Capítulo IX : "Estaré bien".

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-¡¿Cómo es posible que una pareja de jóvenes de nuestro prestigiado establecimiento se encierren en la sala del aseo… cómo?! ¡Explíquenme por favor! – La directora no dejaba de pasearse de un lado a otro mientras Jacob y yo estábamos sentados escuchando su dulce y armoniosa voz. Ok, gritaba más que un cerdo en lodo, y ni siquiera mencionaba el castigo.

-Directora, creo que ya entendimos… - Jacob colocaba sus ojos de gato con botas para tratar de persuadirla, pero era en vano.

-¡No! Es que usted joven lleva algo de un mes y esta jovencita no hace más que meterse en problemas. Pero ya tengo la solución. – Al fin dejó de hablar.

-Dígala entonces. – No soportaba un minuto más en esta sala; gritos, incomodidades, ver a una señora alterada de por lo menos 200 años, preguntarme por qué Jay y Andrew me miraban así…

-Sr. Reyd, viendo que sus notas han bajado este semestre y su asistencia es casi nula, tendrá que limpiar el gimnasio todas las semanas hasta que se gradué. O si no, su beca se verá sumamente afectada. – Dios mío, que le den.

-Está bien, me retiro ahora. – Aire, por favor un poco de aire es lo que necesito.

-Antes que se retire quizás quiera saber quién será su pareja de limpieza. El señor aquí presente la ayudará todos los días menos los viernes. Como es su primer castigo será algo más sutil, así que el mayor peso recae en usted señorita Reyd, recuerde que en cualquier momento puede declinar y la beca queda nula. – Sonrío de forma perversa y satisfactoria. 

Salimos al mismo tiempo, Jacob, y yo de aquella oficina del diablo.

-Hey, Jacob – llamé, ya que se iba en dirección opuesta la mía – Sobre lo que mencionaste anteriormente, yo, quiero que sepas que…

-No tienes nada que decir… lo entiendo. Creo que es mejor así, Jaden, cuídate. – Su forma fría de despedirme y su nulo contacto visual conmigo hizo darme cuenta que quizás era algo cierto lo que decía, y que también es mucho mejor dejar las cosas tal cual como están. Menos sentimientos, menos emociones, mucho más fácil.

Caminé hasta mi casillero, ya era hora de largarse. Tomé algunas cosas y me dirigí a tomar un taxi ya que no veía a Jay por ningún sitio. Caminé por el estacionamiento mientras veo que hay sólo dos vehículos. Y uno lo conocía perfectamente.

-¡Jay! No sabes cuánto me alegro de verte imbécil – Abracé con todas mis fuerzas a aquel individuo que me conocía tan bien. Estaba recostado en su auto con los brazos cruzados.

-¡Vaya Jaden! ¿Qué pasó? – Me correspondió el abrazo y me acarició el cabello de forma muy paternal, creo.

-Tengo que limpiar el gimnasio todos los días hasta graduarme. Entretención máxima, ¿no crees? – respondí sarcástica, quité el dato de que mi ayudante era Jacob, no quería pensar en él ahora y bueno, mañana tampoco.

-Si quieres mañana mismo te voy ayudar, no me dicen “escoba man” por nada. – Sonrío y me guiñó el ojo.

-Nadie te dice así. – Sonreí y me dispuse al lado de la puerta del auto.

-Súbete – mencionó Jay.

El recorrido en auto fue bastante agradable, olvidé todos los problemas que había causado ese mismo día y me propuse ponerle atención a las estupideces que hacía con mi amigo. Le platiqué acerca de la encerrona con Jacob, no le dije nada acerca de lo que me había confesado, ¿para que hacerlo?

-Oye niña, ¿aún juegas voleibol? –Dijo, mientras arreglaba un mechón de su cabello y volvía su vista hacia el frente.

-Claro, con que no hayan campeonatos no significa que no juegue más. – Recordé diversos momentos de euforia con mi equipo y sentí que extrañaba demasiado aquel deporte.

-Te invito a jugar este jueves en la playa que está a 15 minutos de aquí, tengo equipo, pero me falta una estrella. – Sonrío y me miró de forma divertida, él sabía cuánto amaba ese deporte y que lo seguiría hasta el fin de mundo.

-Sabes que es un sí asegurado – Le devolví la sonrisa y le guiñé el ojo.

- Sabes, hemos hablado bastante con Andrew acerca de ese… Jacob – oh no, mala conversación amigo mío. – Y no nos agrada. Es decir puedes hablar con quien quieras, pero simplemente no me gusta.

-No te tiene que gustar, o sino serías maricón querido Jay – Me volví seria, aunque quería bromear acerca de lo que había dicho sonó más frio de lo que pensé. Era una simple persona no tenía que cambiarme el humor.

-Como digas Jaden… - Su humor también cambió, pude notarlo. No soy amiga de este imbécil desde los 7 años como para no darme cuenta.

-Jacob, gracias por todo – Abrí la puerta y Jay me dirigió una extrañada mirada acompañado de un “de nada Jaden” para acelerar su vehículo y desaparecer en la calle.

Mi estómago comenzaba sonar, así que fui a ver el dinero que tenía y comprendí que lo había gastado todo en la escuela y gastos comunes de la casa. No tenía ni un centavo y necesitaba algunas cosas. A veces hay que escoger distintos caminos a los usuales para poder sobrevivir, no podía tener un trabajo por ser menor de edad y si descubrían que estaba sola en esta casa me llevarían al orfanato por un tiempo. Yo no podría con eso, no lo aguantaría.

No tenía muchas opciones en mi mente y tuve que inclinarme por una, no era la más decente pero tendría algo más de dinero.

-Oh, Jaden ¿en que te has metido? – pronunciaba en voz alta con un fajo de billetes en mi mano luego de mi primer día de “trabajo”.

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⏰ Last updated: Feb 13, 2014 ⏰

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