Capitulo 20

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De pronto comenzó a maldecir y cruzó la cocina cojeando hasta la puerta trasera. Estaba tan nervioso que no podía seguir dentro de los confines de la casa ni un minuto más. En cuanto abrió la puerta, sintió que Josh abandonaba su puesto bajo la adelfa y se movía sigilosamente entre las sombras. Llamó al perro para tranquilizarlo. Ya no temía que lo atacara. Josh había aceptado su presencia, si bien con cierto recelo, pero Niall no acababa de fiarse de él y, antes de bajar los escalones, le habló para hacerle saber quién era. Se mantuvo automáticamente entre las sombras, rodeó la casa y escudriñó los pinos para asegurarse de que la casa no estaba siendo vigilada. Josh caminaba unos pasos por detrás de él, se detenía cuando Niall se paraba y avanzaba cuando él se ponía en marcha.

La luna nueva, una fina hoz de luz en el horizonte, comenzaba a levantarse. Niall miró el cielo claro, tan claro que, como los ojos de _________, parecía fuera de su alcance. Su corazón se contrajo de nuevo y cerró el puño. Masculló una maldición en medio de la oscuridad. ______ era demasiado valiente, demasiado fuerte, para su propio bien; ¿por qué no jugaba a lo seguro y dejaba que fuera él quien corriera todos los riesgos? ¿Acaso no sabía lo que sentiría si le ocurría algo? No, ¿cómo iba a saberlo? El nunca se lo había dicho, ni se lo diría. No a costa de su seguridad. La protegería, aunque ello le costara la vida. Su boca se torció con amargura. Seguramente aquello lo mataría, si no físicamente, sí en el fondo de su ser, adonde nunca había dejado llegar a nadie... hasta que _______ había traspasado todas sus defensas y se había grabado a fuego en su razón y su alma.

Naturalmente, siempre cabía la posibilidad de que no saliera de aquello con vida, pero no se detenía a contemplarla. Había pensado mucho durante los días anteriores, sopesando y descartando opciones. Había hecho sus planes. Ahora, esperaba: esperaba a que sus heridas se curaran; esperaba a estar físicamente preparado; esperaba a que Malik y sus socios cometieran algún pequeño error; esperaba a sentir que había llegado el momento preciso para actuar. Esperaba. Cuando surgiera la ocasión, haria una llamada y pondría en marcha su plan.

No, su única incertidumbre se debía a ________. Sabía lo que tenía que hacer para protegerla, pero por primera vez en su vida estaba asustado. Dejarla marchar era una cosa; vivir sin ella, otra bien distinta.

Se quedó allí, en medio de la oscuridad, y maldijo lo que le hacía distinto a los demás hombres: su extraordinaria habilidad, su astucia, su aguda visión y su cuerpo atlético, la coordinación extrema entre músculo y mente. Todas aquellas cosas sumadas hacían de él un cazador y un guerrero. Su desapego emocional le confería un talento natural para el trabajo que hacía, el perfecto soldado desprovisto de emociones, entre las sombras grises y frías. No recordaba haber sido nunca de otro modo. No había sido un niño ruidoso y risueño, sino solitario y taciturno, siempre distante incluso con sus padres. En el fondo de su ser, siempre había estado solo y nunca había querido que fuese de otro modo. Quizá sabía ya de niño cuánto dolía amar.

Ya estaba. Había dejado que aquellas palabras se formaran en su cabeza, y hasta aquello le resultó tan doloroso que dio un respingo. Era tan intenso que no podía amar despreocupadamente, a la ligera, entregarse al juego amoroso una y otra vez. Su distanciamiento emocional había sido una barrera defensiva, una barrera que _______ había roto en mil pedazos, y aquello dolía. Dios, cómo dolía.

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Sentada frente a Zayn Malik, ______ sonreía, charlaba y se obligaba a comer marisco como si le gustara, pero, cada vez que él le lanzaba aquella sonrisa de anuncio de pasta dentífrica, se estremecía. Sabía lo que ocultaba aquella sonrisa. Sabía que Zayn había intentado matar a Niall. Era un mentiroso, un asesino y un traidor.

Le costó un arduo esfuerzo seguir comportándose como si lo estuviera pasando bien, pero nada logró impedir que sus pensamientos vagaran constantemente hacia Niall. No había deseado otra cosa que seguir tumbada entre sus brazos esa tarde, con el cuerpo flojo y trémulo, después de que la poseyera brusca y rápidamente, pero procurándole una intensa satisfacción. Había olvidado cómo era aquello… o quizá nunca había sido así. Estar casada con Liam Payne era agradable, divertido y encantador. Ser la amante de Niall Horan era como arder viva cada vez que la tocaba, sentirse tierna, caliente y húmeda bajo su mirada o su más leve caricia. Horan no era alegre, ni despreocupado. Era un hombre duro, intenso, y la fuerza de su personalidad irradiaba de él. No era dado a los juegos; ella nunca le había oído reír, ni había visto siquiera que sus raras sonrisas llegaran a transmitirse a sus ojos. Pero Niall le había tendido los brazos con un ansia tan desesperada que todo en ella había respondido de inmediato, como si estuviera ya lista para él, esperándolo.

Diez días contigo (Niall Horan y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora