El paseo de los recuerdos parte dos

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Una vez más el recuerdo cambió y desde su posición de intruso en aquellas reminiscencias ajenas, Severus continuó contemplándolo todo...

¿Cómo era posible que ese hombre se pareciera tanto a él? Era sorprendente, cada rasgo era idéntico, a excepción de un par de detalles

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¿Cómo era posible que ese hombre se pareciera tanto a él? Era sorprendente, cada rasgo era idéntico, a excepción de un par de detalles. El cabello de Borislav era más corto que el de él, era castaño claro, y sus ojos de color miel.

Cordelia no pudo dar crédito a las palabras de Delphinus Black cuando fue a darle aquella absurda noticia en esa tarde lluviosa. Todavía resonaba aquel anuncio así como la vibración de la voz de su padre, el suspiro de alivio de su madre y la sonrisa complacida en el rostro de aquel desconocido extranjero que tan mal le caía.

Tan solo dos meses habían transcurrido desde la llegada de ese tal Borislav Ivánovich a la ciudad, aunque Delphinus lo conocía desde hacía algunos años.

Borislav era un hombre refinado educado, gentil y además «Sangre limpia» lo que lo convertía en una figura perfecta ante los ojos de los Black, pero por alguna razón ese hombre no le caía bien a la muchacha. Había algo en él que no podía describir pero le repugnaba. Él no dejó de elogiarla ni de hacerle galanteos desde aquella noche en que la conoció en la cena, y ese hecho le exasperaba a la pelirroja a quien cada vez le costaba más disimular su enojo.

Cordelia, hija mía. En vista de que has pasado la edad de casarte y de que por obvias razones debimos desistir de tu compromiso con el joven de esa familia indeseable, es evidente que necesitas a un mejor partido. No puedes quedar desamparada, tu madre y yo nos hacemos mayores y tu hermano se ha casado y marchado con esa sangre sucia a quién sabe dónde. Pero mi socio y buen amigo, aquí presente, me ha presentado una buena posibilidad y yo estoy de acuerdo.

¿A qué se refiere, padre? —inquirió la muchacha, mirando alternativamente a Delphinus y a su amigo .

Borislav desea desposarte, hija mía. ¿No es una noticia maravillosa?

¿Qué? —dijo Cordelia, levantándose abruptamente del sillón, dejando caer el tambor de bordado con el que estaba trabajando, incluso se había pinchado el dedo con la aguja sin que ella lo notara debido al estupor que le causó el anuncio.

Desde su posición, Severus captó algo que en su momento Cordelia pasó desapercibido. Un punto de sangre emergió de la yema del dedo índice de Cordelia y casi inmediatamente el tal Ivánovich pareció percatarse de ello. Sus ojos se tornaron más ávidos y pareció inquieto. Una y otra vez posó los ojos sobre la mano de la muchacha hasta que ella, por instinto se llevó el dedo a la boca, limpiando así cualquier mínimo rastro de sangre.

Creo que he escuchado mal, padre... Vuestra merced no puede hablar en serio —dijo Cordelia con una sonrisa de incredulidad.

Jamás en mi vida he dicho algo que no sea enserio, Cordelia. He dicho que Borislav desea desposarte y que yo estoy totalmente de acuerdo. Ahora solo falta fijar una fecha para la fiesta de compromiso y desde luego para la boda, pero esas son cosas de mujeres, les competen a ti y a tu madre.

El Misterio del ÁguilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora