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Niall se había conseguido el número de Harry como el psicópata que era.

No había sido fácil. Le había tocado batallar con Liam en lo que había sido un auténtico simulacro de juicio para el que definitivamente no había estado preparado, y si no hubiera sido por que Louis se había ofrecido para hacer el papel del magistrado, en ese caso el juez o como Niall había llamado de burla "Su Señoría", definitivamente no hubiera ganado.

Como sea, Liam representaba a su "cliente" en este caso Harry, y su derecho al resguardo y cuidado de su privacidad, y por lo tanto, prohibir el traspaso de información valiosa (como su número de teléfono) por terceros, y a mantenerlo privado a no ser que voluntariamente el demandado decidiera cederlo bajo petición.

Niall representaba la voluntad del pueblo (o la de él y de Louis, en realidad) que fundamentalmente exigía el traspaso de información para solucionar situaciones que involucraban al demandado y al demandante. O en otras palabras, Niall básicamente necesitaba el número para preguntarle de manera casual porque demonios había ido a la librería a comprar cinco libros de maternidad y embarazos (los libros iban desde: "Parir sin miedo" hasta "Comer, amar, mamar")

Y Niall hubiera agradecido que Louis no le hubiera contado nada, pero por supuesto que apenas Harry había cruzado la puerta de salida y su amigo se había quejado de la ofensa que le resulto que lo llamaran con el nombre incorrecto, no espero para contarle lo extraño que le había parecido que un hombre como el Profesor Styles estuviera comprando libros de embarazadas.

Al final Louis obligo a Liam a que le diera el número personal del Profesor Styles, pero Niall no había tenido el coraje necesario como para preguntarle sobre los libros, ni la creatividad suficiente como para que al hacerlo no sonara como un completo acosador obsesionado.

*

Harry había llegado a la casa de su hermana con los libros que le había encargado.

Ahora estaba sentado en la mesa de diseñador francés que su hermana había comprado de manera impulsiva, y que era el único mueble que combinaba con los otros dos horribles sillones de diseñador de nombre impronunciable que adornaban su casa. Aunque para ser justos, de los dos excéntricos mellizos, su hermana siempre había sido la de los gustos locos y Harry el que se inclinaba más a lo clásico.

— ¿Te podrías quitar esos horribles guantes antes de comer, por favor? — le dijo Gemma.

Harry la miro por un tiempo antes de decidir abandonar una pelea ridícula antes de comenzarla. Se los quito y no hasta que sus manos estuvieran completamente expuestas, Gemma dejo el plato frente a él. Era un filete cocinado a la perfección con salsa de champiñones al lado. Ella se sentó frente a él, revisando los libros que Harry había comprado.

— Qué bueno que encontraste todos, pensé que "Parir sin miedo" iba a estar agotado... — Harry asintió como si le diera lo mismo — Ah, por cierto ¿Qué te pasa? Desde que llegaste te ves más alegre.

— ¿Tú crees? No sé.

— Puedes decirme Harry. Sabes que no le puedes mentir a tu melliza.

Después de tragar un poco de comida, Harry frunció el ceño, para nada convencido en los beneficios de incluir a su hermana en lo que significaba la intrusión de Niall en su vida.

— Digamos que conocí a un cachorro.

Era una buena analogía por el momento. Una que esperaba mantuviera a su hermana a raya.

— ¿Un cachorro? ¿Lo encontraste afuera de tu casa?

— No. En el campus de la universidad.

— ¿En el campus de Harvard? — repitió, sin creérselo — Que raro, ¿y que tiene? ¿te lo quieres quedar? — dijo, sin entender el asunto para nada.-

Black Leather  ; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora