesto; nada como Alexander para motivarle a levantarse temprano. Después de ponerse su traje de baño y una camisa, Magnus lentamente salió de hotel con un rostro somnoliento. ¿Quién en sus cinco sentidos se levantaría tan temprano?

Magnus se detuvo en una cafetería y compró dos cafés, antes de continuar su camino hacia la tienda de surf. Era extraño, un día sin nubes y a pesar de estar medio dormido, Magnus estaba agradecido de que saliera el sol.

Cuando Magnus llegó a la tienda Jace estaba abriendo la puerta. Jace volteó a ver a un Magnus que se veía igual de cansado.

– Más vale que esa cita sea malditamente fantástica, – Jace refunfuñó mientras tomaba uno de los cafés que traía en sus manos.

– Eso era para Alec, – objetó Magnus pero Jace volteó a verle con una mirada más molesta de lo que creía merecer.

– Voy a cubrir el turno de Alec, – se quejó Jace. – Así que me quedaré con el café. Acéptalo. –

A pesar del intento de Jace por abrir la puerta, esta seguía cerrada. Parpadeando somnoliento, Jace intentó abrir de nuevo. Mientras entraban a la tienda, lo primero que notó fue a Alexander usando un bañador negro y una camisa pegada a su pecho. Magnus admiró por un momento los músculos del pecho de Alec, con la boca un poco abierta. El color negro combinaba hermosamente con la pálida piel. Después de un momento Magnus salió de sus pensamientos.

– Ah, por eso la puerta ya estaba abierta, – Magnus dijo al rubio gruñón que le había robado el café de Alec. Jace solo le mandó una mirada enojada.

– Te había traído café, – dijo Magnus. – Pero Jace lo robó. –

– Un pequeño precio a pagar por robarme mi hermoso sueño, – Jace se quejó mientras desaparecía por la puerta de atrás.

– Gracias supongo, – dijo Alec con una pequeña risa, ignorando a Jace. Alec estaba mirando a Magnus de pies a cabeza, pero justo cuando Magnus comenzaba a disfrutar el hecho de que Alec le comiera con la mirada, Alec contradijo sus acciones con sus palabras.

– Esa playera podría no funcionar, – dijo Alec. – Necesitas una rashguard, una playera para el agua. –

– Oh – replicó Magnus, más decepcionado de lo que admitiría al darse cuenta de los motivos por los que Alec lo había checado.

– Vamos, – dijo Alec. – Traje una playera extra para ti. Está en mi coche. –

Justo cuando Alec comenzó a caminar hacía la puerta de atrás para salir, Jace reapareció arrastrando una pequeña silla. La puso detrás del mostrador y se sentó, recargando la cabeza en el escritorio.

– ¡Enserio! – Alec exclamó sacudiendo la cabeza. – ¡No puedes estar tan cansado Jace! –

– Oh, si puedo, – masculló Jace. – Yo abrí ayer. Nunca había abierto dos días seguidos. –

– ¡Oh por favor! – Alec se quejó. Jace solo murmuró algo inentendible. Alec dejó a Jace en su miseria pero Magnus no pudo evitar no simpatizar con él. Era demasiado temprano, después de todo. Magnus siguió a Alec por la puerta trasera.

– Perdón por lo de Jace, – dijo Alec mientras cerraba la puerta. – No es una persona madrugadora. –

– Tampoco yo, – respondió Magnus. – Creo que nunca me había despertado tan temprano en mi vida. –

– ¿De verdad? – preguntó Alec escéptico.

– No me malinterpretes, – replicó Magnus sonriendo. – Me he quedado despierto hasta las seis de la mañana innumerables veces, pero despertarme a las seis, no mucho. –

Elusive Love (Malec)Where stories live. Discover now