Capítulo Treinta y Seis

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—Entonces, ¿qué decidiste?

Hunter ha venido hasta el hospital con la única intensión de escuchar lo que tanto está esperando, mi respuesta definitiva para llevarla a la corte. Solo tengo que firmar los papeles, y el destino de Blake estará dictado.

—No quiero que permanezca en el hospital psiquiátrico. Quiero que esté en un asilo donde lo traten como todo ser humano merece. No quiero que sufra más.

—Phoebe el juez ha dicho...

—Se lo que dijo, y esa es mi decisión. Blake no se quedará en un hospital el resto de su vida. Estará en un asilo en donde lo ayuden a sobrellevar su situación. Hay muy buenos centros especializados en el país, que el juez elija el que quiera, pero no estará en un hospital.

Hunter me observó agotado, pero con un leve tono de esperanza decorando sus ojos.

—Haré lo que pueda, pero si el juez lo envía al hospital, ahí se quedará y no habrá nada que podamos hacer, Phoebe. Conoces la otra opción...

—Lo sé, por favor, no hablemos más del tema. En realidad, te suplico que no lo mencionemos a no ser que haya un documento legal de por medio. No quiero volver a saber nada más de Blake Young en mi vida... por favor —sin poder evitarlo, una lágrima comienza a bajar por mi mejilla.

Hunter intenta sonreírme, tal vez piensa que así me hará sentir mejor, pero es algo tan duro que probablemente deberán pasar años para poder sentirme mejor.

Cuando me levanto de mi asiento, siento como las paredes comienzan a cerrarse a mi alrededor. En lugar que sentir paz por unos segundos, esto solo hace que mi nivel de estrés aumente diez por ciento más.

Camino a como puedo hasta el elevador y pulso el número cuatro en la pantalla. Mis manos tiemblan a causa de mi estrés. Se a la perfección que Blake no es el único que necesita ayuda con urgencia, yo también la necesito, pero no quiero pensar que yo también soy parte de este enorme problema.

Cuando tengo la puerta de la habitación de Anne frente a mi, dudo si abrirla o no. Mi hermano, su esposa y mis sobrinos recién nacidos son una excusa perfecta para sentirme feliz por un tiempo. Mi cara dice todo lo contrario, por supuesto, pero no quiero arrastrar a la oscuridad un momento tan puro y bello como lo es el nacimiento de los gemelos. Yo simplemente no puedo arruinarles esto también a ellos.

—Phoe, que bueno que llegas. Queremos comenzar a llenar el álbum fotográfico de los niños.

— ¿Álbum fotográfico? —pregunto, cerrando la puerta detrás de mi.

Bart tiene a uno de los niños en sus brazos, quien duerme plácidamente mientras el otro está en los brazos de Anne siendo alimentado.

—Si, necesitamos unas fotos con los padrinos, así que por favor sonríe un poco que esta foto en dieciséis años será oro puro a la hora de chantajear a esos renacuajos.

—Theo, no tienen ni veinticuatro horas en el mundo y ¿ya planeas cómo humillarlos cuando sean adolescentes? —pregunto haciendo que Anne comience a reír a carcajadas. Incluso Bart se ríe un poco.

—Hay que estar prevenido por cualquier cosa —responde mi hermano defendiéndose.

Tomo asiento junto a Bart y me quedo observando al pequeño en sus brazos, sin duda alguna tiene que ser Cade. Fue al primero que tuve en brazos y se que tenía un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda, y aunque duerme profundamente, se le dibuja levemente.

—Es Cade, ¿cierto? —pregunto haciendo reír a Bart.

—En realidad es Luke —él responde mirándome con una sonrisa de disculpa.

Phoebe, Schlesinger IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora