Capítulo 8

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Zach esperó junto a la puerta, con un hombro apoyado contra la pared y con las manos metidas en los bolsillos. Se puso a caminar al lado de Jonas mientras él iba pasillo abajo.

―Te va a hacer pagar por esto.

―¿Quién?¿De qué estás hablando?

―Tu compañera. Dejándola aparte. El "no llenes de preocupaciones tu preciosa cabecita" que le respondiste.

Él resopló.

―No te importa como trato a mi compañera, Beta.

Zach cogió su brazo, deteniéndolo antes de que pudiera abrir la puerta de la oficina del Alfa

―Todo en esta manada me importa, incluyendo cómo tratas a tu compañera. Caleb y Liza creen que lo tienes bajo control. Yo creo que eso está tan alejado de la verdad como puede estar.

Jonas se liberó, apenas refrenando un gruñido. Harper era suya. No iba a tolerar ninguna interferencia, ni siquiera de su Beta.

―Creo recordar que tu relación tuvo algunos problemas de maduración ―le recordó Jonas luchando por contener a su lobo.

Zach le observó y esperó hasta que estuvo de nuevo bajo control antes de asentir con la cabeza

―Así fue.

Zach extendió la mano para abrir la puerta pero primero se detuvo un momento. Y continuó.

―Harper es frágil, pero no hay que confundir eso con roto. Una mujer no sobrevive a lo que sospechamos que hizo sin tener una voluntad de hierro.

Jonas no estaba seguro si estar de acuerdo, pero asintió con la cabeza de todos modos y siguió a Zach al interior.

Todos los demás ya estaban allí. Caleb y Liza ―el Alfa y la Paladín. Además de Gabby y Ethan, dos de los otros tenientes, la categoría más alta de soldados en la manada. Los seis se reunían por lo menos una vez a la semana.

Caleb estaba detrás de su escritorio y Zach sentado en un sillón al lado. Liza fue a tomar su posición habitual en la esquina frontal del escritorio, pero Zach la cogió antes y la tiró sobre su regazo. Todos pretendieron no darse cuenta de la forma en que ella se sonrojó.

Había otra silla frente al escritorio y un sofá apoyado bajo la ventana. Normalmente la silla era para él, pero cuando le indicó a Gabby que sacara su culo de allí, ella le dio una mirada rebelde. Ethan no se veía mucho más feliz sobre el sofá. Jonas suspiró. Tenía que hacer algo con eso. Como si no hubiera tenido suficiente. Se sentó cerca del joven were y dejó vagar su mente mientras ellos pasaban sobre los informes de los entrenamientos y otras tareas mundanas relacionadas con poner en marcha una manada del tamaño de Redhawke.

―Hay algo extraño en la ciudad ―dijo Ethan cuando Liza preguntó si había algo más―. Parece que hay un montón de personas nuevas yendo y viniendo, pero nadie de mi gente ha sido capaz de conseguir nada específico.

―¿Desde hace cuánto? ―preguntó Jonas.

―Unos pocos días. Tal vez una semana.

Él miró a Liza y vio sus sospechas reflejadas en sus ojos

―¿La gente de... ―él detuvo Harper. Ella ya no era de ellos―. Familia de Harper? ―aunque también objetaba llamarles familia.

Liza asintió con la cabeza.

―Echaré un vistazo.

―¿Algo más?

Se puso de pie y miró alrededor de la habitación. Cuando nadie más sacudió la cabeza o dijo no, se marchó, sacó su teléfono móvil del bolsillo mientras se apresuraba hacia su casa y su camioneta. Marcó y le contestaron al primer toque.

Luna Hechizada •  ...A la de dos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora