Capítulo 1

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  Jonas no estaba seguro de si que le hubieran puesto a cargo de la bruja refugiada era un voto de confianza en sus habilidades o una nueva forma de tortura tramada por Zach, el Beta de RedHawke. O tal vez había sido Liza. Después de todo ella le encargó la misión. En consideración, como Paladín que era, Liza era la tercera en la jerarquía de la manada, pero rara vez dejaba que aquello se interpusiera en su camino. Probablemente pensaba que esa misión era "buena" para él. Creía que era demasiado solitario. Que permanecía demasiado alejado. ¿Qué demonios sabría ella? 

La noche se avecinaba. Harper, la bruja que lentamente lo estaba llevando a la jodida locura estaba de pie junto a él bajo los árboles observando a Liza, que presentaba su espectáculo de magia mientras contaba la versión were de Caperucita Roja. Luces de colores, creadas para representar personajes, representaban el cuento en el aire mientras Liza entretenía a una manada de paralizados jóvenes. Era un relato para nada parecido a la versión de las brujas. Un hecho que había estado martilleando en su cabeza los últimos días con la bruja a su lado. 

―Increíble ―susurró ella, sin ocultar la admiración en su voz. 

Miró hacia abajo. Ella miraba hacia delante, tan hipnotizada como los cachorros ante el show de Liza. Su rostro suave, los labios curvados con una fácil sonrisa. Era la primera vez que la veía relajada y el cambio lo aturdió. A veces era mansa. Otras, díscola. Pero siempre había un trasfondo de miedo. No tenía ni idea de que pudiera transformarse en esa encantadora y seductora criatura. Su mirada se deslizó por su cuerpo deteniéndose en sus pechos llenos, en sus amplias caderas. Un trasero que le hacía la boca agua. Sus labios se separaron con sorpresa. ¿Cómo demonios se había perdido eso?

 ―Se te van a meter moscas dentro ―dijo Harper. Ella era quisquillosa. Mordaz.Oh sí, ahora lo recordaba. Decía las cosas adecuadas, sonaba controlada, pero su olor se hacía más ácido por el miedo. Se le ponían los ojos más redondos. Su cuerpo temblaba. A él le gustaba que sus mujeres tuvieran uñas y dientes, que fueran capaces de meterse con él, pero ella tenía menos armas que cualquier otra. 

―No te preocupes, cariño. No eres mi tipo. 

Él volvió su atención hacia Liza y se guardó el resto de sus pensamientos para sí mismo. 

La Paladín era definitivamente más su rollo. Caleb, su Alfa, se puso detrás de ella para rodearle el vientre con las manos. Las dejó apoyadas sobre el hinchado montículo. Gemelos. Liza sonrió y se recostó contra él, pero no detuvo la historia. Jonas suspiró. Puede que ella fuera más su tipo, pero definitivamente no era suya. 

Estaba llegando al final de la historia. Caperucita Roja, prometida al leñador, el favorito de su abuela en un pueblo lleno de admiradores, optó por rebelarse y escapar con el chico al que amaba. Debido a su pecado la abuela los maldice a vivir sus vidas mitad como humanos y mitad como el lobo que les había ayudado en su huida. Era una maldición que pasaron a sus hijos, una enemistad pasada a sus descendientes y a los descendientes de la bruja que los había creado. 

Por supuesto, la versión de la bruja era diferente. En ella, el chico era un celoso pretendiente rechazado, maldecido por haber causado accidentalmente la muerte de Caperucita. 

―¿Cuál crees que es la verdadera? ―reflexionó Harper dulcemente. 

Él se encogió de hombros, pero antes de que pudiera formular una respuesta,Mick se aproximó. Justo lo que necesitaba. El amante que actualmente no le hablaba y la bruja que acentuaba su vena protectora, lo que no solamente era extraño sino que le hacía sentir incómodamente vulnerable. 

―Mick ―le saludó con indiferencia cuando lo que quería realmente era tirar del otro hombre hacia sí y alejar su irritación con un beso―. ¿Ya conoces a Harper? 

―Ayer en la comida ―cuando ella estaba con Liza, no con Jonas. Él debería haber estado feliz con la breve separación. En cambio, no tenerla a la vista le había dejado malhumorado y ansioso. 

Mick sonrió, todo encanto y tranquila confianza, y tomó la mano de Harper,entonces puso un beso en su palma. Jonas se giró para ocultar la oleada de celos,aunque no estaba seguro de si era debido a que Mick le estaba mostrando atención a otra persona o debido al aroma de la excitación de Harper, dulce e intoxicante, que llenaba sus sentidos. Excitación que era por Mick, no por él. 

Mick le echó una mirada conocedora y le guiñó un ojo cuando Jonas se volvió hacia ellos. Luchó por enterrar sus sentimientos, los celos y la confusión, y supo que tuvo éxito por la mirada decepcionada que apareció en el rostro de Mick. La ocultó con la suficiente rapidez, girándose para encandilar a Harper. 

Jonas les siguió hasta el buffet, después a una mesa vacía y permaneció en silencio mientras Mick lentamente la hacía hablar. Había algo, un aspecto de ella que lo llamaba. Dulce. Delicada. Frágil. Ella no era la clase de mujer por la que normalmente se interesaba, pero no podía negar que lo hacía. 

Sólo escuchaba como hablaban, su lobo arañando contra su piel para escapar. Su lado lobuno no era más que puro instinto y este instinto era para proteger. A esta mujer. Él era un macho dominante, el primer teniente de Liza, pero el impulso iba más allá de la vena protectora que normalmente sentía por los miembros de la manada. Solo podía haber una razón para eso. Ella era su compañera. Inhaló con un profundo y sorprendido suspiro. 

Ella no era lo que él esperaba, no era lo que él quería. Necesitaba a una guerrera, no a una bruja delicada que no pudiera pelearse con él, que no pudiera encontrarse con él en los mismos términos. No quería una compañera con la que tuviera que contenerse. 

Harper, por bonita y fascinante que fuera, no era para él.  







Luna Hechizada •  ...A la de dos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora