Capítulo 8

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Donghae estuvo en ascuas durante los días que Hyukjae lo dejó solo. Una parte de él se preguntaba si había estropeado por completo su oportunidad de acercarse al Jefe de la mafia. Otra parte de él simplemente echaba en falta la presencia del hombre. Normalmente, incluso cuando Hyukjae estaba atendiendo sus "negocios" o viajando, el hombre le llamaba o le mandaba mensajes, en muchas ocasiones simplemente para saber acerca del día de Donghae. Sin embargo, Hyukjae no lo había contactado en esos últimos días. No hubo llamadas telefónicas ni mensajes de texto y Donghae sabía que Hyukjae estaba en Seúl.

Sospechaba que estaba enojado por el baile que tuvo con los dos hombres anónimos. Sin embargo, Hyukjae no había hecho nada esa noche. Se había ido, dejándolo solo con Minwoo para que lo llevase a casa. Sólo quedaba la posibilidad de que hubiera averiguado su verdadera identidad. Pero Jaewon no lo había llamado por teléfono para advertirlo, y ninguno de los hombres de Hyukjae había venido a sacar a Donghae a la fuerza del apartamento, y sacarle fuera de circulación para siempre. Eso lo dejaba solo y más confundido que nunca, no podía hacer otra cosa sino esperar y si tenía alguna habilidad esa era ser paciente.

Fue en el quinto día cuando Hyukjae finalmente contacto con él, justo el día en que Donghae se sentía más vulnerable. Porque era el aniversario de la muerte del padre de Byungmoo. Donghae sabía que los hombres de Hyukjae le seguían a todos lados antes de convertirse en su hombre mantenido. Pero desde entonces, le habían dejado prácticamente solo. Sin embargo, después del incidente del club, se había percatado de que, dos hombres lo seguían cuando salía a hacer sus compras o a hacer sencillos recados.

No tenía ninguna duda de que eran los hombres de Hyukjae. Donghae no quería llamar la atención de Hyukjae sobre el orfanato en el que creció, porque, si las cosas salían mal, no quería que el orfanato quedara atrapado en las represalias. Había recortado sus visitas desde que se comprometió con Hyukjae. Y si no fuera por el aniversario de la muerte del Padre Byungmoo, no iría ese día tampoco.

Donghae suspiró cuando observó el sedán negro, que le había estado siguiendo de cerca, desde que dejó el apartamento. No podía quitárselos de encima sin llamar la atención sobre sus habilidades como agente de NPA. Si los perdía, significaría que sabía que estaba siendo seguido. Así que les permitió seguirlo mientras hacia sus paradas de una tienda a otra.

En el momento en que hizo su tercer viaje de regreso al coche, los asientos de los pasajeros estaban llenos de bolsas y bolsas de artículos que había comprado para los niños que vivían en el orfanato. Eso era lo menos que podía hacer por los niños huérfanos. Los libros, dulces y juguetes calmarían sus corazones doloridos, aunque sólo fuera por un rato.

La actual directora lo recibió en la puerta, con una amplia sonrisa. —Ha sido un largo tiempo —dijo la Sra. Park.

Donghae se frotó la frente, un tic nervioso que había tenido desde que era joven.

—Lo siento, señora Park. He estado muy ocupado últimamente.

—¡Oh, cállate! No te estaba regañando. Has hecho más por los niños de lo que nunca sabrás, Lee Donghae. ¿Y que te dije acerca de llamarme a Youngseo? —Lo fulminó con la mirada, y Donghae sonrió tímidamente a cambio.

Park Youngseo era la segunda persona que se hacía cargo de la casa desde que el padre de Byungmoo falleció. Había estado con los niños por dos años, y los niños estaban floreciendo en sus manos. Donghae estaba contento de tener a alguien como ella para cuidar de ellos.

—Todavía me siento mal por no poder venir más.

—Oh, no, Donghae. Sabemos que tienes una vida fuera de esta casa. Los niños lo saben. A pesar de que te han echado de menos, en los últimos meses.

El Amante del Padrino [EunHae]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ