Capítulo 24

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-¡No! ¡Vladimir, no!-Grité riendo como idiota mientras el chico me levantaba fuerte del suelo, tirandome a su hombro cual saco de papas.

-¡Te lo mereces!-Gritó él mientras giraba en sus pies.

-¡Voy a caer!-Grité desesperada antes de que el muy maldito tropezara y cayeramos ambos al suelo.

-¡Auch!-Exclamó Vladimir en cuanto lo golpeé fuertemente en el brazo.

-¡Te pasa por botarme!-Me sentía indignada y tenía un dolor de nalgas insoportable.

-Lo siento, Alison.-Él me sujeto del brazo haciendo que yo lo mirara. Hizo un puchero y miró al suelo. ¡Maldito! ¡Él sabía que no podía resistirme a esa cara!

-Esta bien. Te perdono.-Le dije riendo y procedió a abrazarme.  En eso sentí una voz bastante conocida acercandose a mí.

-¡Ya basta, tortolos!-Claire venía de la mano de Davis. Observé su rostro captando su malvada mirada.

A la salida del colegio el día Viernes, fuimos al café donde trabajaba Alana. 

Cuando llegamos ella nos saludó con su hermosa sonrisa como siempre. Pasamos a una de las mesas desocupadas donde nos tomó el pedido. 

Los cuatro pedimos Frappé y un trozo de pie de limón cada uno. DIsfrutamos de la tarde entre risas y bromas.

Ese día decidí no ir a la mansión Holland. Sentía que ya no podía pasar por allí sin algun motivo, y ultimamente lo unico que hacía Joshua era cuestionarme el porque me juntaba con Vladimir. 

Sus celos eran obvios pero aun así se negaba a aceptar que yo podía estar con alguien más que no fuera él. Esto no significaba que tenía una relación con Vladimir, pero al parecer Joshua pensaba que sí. Yo al final a pesar de que le expliqué que no teniamos nada, estaba convencido de que era una vil mentira de mi parte.

¿Por qué le mentiría? No podía mentirle a él. Si bien le dije que él no tenia ningun derecho de prohibirme nada, yo sabía que no podia tener algo con alguien más, o quizas no tan pronto. 

Estaba ya oscureciendo cuando volví a mi casa, mi abuela Freya se encontraba como todos los días, riendo por las gracias que hacía León. 

-¡Hola mi niña!- DIjo mi abuela. Yo corrí a su lado y besé su mejilla.

-Hola abuela...-Sonreí.

-¿Que tal tu día?- Me preguntó como era habitual.

-Ehh...-¿Qué le podia decir? Nada interesante pasaba en mi rutina diaria.- Todo normal. Aburrido como siempre.

-¿Y por eso vienes con esa sonrisa?- Me preguntó con una cara juguetona.

La verdad era que cada vez que me juntaba con los chicos me hacian pasar momentos tan agradables que no podía no reflejarlos en mi cara a diario. Ellos me hacian feliz.

Fuí a mi habitación donde tomé mi celular y comenzamos a hablar por nuestro grupo de Whatsapp. En estre grupo estaba Claire, Davis, Vladimir y yo. Lo habiamos nombrado "Los más locos de Cloudtown"

Normalmente hablabamos puras cosas sin sentido, pero en este caso estaban Claire y Davis estaban molestando a Vladimir.

Claire: ¡Vladimir y Alison! ¡Se aman locamente!- Decía mi amiga.

Vladimir: ¡Ya basta!- Decia Vladimir, me imaginaba su cara totalmente roja al estar leyendo aquello.

Davis: Pero si todos sabemos que te gusta, incluso Alison.- Decia su "amigo".

Me reí y comencé a escribir.

Alison: ¡Ya dejen de molestarlo! jajaja- A los segundo me llegó un mensaje de mi amiga Claire, en esa conversacion estabamos solo las dos.

Claire: ¿No has pensado en que le dirás a Vladimir?- Preguntó. Yo suspiré, la verdad era que hace unos días Vladimir me habia pedido una oportunidad y yo le había respondido que lo pensaría.

Alison: La verdad es que aun no lo sé...- Respondí.

Escribiendo...

Claire: Debes tomar una decision, a este paso Vladimir se aburrirá.- Me dijo. Y  yo lo sabía, pero no podia forzar mis sentimientos, dentro de mi estaba conciente de  que no podía estar con él si aun amaba a Joshua Holland.

Apagué mi celular, me quería olvidar del mundo por un rato. Aun pensaba y pensaba en como saber algun minimo detalle de Erin, pero...nada.

Traté de pensar en todo lo que mis sueños acerca de ella, decían. Estuvé aproximadamente veinte minutos, cuando una ampolletita se prendió en mi cabeza. 

¡Ese sueño donde yo estaba dentro del cuerpo de Erin! 

Ella y Joshua se habian dirigido a la casa de la chica. Quizas, aun vivía allí. O quizas no. Pero debía averiguarlo. Traté de pensar un rato en el camino a la casa de Erin, no lo recordaba muy bien, pero igual iria, no perdía nada con intentarlo.

Me desperté bastante temprano y salí de casa. Las ansias me carcomina por saber si aun vivía allí y por ultimo alguien que la conociera. 

Me dirigí al punto donde Joshua y Erin, se habian encontrado. Era un lugar algo apartado de mi casa, pero aun así llegué. Caminé por un largo camino, y luego doble en una esquina, estaba casi segura de que era por esa dirección. Mi corazón me lo decía, era como si hubiera pasado por allí un millon de veces. 

Despues de media hora caminando finalmente llegué a la casa. Era igual a la de mi sueño, lo unico que cambiaba era el color de esta.

Revisé mi celular, eran las nueve de la mañana. Era una hora prudente. Me acerqué a la puerta y golpee un par de veces. Luego de unos minutos una anciana que parecía amable me abrió la puerta. 

-Hola...- DIje algo nerviosa, no sabía como preguntar aquello. Me daba miedo. Quizas ella era Erin ya que a pesar de la edad, eran parecidas, esos ojos eran similares a los de ella.

-Hola niña...- Me respondió la anciana, su voz era muy dulce.

-Ehh...yo...-No sabía como decir mis palabras sin que sonara tan descabellado.

-¿Que sucede? ¿Que necesitas?- Me preguntó, sentí mi cuerpo temblar, ¿Qué podía decir?

-Ehh...-No venían ningunas palabras coherentes a mí y solté lo primero que se me vino a la mente-... ¿Está Erin en casa?- Pregunté.

La cara de la anciana cambió radicalmente, frunció el ceño, no sabía si estaba molesta o otra cosa, sus ojos demostraron dolor e inmediatamente me arrepentí de haber dicho aquello. 

-¿Cómo conoces a Erin?- Preguntó sin poder creerlo. Su voz sonó algo asustada.

-Yo... no se como explicarlo.- Dije rendida agachando la cabeza. La anciana relajó su rostro. Y se hizo a un lado de la puerta.

-¿Gustas pasar?- Me dijo amablemente. Yo nerviosa asentí, sentía que iba por buen camino. Pero necesitaba saber con quien estaba hablando. Era obvio que la anciana sabia quien era Erin.

-DIsculpe, ¿Quién es usted?- Pregunté timidamente cuando la anciana cerró la puerta detras de nosotras.

-Yo soy María...-Respondió-... La hermana menor de Erin.

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