FIN

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Día Dos

Despertó en medio de la noche con un dolor en el pecho tan fuerte, que Harry pensó iba a morir.

Por un momento lo sintió como un sueño.

La presión en el pecho, la falta de aire y la sensación de caer al vacío era algo que jamás en su vida había sentido, y a pesar de estar asustado como la mierda, solo pudo pensar en Niall.

Niall...

La idea de morir lejos de él, de no ver nunca más su par de ojos azules favoritos, de no escuchar su risa contagiosa cada vez que Harry decía alguna estupidez sarcástica, de no tomar su mano cuando le diera la regalada gana o de escuchar por última vez ese gemido más parecido a ronroneo cada vez que recorría su cuerpo con sus labios, hizo que su corazón se apretara mil veces más.

No podía hacerlo. Simplemente no podía morir sin Niall a su lado.

Harry nunca había necesitado a nadie para nada, pero ahora necesitaba de Niall hasta para morir.

Necesitaba llegar hasta él.

Lo hizo en un movimiento torpe. Corrió las sabanas, movió las piernas, y con una de sus manos, se apoyó en el mueble junto a la cama. El pecho le apretaba todavía, la cabeza le retumbaba como un tambor, y de su boca salía un sonido que no parecía ni un jadeo, pero en el preciso instante en el que sus pies tocaron el piso, el dolor se detuvo por completo.

Harry por fin pudo respirar.

En su estado aturdido, logro llegar hasta la puerta y mirar el pasillo vacío por la noche. Thomas no estaba, y si Harry podía pensar claramente o no, se confirmó cuando decidió salir de su cuarto, probablemente luego de haber sobrevivido una ataque cardiaco que le pudo haber quitado la vida y pasar la noche caminando por los pasillos del Hotel, esperando encontrar de alguna manera milagrosa, la esencia de Niall entre la noche.

Regreso a su cuarto a las cuatro de la mañana, después de haber caminado frente a cada puerta del Hotel desde el piso dos hasta el quinceavo.

Definitivamente ese susto de muerte lo había dejado mal de la cabeza, pero a Harry ya no le importaba una mierda.

Segunda prueba.

— Esa de allí —apunto a la tercera caja.

La agente Johnson anoto algo en su carpeta y miro a Harry, con los ojos cuestionadores de una mujer escéptica.

Definitivamente el Harry de ayer habría hablado durante veinte minutos sobre lo idiota que le parecía la prueba. La misma agente se había preparado mentalmente para contra argumentar cualquier fuera el discurso de indignación que esperaba escuchar de Harry y decir que la prueba (que consistía en descubrir en que caja se encontraba escondido un objeto personal de Niall sin tocar ni mirar) Era fundamental para probar la conexión psíquica que los verdaderos Conectados desarrollaban una vez ocurrido el Primer Contacto, pero nada, Harry no había dicho nada.

Una vez ella había explicado que Harry debía apuntar en cuál de las cajas negras estaba el objeto, Harry simplemente había comenzado a apuntar. Y nada más había pasado.

Decir que estaba perpleja era decir poco.

— ¿Se encuentra bien, señor Styles?

Harry la miro un segundo. Casi parecía ido, sin energías, hasta pálido. Aún así, y aunque estaba atravesando claramente un momento de debilidad, la compostura perfecta del abogado agresivo no se marchaba por completo.

— Yo estoy bien —dijo, y busco con una mano la taza de café que tenía a su costado.

Ayer, Harry no se había molestado en ocultar una mirada casi de disgusto cada vez que la veía tomar el café que el hotel servía. Ahora lo bebía como si nada. Definitivamente algo estaba pasando.

Black Leather  ; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora