Capítulo 3

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  Maldita sea. Jonas odiaba no saber en lo que se estaba metiendo y eso era culpa suya. Cuando Harper se había presentado en busca de refugio él le había echado un vistazo y supo que ella estaba en problemas. Problemas con P mayúscula. Había hecho lo justo investigando para verificar que ella fuera quien pretendía ser, la primade Liza y la única hija de Benjamin Alexander, el presidente del Consejo Mágico. Jonas no se había molestado en averiguar más. Esa gente no tenía nada que hacer con él o la manada después de todo, y de acuerdo, bien, había sido reacio a llegar a conocerla a un nivel personal. Esa reticencia iba a regresar para morderle el culo.Ahora tenían a un brujo en la puerta exigiendo tener acceso a su hija. 

Una mujer adulta nada menos. ¿Podría encargarse ella de su propia maldita familia? Sacudió la cabeza mientras corría. Ya sabía la respuesta a eso. Debería haber hecho un detallado chequeo de su historial, pero había sabido lo que iba a encontrar si alguien rompía el muro de silencio alrededor de la comunidad mágica. Había estado muy aterrorizada cuando había aparecido. Una mujer no se volvía así ella solita. Había hombres en su vida que eran más abusivos que protectores. Eso hizo que se le pusieran los pelos de punta. Uno no trataba a la gente que amaba de esa manera. 

Vale, vale, a veces no había tratado a Mick tan bien como debería. Pero Mick podía con él, con dientes, gruñidos y lo que fuera. ¿Harper? Harper no podía ni con una araña. Mick estaba empezando a enloquecer un poco por no reclamarla, pero Jonas no confiaba en sí mismo. No confiaba en sí mismo con una mujer tan delicada. Sería demasiado fácil de herir y por mucho que la quisiera, no la pondría en peligro. No por su propia satisfacción, ni siquiera por la de Mick y haría cualquier maldita cosa para tener a Mick contento. 

Lo que era un problema en la práctica. Mick no tenía las mismas obsesiones. Ellos no tenían que preocuparse de hacerse daño el uno al otro y Mick sabía que nunca heriría a su compañero. Hasta ahora había seguido el liderazgo de Jonas, pero a pesar de que Jonas era más fuerte, Mick definitivamente no era un macho sumiso. Al final podría reclamar a Harper y cuando lo hiciera, Jonas no sería capaz de mantener controlados sus instintos de hacer lo mismo. Tiempo prestado. Estaba en tiempo prestado y eso le ponía de mal humor. Odiaba no tener el control.  

  Llegó a la puerta para ver a una pequeña muchedumbre reunida. Mick estaba justo detrás de él. Harper de pie, más bien como encogida, entre Liza y la madre de esta, Elspeth. Un anciano caballero de aspecto distinguido estaba de pie justo en el exterior de la puerta. Unos pocos brujos le rodeaban. Jonas hizo una pausa en su barrido visual de la multitud. Uno se parecía mucho a Harper. ¿Tal vez un hermano más joven? Su ira parecía centrada en Alexander. 

―Quiero a mi hija de vuelta. 

Liza se encogió de hombros. 

—No puedes tenerla. Vino a nosotros buscando refugio. Estas son reglas que no se pueden romper, incluso entre nuestras razas. 

―Ella vino en un ataque de resentimiento. 

Dio un agresivo paso hacia delante pero se detuvo apenas antes de cruzar a sus tierras. Dada su posición en el orden jerárquico de los brujos, Jonas apostaba que nunca se le había negado nada. ¿Cómo había encontrado Harper la fortaleza para huir? Más importante aún, ¿qué provocó que lo hiciera? La mirada de su padre parecía hacer que Harper se encogiera aún más. Esto solo hacía cabrear a Jonas y tuvo que retener a Mick poniendo una mano sobre su brazo. Esas preguntas tendrían que esperar para más tarde. Ahora quería a aquel cabrón fuera, preferiblemente en alguna mazmorra oscura de la que no se pudiera escapar y donde no pudiera herirla de nuevo. 

―Cualquiera que sea su razón ―dijo Jonas, adelantándose―, ella está ahora aquí y quiere quedarse. 

El padre apenas se molestó en honrar a Jonas con una mirada de desprecio.Extendió la mano hacia Harper. 

Luna Hechizada •  ...A la de dos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora