Capítulo III : "Bienvenido"

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Capítulo III “Bienvenido”

Había pasado un día desde que aquel muchacho llegó a mi escuela, y aún no me había saludado ni hablado, pero seguía clavando su mirada sobre mí cómo si algo le inquietara. Había comenzado hacerme la idea que sería como todos los chicos de la escuela, con la diferencia que él no se acercaría a mí para coquetearme o para enamorarme, como esos estúpidos. Mejor así creo, no tendré que preocuparme por un chico que conocí en una fiesta y no tuvimos más contacto que un beso y algunas caricias. Que estupidez Jaden.

Me senté en la galería del gimnasio, tratando de distraerme. No había nadie, todos estaban en clases de Lengua. Yo decidí quedarme fuera de clases, ya que quería destrozarme un poco con mis pensamientos del pasado. No podía aguantar más y necesitaba desahogarme gritar y dejar que todos me dejaran en paz.

-¡A LA MIERDA TODO! – grité sollozando, mientras me relajaba en mi incómodo asiento de la galería, no podía dejar de pensar que jugando vóleibol me despejaría un poco, pero jugar este deporte solitariamente no es muy divertido ¿saben?

Cerré los ojos y traté de no llorar. Odio llorar, me hace sentir inferior y detesto sentirme menos que las otras personas. Aunque sabía que estaba sola en aquel gran gimnasio, y todos estaban en sus clases, no podía hacerme esto a mí misma… debía ser fuerte.

Cuando tenía mis ojos cerrados y mis manos entrelazadas encima de mí estomago, comencé a pensar en mi abuela Clarisse. Ella me había recogido de aquel comisaria en la cual me salvaron, pero no podían tenerme por mucho tiempo, no tenía familia y en cualquier momento me tendrían que llevar a un orfanato. El solo hecho de pensar que pude haber ido a un lugar así me hacía apretar el puño y la quijada, no lo habría soportado.

Clarisse fue a la única persona que le tuve confianza cuando era pequeña, aunque no todo fue tan sencillo, no. Cuando llegué a su hogar, a nuestro hogar, sentí que debía esconderme de cualquier persona, parecía un animal asustado luego de un maltrato… y bueno,  a mi no me había pasado algo tan distinto. Al cabo de algunos meses la llamaba abuela, y cuando concluyó el año la abracé, convirtiéndose esa,  la primera muestra de afecto que le había dado.

Mi abuela Clarisse lo había perdido todo en un incendio, toda su familia, sus hijos, nietos, su marido… Donde se encontraban todos en su antigua casa. Clarisse fue a comprar la mercadería como siempre, solo que esta vez fue algo más lejos al ver todos los negocios cerrados. Cuando se devolvía a su hogar con las bolsas y todos los productos adquiridos, vio como una patrulla y un camión de bomberos se dirigía en dirección a su casa. Ella se extrañó de lo que acababa de presenciar, pero luego botó todas las bolsas y  salió corriendo. Aunque le dificultaba sus años no lo hacía mal, sacaba fuerza para seguir corriendo, deseando que solo fuera un mal sueño, una pesadilla, que en cualquier momento pudiera despertar y estar con sus seres queridos, pero no. Ahí estaba su hogar, su querido hogar. La casa estaba destruida totalmente por las llamas que aun no se detenían, los bomberos trataban de apagar el incendio y alguno que otro entraba a comprobar que hubiera alguien con vida, para desgracia de todos y más de Clarisse, todas las personas que estaban en su interior no habían tenido la suerte de escapar con ella.

Recuerdo el momento en que me dijo esto, fue el mismo día en que me adoptó y me dio su apellido, aunque yo era muy pequeña quiso hacérmelo saber, para que no pensara que yo estaba sola y era la única persona que le ocurrían malas cosas en su vida. Todos tenemos problemas y siempre habrá alguien que sufra más que ti.

No pude contener una lagrima por aquel sufrimiento que tuvo que soportar mi abuela, una persona que se ve tan amable, tan simpática, tan carismática y como si no tuviera problema alguno.

Abrí mis ojos como dos grandes focos, luego de sentir esa caricia quitando la lágrima que mojaba mi mejilla izquierda.

-¡¿Qué haces aquí?! – más que una pregunta fue un desafío, un reto, decirle que se marchara sin ocupar estas palabras literalmente.

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